Publicado: 12/09/2006: 916

Carta pastoral del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. ANTONIO DORADO SOTO

Obispo de Málaga

En la solemne conmemoración de los diez lustros
de la incorporación de la Imagen
de María Santísima del Amor Doloroso,
a la Real Archicofradía Sacramental de
PASIÓN,
y de los veinticinco de su Coronación.

Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, ha concedido por su paternal benevolencia la gracia de un Año Jubilar Mariano, con motivo de los diez lustros de la incorporación de la Imagen de la Santísima Virgen del AMOR DOLOROSO a la Real Archicofradía Sacramental de PASIÓN y de los veinticinco años de su Coronación, según Decreto de la Sagrada Penitenciaría Apostólica, de 29 de Junio último, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

La concesión del AÑO DEL JUBILEO MARIANO DE LA BEATÍSIMA VIRGEN MARÍA DEL AMOR DOLOROSO supone un motivo de gozo y de inmensa alegría para todos los devotos de la Madre de Dios. Un Año de gracia para la Archicofradía de Pasión; para la comunidad cristiana de esta Iglesia Parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula, en cuyo templo se venera tan Bendita Imagen; para la Ciudad de Málaga, donde en las páginas de su historia y en el ensortijado de sus calles están grabados tan bellos capítulos sobre la asistencia de la Madre de Dios; y para la propia Diócesis, en cuya extensión es fácil percibir la presencia y la devoción a la Santísima Virgen en sus múltiples advocaciones y representaciones iconográficas.

Desde que en 1771, hace doscientos treinta y cinco años, la tallara el escultor Antonio Asencio de la Cerda, la bendita, bella y expresiva imagen de manos entrelazadas y mirada baja de nuestra Señora del Amor Doloroso, no ha dejado de recibir las oraciones, súplicas y plegarias de sus hijos, ya fuese en la intimidad del sagrado recinto para el que fue encargada; en el hogar de la familia que la custodió; en la Capilla de la calle del Agua; y, desde hace cincuenta años, en el seno de esta Real Corporación, en el templo donde radica y en la Estación de Penitencia, mientras sigue los pasos de su Hijo camino del Calvario, cada Lunes Santo.

Uno de los indicios de este amor mariano de los cofrades de Pasión fue la coronación de la Santísima Virgen, hace ahora veinticinco años.

  “[Esta] contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles” (Catecismo, n. 1162).

II

Todo Año Jubilar supone un espacio temporal en el que poder realizar un ejercicio de memoria histórica para agradecer a Dios todo lo que generosamente hemos recibido de su infinita misericordia, celebrar con gozo el presente y construir con ilusión y esperanza el futuro.

La Cofradía de penitencia se constituyó en torno a las advocaciones de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Amor Doloroso como respuesta o contestación a las persecuciones que la Iglesia sufría a comienzos del segundo tercio del pasado siglo, gracias al entusiasmo y al fervor de un grupo de jóvenes. Motivación eclesial que mantiene su vigencia hoy en una cultura que avanza por los caminos del nihilismo y de la indiferencia hacia un mundo sin Dios.

De aquél esfuerzo vivimos ahora una esplendorosa realidad cofradiera que es ejemplo de piedad y de devoción, enriquecida con la incorporación de la bella efigie mariana de la Santísima Virgen del Amor Doloroso y con la agregación de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Estas realidades han crecido en el corazón de los archicofrades que tienen en Jesús de la Pasión al “Pan de nuestras vidas”.

Hoy, al celebrar con júbilo el cincuenta aniversario de devoción continuada a María Santísima en su advocación de Amor Doloroso, fortalecidos por la participación constante en el sacrificio eucarístico, tenemos que enfocar nuestra actuación de cara al mañana con el mismo entusiasmo de aquellos intrépidos fundadores dando testimonio de nuestra fe en Jesús de la Pasión y en María Santísima del Amor Doloroso, no sólo en el ámbito de la Archicofradía sino en todas aquellas realidades sociales, económicas, públicas o privadas en las que como laicos nos encontremos insertos. La transformación de la sociedad en un mundo nuevo en el que resplandezcan los auténticos valores que promuevan la justicia, el amor y la paz, es un reto en el que hemos de empeñarnos en este Año Jubilar.

En María Santísima del Amor Doloroso encontraremos siempre a la Madre que Jesús de la Pasión nos ofreció desde la Cruz: “Hijos, aquí tenéis a vuestra Madre” (Jn 19, 26). Y a la que, una vez que recibamos en nuestra casa, no debemos permitir por nada del mundo que la abandone, antes al contrario, sigamos siempre su consejo: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5). Y, así, todos, como una gran familia, perseverando en la oración (Hch 1, 14), podremos ayudarnos en las dificultades y superar toda clase de obstáculos.

Trasmitir este espíritu y estos sentimientos a las nuevas generaciones es un reto que tampoco podemos soslayar. Razón por la que este Año Jubilar Mariano nos tiene que ayudar a descubrir cómo tenemos que actuar desde nuestra condición de cofrades en cada momento y en cada circunstancia.

III

La llegada de la venerada efigie de la Santísima Virgen a la Archicofradía de Pasión vino a llenar un hueco en la devoción mariana de los cofrades quienes, desde la constitución de la Hermandad, venían invocándola bajo la advocación de Amor Doloroso. Su tesón por conseguir una imagen de la Madre de Dios que llenase ese enorme vacío se vio compensado con creces pues la talla que la representa es de una hermosura y delicadeza poco comunes. Ciertamente el artista debió recibir una inspiración divina para conseguir en su ejecutoria la lograda expresión de esta joven dolorosa, cuya contemplación invita a la oración y a la revisión de vida.

La imagen, lo sabéis bien, no es un fin en sí misma, sino un medio para ponernos en comunicación con la divinidad o santidad que representa. No debe ser difícil conseguir esa comunicación a través de la contemplación de este hermosísimo icono mariano. Y, siendo uno de los objetivos de este Año Jubilar, contemplar con María el rostro de Jesucristo o, como diría el Papa Juan Pablo II: “la contemplación del rostro de Cristo desde la perspectiva mariana” (cf Mane Nobiscum Domine, nn. 8-9), debemos hacer un hueco en nuestras apretadas agendas, no para perderlo, sino para ganarlo rezando el Santo Rosario mientras contemplamos el rostro de Jesús de la Pasión a través de la mirada de su Madre.

La oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la celebración eucarística y el ejercicio de la caridad deben ser las prácticas habituales en este Jubileo mariano que se enmarca en la conmemoración del V Centenario de la erección parroquial de la Iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Afortunadamente las obras que se realizan en su fábrica van a devolver a este destacado templo el esplendor de otros tiempos.

El templo es la tienda donde se custodia el arca de la alianza y las tablas de la Ley, el tabernáculo eucarístico donde mora el Santísimo Corpus Christi, el ara del sacrificio, la casa de Dios. Hasta él tenemos que peregrinar en este Año Jubilar, para entrar por la puerta Santa con espíritu de conversión y, una vez dentro, dejarnos interpelar por la Madre de nuestro Señor y descubrir que la fe en Jesucristo, muerto y resucitado, es fuente de la única alegría que es verdadera, aún en medio de las dificultades y exigencias de una auténtica vida de fe.

Peregrinar con espíritu de conversión es ponerse en camino hacia la casa del Padre, para reencontrarnos con Él y decirle: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”, perdóname y “trátame como a uno de tus jornaleros” (Lc 15, 18-19), convencidos de la misericordia y de la bondad de Dios que está deseando abrir sus brazos para acogernos y perdonarnos todos nuestros fallos e iniquidades. En este Jubileo, además, quien abre la puerta es María, la Madre de Dios y nuestra, la Santísima Virgen del Amor Doloroso. Ella, que es la causa de nuestra alegría, nos va a facilitar ese encuentro íntimo y personal con el Señor a través de la confesión sacramental.

Y, una vez reconciliados con Dios, hemos de hacer lo propio con los hermanos, para cumplir el mandamiento nuevo que nos dejó Jesús antes de entregarse a su Pasión redentora: “amaos los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos” (Jn 13, 34-35). El gesto de construir la escuela para adultos “Virgen del Amor Doloroso” en nuestra Misión diocesana en Caicara del Orinoco (Venezuela), es un buen ejemplo de lo que debe ser el ejercicio generoso de la caridad.

IV

Benedicto XVI nos ha concedido la gracia de este Jubileo. Nos disponemos a celebrarlo como el acontecimiento lo requiere y como lo desea el Papa. Queremos hacer memoria de la presencia de Jesús de la Pasión y de su Madre Santísima del Amor Doloroso. El jubileo no es únicamente algo grande y extraordinario, lleno de acontecimientos y de actos religiosos y culturales, sino la posibilidad de revisar nuestra vida interior y de ponernos en camino. Lo demás  tiene sentido en la medida en que refleja el profundo y sincero compromiso cofradiero de celebrar estos aniversarios marianos con el gozo y la alegría que afloran de nuestros corazones.

Con veneración y confianza ponemos en las manos de la Santísima Virgen del Amor Doloroso los frutos de este Año de gracia, en la seguridad de que Ella los llevará hasta su Hijo, Jesús de la Pasión, vivo en medio de nosotros, para que colme de gracias y bendiciones a cuantos durante el Jubileo peregrinen a esta Iglesia parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula con espíritu de conversión y para que aumente en nosotros la verdadera devoción e imitación a la Santísima Virgen María que es vida, dulzura y esperanza nuestra.

Felicito de corazón a la Archicofradía de Pasión y a la comunidad parroquial de esta Iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula por la concesión de este Año Jubilar Mariano, en el que participamos con gozo e imparto a todos mi bendición con sincero afecto en el Señor.

En Málaga, a los doce días del mes de Septiembre de este Año Jubilar Mariano de 2006, festividad del Dulce Nombre de María.

Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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