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Antonio Oviedo SSCC: «Las bodas de oro son un estímulo para seguir avanzando»

Antonio Oviedo SSCC
Publicado: 06/05/2021: 13063

Antonio Oviedo Saco del Valle SSCC (Madrid, 1946) es religioso de los Sagrados Corazones y recibió la ordenación sacerdotal hace 50 años (28 de marzo de 1971). Ha celebrado sus bodas de oro sacerdotales sirviendo en la parroquia Virgen del Camino y San Andrés, en Málaga.

¿Qué sentimientos afloran al celebrar los cincuenta años de tu ordenación sacerdotal?

En primer lugar, un sentimiento de gratitud hacia el Señor por su llamada, su compañía y su presencia a lo largo de tantos años. También hacia tantas personas que me han ido acompañando: mi familia de sangre y de congregación religiosa, los creyentes que he ido cuidando y me han cuidado en los lugares a los que he sido destinado y las diócesis en que he vivido. Esta celebración de las bodas de oro ha significado para mí, igualmente, un estímulo para seguir avanzando en hondura espiritual y en entrega apostólica.

¿Quién es para ti Jesucristo?

Una persona con la que me encontré en mis años adolescentes, aunque ya antes me habían hablado de Él, y que resultó ser el Hijo de Dios, el Dios con nosotros. Cada día he ido encontrando algo nuevo en Él, por ejemplo que lo que es para mí también lo es para muchos otros y lo quiere ser para todos. Él es el salvador de mi vida.

¿Estás contento con el ejercicio de tu ministerio en la diócesis de Málaga?

He desempeñado el ministerio en dos etapas: desde el año 2001 hasta el 2010 y desde el 2017 hasta ahora. Muy contento, también en las dificultades, que ni a mí ni a nadie habrán faltado en su vida y que tanto ayudan a madurar la fe. 

Algunas razones: la excelente acogida por parte de los sacerdotes; el celo espiritual y pastoral de muchos de ellos; la parroquia de la Virgen del Camino; la vida en unos barrios sencillos y con muchas carencias de todo tipo; una diócesis con mucha vida y con deseos de renovación. 

Quiero destacar el hecho de vivir y trabajar en una parroquia de la diócesis confiada a una congregación religiosa, porque ejemplifica, con todas sus limitaciones, cómo los carismas se comprometen y enriquecen a la diócesis y la diócesis los acepta de buen grado, no sólo como fuerza de trabajo pastoral sino también por su ser en la Iglesia.

¿A quién debes tu vocación sacerdotal?

La llamada del Señor ha ido resonando sobre todo a través de mi familia de sangre, del Colegio de los Sagrados de Corazones en que me eduqué, de varios sacerdotes diocesanos de mi Madrid juvenil y, en fin, de la Congregación en la que profesé a mis dieciocho años. 

¿Volverías a ser sacerdote si volvieses a nacer? ¿Por qué?

¡A lo mejor el Señor me llamaba por otro camino! Pero, si no fuera así, claro que repetiría.

¿Cómo has vivido sacerdotalmente estos últimos meses con la pandemia del Covid 19?

Manejando las posibilidades de atención pastoral, especialmente llamadas de teléfono y envío de reflexiones sin agobiar; también con la oración, incluso por los gobernantes, ésta última, como se ve, poco escuchada…

¿Una palabra o lema que resuma tu ministerio?

Aquella de la Biblia que figura en el recordatorio de mi ordenación: “Que nos tengan lo hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se exige de los administradores es que sean fieles” (1Cor.4,1-2).

Diócesis Málaga

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