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La fe puerta a puerta

Estatua de Padre Arnaiz en la ciudad de Málaga
Publicado: 02/10/2018: 9075

El periodista de Diario Sur Jesús Hinojosa escribe sobre la figura del Padre Arnaiz S.J., cuya beatificación se celebra el 20 de octubre en Málaga.

«En el padre Arnáiz muchos han descubierto, encuentran y seguirán hallando una conexión directa con la voz de Dios, que a través de su ejemplo no deja de llamar a la puerta de nuestra vida».

Málaga se prepara para un acontecimiento histórico. El próximo 20 de octubre, la Catedral y sus aledaños se llenarán de fieles para asistir a la ceremonia de beatificación del padre Tiburcio Arnaiz. Se verá de este modo cumplido el sueño de miles de devotos y miembros de la Compañía de Jesús que han visto desde siempre en la figura de este sacerdote vallisoletano un ejemplo de santidad y de la presencia del amor de Dios en nuestra diócesis malacitana.

En mi adolescencia y juventud tuve la oportunidad de conocer de cerca el día a día de la iglesia del Sagrado Corazón, y de observar las muestras de fervor que despertaba y despierta este venerado jesuita cuando su tumba todavía se encontraba bajo el suelo del templo. Prácticamente no había un momento del día en el que la lápida no recibiera las oraciones de aquellos que se sabían escuchados y acogidos por este nuevo beato. Les bastaba con rozar la losa con su mano o con algún objeto personal para sentirse tocados por la santidad de este modesto jesuita que volcó su vida en atender a los más pobres, a los enfermos, a los presos y a los que se sentían aislados y desatendidos en los pueblos y aldeas más remotas de la geografía malagueña. El padre Arnáiz supo combinar a la perfección su labor catequética en el púlpito con aquella que le hacía acudir a los corralones de la ciudad en busca de formar y dar consuelo a las clases más desfavorecidas de la Málaga de principios del siglo XX. Tal vez ahí reside el secreto de su testimonio de fe sencilla y cercana en un Dios generoso en amor que él difundió especialmente mediante la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y que el paso de los años no ha conseguido borrar.

Siempre he encontrado cierto paralelismo entre el nuevo beato jesuita y el querido capuchino Fray Leopoldo de Alpandeire, elevado a los altares hace ya ocho años. Ambos fueron constantes en llamar una y otra vez a la puerta de las casas de Málaga y Granada para anunciar la Buena Noticia de Jesús, dejándose interpelar por personas que posiblemente habían perdido su fe por los momentos de dificultad por los que atravesaban. Tiburcio y Leopoldo les ofrecieron un camino cercano para llegar a Dios por medio de la oración, la formación y la caridad. Su entrega a los demás sin más altavoz que el boca a boca de sus buenas acciones los subió a los altares mucho antes de que la Iglesia lo hiciera oficialmente. Por eso la ceremonia del próximo 20 de octubre no es más que la ratificación de un sentimiento y creencia colectivos de que en el padre Arnáiz muchos han descubierto, encuentran y seguirán hallando una conexión directa con la voz de Dios, que a través de su ejemplo no deja de llamar a la puerta de nuestra vida.

Diócesis Málaga

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