Publicado: 00/12/1985: 844

Carta Pastoral sobre la Beatificación del P. Menni (1985)

 Queridos diocesanos:

El pasado mes de junio tuve el gozo de participar en la Basílica de San Pedro de Roma, junto a miles de españoles y algunos centenares de malagueños, en la ceremonia de la Beatificación del P. Benito Menni.

El nuevo Beato nació en Italia, pero pasó gran parte de su vida en España. Había sido enviado por el Papa Pío IX para restaurar la Orden de San Juan de Dios. Además, el Espíritu Santo le impulsó a fundar la Con­gregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

El P. Benito Menni trabajó de manera incansable, sufrió lo indeci­ble y murió en la incomprensión. Así les pasa a todos los santos. Tienen que asemejarse en todo a Jesucristo e identificarse con El en la cruz.

Pero, había cumplido su misión. Había hecho la voluntad de Dios Padre, a la manera de Jesús. Y esto era suficiente. En España logró revitalizar la Orden y fundar una nueva Congregación para el servicio de los enfer­mos, especialmente de los enfermos síquicos.

Por lo común, nosotros admiramos a toda persona que haga el bien desinteresadamente; desinterés que es auténtico, cuando el bien se hace a favor de los pobres y marginados.

Pero la admiración llega al punto álgido, cuando el bien o servicio que se hace es para aquellos que, debido a su débil situación síquica, ni comprenderán lo que hacemos, ni jamás podrán agradecérnoslo.

Para el servicio de estos últimos fundó el P. Menni la Congregación de las Hermanas Hospitalarias que desde 1884 están en Málaga. Muchas personas las desconocen. No saben ni quiénes son, ni a qué se dedican. Si un suficiente porcentaje de malagueños lo supieran, nos volcaríamos para ayudarlas. Porque al fin y al cabo hacen lo que la sociedad, lo que noso­tros, deberíamos hacer.

En el núm. 2 de sus Constituciones se define así su identidad:

“Nos llamamos Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Este nombre es expresión de nuestro carisma, pues nuestra ra­zón de ser en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria, vivida en estado de consagración religiosa según el modelo de cari­dad perfecta, Cristo, simbolizada en su Corazón”.

¡Qué honor y gracia sería para la diócesis de Málaga que algunas jóvenes cristianas sintieran la llamada de Dios para consagrarse a El, como Hermanas Hospitalarias!

Lo menos que podemos hacer es unirnos a ellas el próximo día 7, a las 18´30 horas en la Catedral, para celebrar la santa misa en honor de la Inmaculada Concepción y en acción de gracias porque Dios nos ha dado un nuevo héroe de la fe y con él ha enriquecido a la Iglesia con una nueva Congregación al servicio de los enfermos.

Málaga, Diciembre de 1985. 

Autor: Mons. Ramón Buxarrais

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