Se cumplían 50 años de la coronación litúrgica que se celebró en 1964, como acción de gracias a la Virgen por su protección durante una gravísima epidemia de tifus. En aquella ocasión, la atención a los enfermos y especialmente a las numerosas familias que carecían de lo más necesario, tuvo un papel fundamental la comunidad cristiana de Alfarnate.

Tras la curación de todos los enfermos, sin que se produjese muerte alguna, surgió la acción de gracias a María como intercesora ante Dios. Con mucho esfuerzo y sacrificios, el pueblo entero había recogido dinero para comprar una corona a la Virgen, así como un trono y manto nuevos. Fue la manera cariñosa que tuvieron de reconocer la mediación maternal de la Virgen ante Dios en aquella situación tan difícil.

Los alfarnateños esperaban la celebración de este 50 aniversario con ilusión y devoción. Y así, el pasado sábado en una tarde espléndida, en el hermoso marco de la plaza de la Iglesia, se celebró la Solemne Eucaristía en aquel mismo lugar donde se coronara la imagen de la Virgen. La Eucaristía estuvo presidida por el cardenal D. Fernando Sebastián, y fue concelebrada por numerosos sacerdotes, -algunos de ellos antiguos párrocos del pueblo-.

Asistieron numerosas autoridades civiles y militares; diez cofradías y hermandades de parroquias  vecinas, 170 madrinas de honor ataviadas de mantilla, y el pueblo de Alfarnate en pleno, que llenaba las calles espléndidamente engalanadas para la ocasión. Al finalizar la Misa, el alcalde -muy emocionado- leyó el acuerdo del Ayuntamiento de nombrar a la Virgen de Monsalud “Alcaldesa perpetua” del pueblo, y le entregó una vara de alcaldesa que fue colocada a sus pies, ante la gran ovación de los alfarnateños que irrumpieron en vivas y aplausos.

Tras la celebración de la Eucaristía, comenzó la solemne procesión, que tuvo su término en la ermita de la Virgen. En la plaza de la ermita, el párroco de Alfarnate renovó la consagración de este pueblo a la Virgen, así como el voto de acción de gracias por su constante protección maternal. Con el canto del himno de coronación terminaron los actos de este acontecimiento tan entrañable, que ha servido para unir mucho más -si cabe- a los alfarnateños con su Patrona, y por medio de Ella, con Jesucristo el Señor.