Publicado: 10/08/2008: 823

Colecta extraordinaria de verano “Templos para la Málaga del futuro”

Desde hace años, la diócesis de Málaga organiza una colecta especial durante el mes de Agosto, y destina esos ingresos extraordinarios a sufragar la construcción de nuevos complejos parroquiales y al mantenimiento de los que ya existían. El proyecto de nuevos complejos que se necesitaban está a punto de lograr el objetivo que nos habíamos marcado, pero el crecimiento de nuestras ciudades costeras nos obliga a no darlo aún por cerrado. En total, tenemos que atender a la conservación de más de 300 complejos, algunos de notable valor artístico e histórico, y necesitamos construir algunos más.

Realizamos esta colecta durante el verano, porque en este tiempo la mayoría de las parroquias de la costa, las más populosas, ven acrecentarse su población y la asistencia a los cultos de fieles llegados de todas partes. Es otra manera de vivir la catolicidad de la Iglesia, como nos enseña San Pablo, cuyo Año Jubilar estamos celebrando. Con la colecta que organizó entre las comunidades de Macedonia y de Acaya, para ayudar a los hermanos de Jerusalén, quería poner de relieve la unidad de la única Iglesia, aunque sus comunidades estén dispersas en lugares muy distantes. Y además, se realizaba un intercambio razonable, pues si los gentiles “han participado en sus bienes espirituales (se refiere a los cristianos de Jerusalén), ellos a su vez deben servirles con sus bienes temporales”  (Rm 15, 27).

De la misma manera, cuantos venís de otras partes y participáis en la celebración de la eucaristía del Domingo, sois piedras vivas de la única Iglesia Católica que formamos todos y que tiene a Jesucristo por Cabeza. Como os he dicho en la carta de bienvenida a los que nos visitáis con motivo de vuestras vacaciones, “os agradecemos también lo mucho que aprendemos de vosotros y de las iniciativas que nos traéis de otras partes de España y otros países. Algunos sacerdotes me dicen que muchos termináis por convertiros en un miembro más de la parroquia, y se sienten agradecidos cuando vais a saludarlos a vuestra llegada y cuando os despedís hasta una próxima ocasión. También, cuando los que venís por vez primera no os conformáis con participar en la Eucaristía, sino que os acercáis a saludar al párroco. Es el estilo propio de los cristianos, ya que nosotros no somos unos simples usuarios de los servicios locales, como la persona que acude a un concierto o a un acto deportivo, sino que somos hermanos, hijos de una misma Iglesia, que se congregan para celebrar los misterios de su fe”.

Hoy os invito a participar en nuestros desvelos por disponer de lugares de culto y de locales dignos para desarrollar una parte de nuestra vida de fe, y os tiendo la mano para que cada uno aporte cuanto pueda. Lo que cuenta es que sintáis también como vuestras a estas comunidades cristianas que os acogen y os ofrecen sus servicios.

Pero somos especialmente nosotros, los católicos de la diócesis de Málaga y de Melilla, y las personas que, aunque no sean católicas, valoran la aportación de la Iglesia al bien común, quienes nos tenemos que hacer cargo de dejar a nuestros hijos y nietos ese rico patrimonio que nosotros hemos encontrado. Sin haber pedido nada, la Iglesia puso a nuestra disposición un templo en el que bautizar a nuestros hijos, celebrar el matrimonio y orar por nuestros seres queridos; y unas dependencias en las que recibir la catequesis y organizar los servicios de pastoral de la salud, de liturgia y de cáritas. Todo ello, fruto de la generosidad de nuestros mayores. Es justo, pues, que nosotros conservemos estos locales y colaboremos a que se levanten otros, allí donde sea necesario. Y me gustaría decir de vosotros, con el Apóstol San Pablo, que puesto que atravesamos una grave crisis económica, “probados por muchas tribulaciones, su rebosante alegría y su extrema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad” (2Co 8, 2).

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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