Publicado: 19/11/2006: 1106

Carta pastoral de Mons. Dorado Soto Día de la Iglesia Diocesana

Ante el día de la Iglesia diocesana, que se celebrara el 19 de Noviembre, deseo manifestar a todos mi agradecimiento y mi alegría por presidir la diócesis de Málaga. En unos tiempos difíciles, en los que los ataques a la Iglesia Católica se presentan como un signo de modernidad y de progreso, los católicos y las numerosas personas que nos apoyan, han incrementado su aportación económica al Pueblo de Dios. Como podréis comprobar mediante la lectura del informe que se hará público en fechas próximas y del que el semanario DIOCESIS os ofrece un resumen, durante 2005 ha aumentado en Málaga y Melilla el apoyo económico a la Iglesia. Y aunque la economía no es ciertamente lo más importante de la Iglesia, este apoyo puede constituir un signo muy elocuente.

Los católicos no os habéis dejado intoxicar por los medios de comunicación que son hostiles al Evangelio y, con vuestra actitud generosa, habéis realizado un acto de profunda libertad e independencia de juicio. Valoro vuestro amor a la Iglesia y os animo a seguir siendo libres. Verdaderamente formamos “una gran familia”, como dice el lema elegido para esta ocasión: “Tu familia, una pequeña Iglesia”, “Tu Iglesia, una gran familia”.

Y tenéis razón cuando os sentís orgullosos de la Iglesia, porque en una cultura sin valores éticos sólidos, la Iglesia proclama que todos somos hijos de Dios y tenemos unos derechos que nadie ni nada nos puede hurtar; que también el mundo es de Dios y tiene que estar al servicio de todos; y que el hambre que aflige a los países pobres es una injusticia que puede y debe ser erradicada. Comprendo que este mensaje moleste a los ricos, entre los que están los dueños de los grandes medios de comunicación, pero nadie que busque unos conocimientos básicos y una información veraz puede poner en duda que la Iglesia ofrece un proyecto humano de libertad y de vida, frente a la ideología de la sumisión y a la cultura de la muerte.

Donde reinan el afán desmedido de riquezas, la violencia y el egoísmo, nosotros predicamos el amor fraterno, la solidaridad con los pobres y la defensa de los derechos humanos. Y no sólo lo predicamos con hermosas palabras, sino que además lo llevamos a la práctica en nuestros centros para los enfermos de SIDA, para los ancianos más pobres, para los sin techo, para los inmigrantes y para las mujeres maltratadas.

Es verdad que somos soñadores, porque deseamos una sociedad en la que todas las personas tengan pan cada día, mayor libertad y unos derechos inalienables, que nada ni nadie les deben quitar. Por eso, frente a las manifestaciones diarias de violencia, la Iglesia proclama la denuncia profética; frente a la resignación propia de la actitud postmoderna, predica la esperanza activa y el compromiso político del hombre por el hombre; frente al olvido de Dios, que lleva a dar culto al dinero y al poder, enseña a adorar a Dios, para no permanecer arrodillados ante los dueños del mundo.

Porque toda la tarea humanizadora y solidaria de la Iglesia brota de su identidad más honda: la fe en Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, que se ha hecho humano con nosotros para hacernos partícipes de la vida divina. A medida que crecemos en esta fe, el amor y la esperanza nos impulsan a comprometernos con la historia concreta y a crear un futuro más humano.

En el día de la Iglesia diocesana, os animo a que os impliquéis más en vuestras parroquias, para conocer mejor a la Iglesia y vivir más a fondo el Evangelio. Desde esta fe y el consiguiente sentido de pertenencia eclesial, descubriréis la enorme importancia de participar activamente en el sostenimiento de esta gran familia, a la que su gran amor a Dios, la lleva a transmitir la fe y un gran amor a Jesucristo, a una lucha constante por la dignidad de todos y a un compromiso activo en favor de los más desvalidos entre los hombres.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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