DiócesisCartas Pastorales Mons. Buxarrais

«Orientación pastoral ante conflictos laborales»

Publicado: 13/09/1973: 746

Carta Pastoral (1973)

Queridos diocesanos:

La razón de la presente orientación pastoral

La Diócesis de Málaga acaba de vivir unos acontecimientos que han afectado a toda nuestra Comunidad Diocesana.

Después de haber pedido al Señor su luz y su fuerza, y de haberme informado del Consejo Presbiteral, de otros sacerdotes, de dirigentes de Movimientos Apostólicos y de especialistas en los problemas que nos afec­tan, me dirijo a todos vosotros.

No pretendo el monopolio de la verdad, ni mucho menos el dar soluciones concretas y técnicas de los problemas sociales vividos en estos días (GS. 42). Tampoco pretendo contentar a determinados grupos que, por sus posturas unilaterales y excluyentes, aceptarían mis palabras si expresaran la respuesta que ellos mismos se dan frente a estos problemas y que consideran como la única válida. Sólo intento ser cauce de luz evan­gélica sobre los hechos vividos últimamente, y de los que ni vosotros ni yo podemos sentirnos ajenos (GS. 1).

Actitud de amor

Quiero que mis palabras sean la expresión del amor con que Cristo amó al Padre y a los hombres, y del que como cristianos debemos ser fieles testigos. Permitidme recordároslo con palabras bíblicas:

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...

y a tu prójimo como a ti mismo» (Mc 12,30).

El apóstol Juan, como queriendo hacer hincapié en estas palabras del Deuteronomio que Jesús hiciera suyas, nos dice taxativamente:

«Si alguno posee bienes de la tierra

ve a su hermano padecer necesidad

y le cierra el corazón

¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?» (I Jn 3).

Sólo con actitud de amor cristiano pueden ser leídas y aceptadas mis palabras. El egoísmo y el odio nos incapacitan para dejarnos iluminar por Cristo.

Situaciones de pecado y nuestra postura ante ellas

Nos encontramos atrapados por diversas situaciones de injusticia tanto a nivel internacional, como nacional y regional (Comunicado C.P. Málaga, Cuaresma 1972).

Entre estas situaciones me producen amargura y preocupación los conflictos laborales de estos días, provocados por defender un salario.

La Iglesia, como educadora de la fe y de la moral cristiana, debe tomar postura frente a estas situaciones, sin que ello quiera decir identifi­cación con ninguna de las diversas ideologías políticas que tal vez hubie­ran podido intervenir.

Debemos, por exigencia de la fe que profesamos, «tomar postura cristiana» frente a este u otro cualquier dolor humano. De ahí que tanto me entristecen los que se han inhibido voluntaria y conscientemente de los acontecimientos vividos estos días, como los que, monopolizando so­luciones y medios, se han interferido en la huelga abusando de la con­fianza de los obreros.

Orientación e información

A la luz, pues, de estos principios quiero daros mi visión pastoral de los hechos que nos ocupan:

1.- Siento con dolor la situación de angustia que muchos, sobre todo obreros, han padecido y siguen padeciendo. Me preocupa especial­mente la situación de los obreros en sus reivindicaciones laborales, y el hecho de los despidos de algunos de ellos, quizás de los que más se han distinguido en dichas reivindicaciones.

Pido a los cristianos cuyos cargos públicos les vinculan de alguna manera a estos despidos, no ahorren esfuerzos para que pronto, por los caminos de la justicia y comprensión, los despedidos sean reincorpora­dos a sus puestos de trabajo.

2.- No podemos contentarnos con lamentaciones. Cada cristiano, cada comunidad parroquial, comunidad religiosa y aun la misma Comu­nidad Diocesana como tal, debemos emprender con reflexión, firmeza y esperanza cristiana acciones que cooperen, por caminos viables, a la cons­trucción de una sociedad donde cada hombre posea lo que su dignidad de hijo de Dios exige.

3.- Admiro y estimulo la actitud cristiana de todos aquellos que, aun con riesgo de su porvenir económico-social, trabajan por la justicia.

4.- Reconozco, una vez más, el buen comportamiento de los ence­rrados en la Catedral; han demostrado siempre el mayor respeto al lugar en que se encontraban.

5.- Debo aclarar que nunca di mi consentimiento para que la Fuer­za Pública entrase a desalojar la Catedral. Sin embargo, por dos veces exhorté a los obreros a salir del lugar sagrado por creer que su permanen­cia prolongada iba contra sus propios intereses.

6.- Lamento que, algunas veces, la información no haya sido sufi­cientemente objetiva, y se tratara de manera irónica el comportamiento de los obreros recluidos en la Catedral.

7.- Referente a los sacerdotes, por lo que a su participación en el encierro se refiere, debo aseguraros que la comprensión y la cordialidad han sido las características de mis contactos con ellos.

Sin embargo, no apruebo el gesto de su «sentada» en la escalinata de la Catedral. Hay suficientes medios de expresión intraeclesial que es­tán al alcance de todos para poder dar a conocer libremente su parecer. Dicha «sentada», por otra parte, jamás fue acompañada de gestos hosti­les contra mi persona.

8.-El ofrecimiento de Cáritas para que sirviese como órgano coor­dinador de las ayudas, que con motivo de este hecho se estaban recibien­do, fue decisión personal mía -de acuerdo con las directrices de la Asam­blea Nacional de Cáritas- y con el fin de aliviar las posibles necesidades que el hecho de la huelga iba a provocar en familias de obreros. Cáritas Diocesana no ha dado aún ningún tipo de ayuda que anteriormente se haya recibido para otros fines.

Ser consecuentes

Esta Orientación Pastoral ni a vosotros ni a mí puede dejarnos en actitud pasiva. La vivencia de nuestra fe exige ineludiblemente de todos nosotros una constante actitud de conversión, participación de la cruz de Cristo por la fortaleza cristiana y dinamismo vital en la acción salvadora del mundo (C.E. Enseñanza).

A nivel de Consejo Presbiteral, y también a nivel personal, me he comprometido a acciones concretas de acuerdo con lo que acabo de deciros, exigidas por la fidelidad a mi ministerio episcopal.

Que mi bendición llegue a vosotros como gracia del Señor que os anima a seguir los caminos de Jesucristo, bajo la mirada maternal de María.

Málaga, 13 de septiembre de 1973. 

Autor: Mons. Ramón Buxarrais

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