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Con Santa María de la Victoria

Publicado: 10/09/2006: 777

Comenzamos el mes de Septiembre a los pies de la Madre y Patrona de nuestra Diócesis de Málaga, Santa María de la Victoria. Como nos decía en fechas recientes el Papa Benedicto XVI, Ella nos asegura que “el futuro, el porvenir, pertenece a Dios, está en las manos de Dios; es decir, que Dios vence. Y no vence el dragón (del que nos habla el libro del Apocalipsis)(...): el dragón que es la representación de todas las fuerzas de la violencia del mundo. Parecen invencibles, pero María nos dice que no son invencibles”.

Con esta esperanza teologal, que brota de Dios, se apoya en Dios y nos ayuda a vivir con la mirada puesta en Dios, vamos a seguir profundizando en nuestra vida de fe y a reanudar nuestras actividades pastorales, de la mano de María. Igual que Ella, nos sentimos desarmados, indefensos y débiles ante las poderosas fuerzas del mal, pues sólo contamos con la fe, el amor y la palabra. Por eso, al contemplar la violencia que existe en nuestro mundo, la situación dramática que lleva a miles de seres humanos a jugarse la vida para conseguir un pedazo de pan, el atropello de los derechos humanos en numerosos países, el individualismo egoísta que se ha instalado en la sociedad española y el desamparo en el mismo seno materno de los niños no nacidos, nos vemos tentados por el desaliento.

Como hermano mayor en la fe y como Obispo, os invito a acudir a las plantas de Santa María de la Victoria. Ella, con su corazón de Madre, es un signo de esperanza en medio de las vicisitudes de la existencia cotidiana, porque nos enseña a vencer al mal con la confianza en Dios. “Feliz la que has creído, le dijo santa Isabel, que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte de Dios”. Es lo mismo que nos repite hoy a todos nosotros, que vivamos con paz y que proclamemos el Evangelio en comunión fraterna, sin ningún tipo de complejos ni de miedos, porque Dios cumple siempre su Palabra.

Como la mejor discípula y seguidora de Jesús, María nos garantiza la victoria sobre lo que degrada y deshumaniza nuestra vida, sobre el pecado. Y uno de los pecados más amenazadores hoy es el de la atonía espiritual, que convierte la práctica cristiana en una rutina sin capacidad de contagiar la alegría de la fe; en sal insípida, que no da sabor a la propuesta cristiana. Por eso, el objetivo del Proyecto Pastoral Diocesano para los próximos tres años consiste en “Fortalecer y transmitir la fe”, desde una experiencia de Dios que lleve a descubrir que el Evangelio es el mejor de los tesoros para el hombre.

Y junto a esta victoria sobre la atonía espiritual, necesitamos vencer la tendencia a posturas intransigentes. Las actitudes hostiles, las burlas de quienes no saben respetar a los demás ni a sus símbolos sagrados y las provocaciones diversas no deben marcar el estilo de vida de los cristianos. Nuestra actitud y nuestra respuesta tienen que inspirarse siempre en el Evangelio, sin contestar a la violencia con violencia.

Finalmente, hay que vencer la tentación del conformismo. Sé que las dificultades son muchas, pero tampoco Jesús y los Apóstoles tuvieron una vida fácil. En situaciones como la presente, tenemos que recordar la recomendación de San Agustín, cuando dice que hay que trabajar con tenacidad y creatividad, como si todo dependiera de nosotros, pero sin perder el ánimo, conscientes de que el fruto de la tarea evangelizadora depende siempre de Dios. Sólo entonces podremos proclamar con María, con Santa María de la Victoria, que el Señor realiza los proyectos más sublimes a través de la insignificancia de personas como nosotros.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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