DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Custodiar y administrar los recursos de la creación

Publicado: 13/07/2008: 962

Enseña el Vaticano II que los seguidores de Jesucristo “nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. Y así, prestando su adhesión al Evangelio y disponiendo de sus fuerzas, unidos a los que aman y practican la justicia, han tomado sobre sí la realización de una tarea inmensa en esta tierra” (GS 93), tarea que consiste, con palabras recientes del Papa Benedicto XVI,  en “custodiar y administrar los enormes recursos de la creación”.

Esta enseñanza, que sirve para el desarrollo humano, la podemos aplicar también a los sectores marítimo y pesquero, mientras celebramos el “Domingo del Mar”. La Iglesia se siente llamada a hacerse presente en un mundo que pasa por momentos difíciles, y del que depende la vida de millones de personas. A través del Apostolado del Mar, colabora en este importante sector de la vida y la economía, que experimenta una grave crisis. Por una parte, está ya en marcha la aplicación de los Convenios recientes sobre el trabajo marítimo y sobre el trabajo pesquero, acogidos con agrado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo); y por otra, necesita afrontar los grandes desafíos a que se ve abocado el sector.

Entre éstos, la supervivencia de los mares y los océanos, amenazados hoy por una creciente contaminación; la amenaza que pesa sobre los caladeros y sobre algunas especies marinas; la escalada de los precios del petróleo y sus repercusiones negativas sobre el trabajo y el tráfico marítimos; y recientemente, la presencia de piratas en lugares hasta hace poco transitables, que ha agravado la situación del sector pesquero.

En su condición de Pueblo de Dios, la Iglesia no tiene las soluciones apropiadas, ni es su misión aportarlas, pero su doctrina social ofrece un amplio conjunto de principios que pueden ayudar a que el futuro que deseamos construir respete el desarrollo sostenible, dé la prioridad a la persona sobre el beneficio económico, y contribuya a mejorar las condición de los trabajadores del mar. Tres cuestiones particularmente graves: la conservación de los mares y de los océanos, la dignidad de los trabajadores y el progreso de la justicia social en este ámbito laboral.

Nuestra diócesis de Málaga y de Melilla, por su especial situación geográfica, se ve llamada a prestar una atención particular a este sector de la población. En la actualidad, cuenta con un centro de acogida situado en el puerto 
de la capital, donde se recibe a las personas que buscan información o necesitan alguna ayuda. También brinda servicios religiosos a los que los solicitan. Un grupo de voluntarios, junto con el capellán, se encargan de mantenerlo abierto todos los días, para recibir a las personas que llaman a sus puertas.

Sin embargo, los demás católicos de Málaga no podemos olvidar a la población que vive del mar, especialmente a los pescadores, pues no somos ajenos a la grave situación que atraviesan en estos tiempos particularmente difíciles, debido al agotamiento de las especies marinas de que habitualmente se surten y a la subida de los costes del combustible. De ahí la necesidad perentoria de que aquellas parroquias en las que es significativa la presencia de estos hermanos, se sientan convocadas por Nuestra Señora, la Virgen del Carmen, a profundizar en la situación de estos hombres y mujeres, y a hacerse solidarias con ellas y con sus reclamaciones justas.

La misma María de Nazaret que proclamó, ya próxima la venida del Mesías, que “Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, sacia de pan a los hambrientos y despide a los ricos sin nada”, nos invita a compartir nuestra fe y nuestros anhelos de justicia con los más necesitados, también entre las gentes del mar.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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