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Visita Pastoral a la parroquia de Santiago Apóstol (Antequera)

Publicado: 05/11/2022: 4564

Homilía de D. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la parroquia de Santiago Apóstol de Antequera durante su Visita Pastoral

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL

(Antequera, 5 noviembre 2022)

Lecturas: 2 Mac 7, 1-2.9-14; Sal 16, 1.5-6.8.15; 2 Ts 2, 16 – 3,5; Lc 20, 27-38. (Domingo Ordinario XXXII-C)

1.- El testimonio valiente de los siete hermanos y su madre

Hemos escuchado en el libro de los Macabeos el testimonio valiente de siete hermanos con su madre, que fueron capaces de dar la vida por mantenerse fieles a su fe (2 Mac 7, 1.12-14), durante una persecución contra la religión judía. La madre tuvo una gran entereza, viendo morir a sus hijos y animándoles a dar testimonio.

Ellos fueron capaces de entregar su vida porque creían en la vida eterna. Porque creían en el amor de Dios y confiaban que recuperarían la vida después de la muerte temporal.

Con la muerte y resurrección de Jesucristo tenemos la certeza de que resucitaremos después de nuestra muerte temporal. Nuestra sociedad esconde y maquilla la muerte, rechazándola; se la esconde a los ojos de los niños, para que no la vean. Sin embargo, la muerte forma parte de la vida.

Si creemos en la resurrección no hemos de temer la muerte temporal, que es la puerta por donde se accede a la vida eterna. Desde nuestra fe, podemos ayudar a otros a vivir lo mismo.

2.- Creer en la otra vida

No resulta fácil para todos creer en la otra vida; unos viven tan bien, que difícilmente pueden imaginar otra vida mejor y no quieren perder esta vida. Otros viven tan sumidos en la pobreza y en problemas que no piensan en otra vida.

Los creyentes confesamos que hay otra vida: la eterna. Pero la eternidad no es imaginable y los esfuerzos de la mente no alcanzan a entender el infinito.

El papa emérito Benedicto XVI insistía en que la vida eterna ya estaba presente en la vida temporal. La vida eterna no solo viene después de esta vida terrena. Si Jesucristo, Verbo eterno de Dios, se ha encarnado en la historia, quiere decir que la vida eterna ha penetrado en la historia del hombre.

El memorial de la muerte y resurrección del Señor es la eternidad hecha historia; por tanto, ya vivimos ahora anticipadamente la vida eterna. El cristiano, por los sacramentos, ya vive en prenda la otra vida, aunque no la tenga en plenitud. ¡Animaos, porque la vida eterna nos la regala ya el Señor! El banquete eucarístico es pan de vida eterna.

La fe en la vida eterna conecta directamente con la resurrección. Pero no podemos vivir como si no tuviéramos que morir. La fe en la otra vida se presenta como la única salvación ante la muerte, que llega de manera implacable. Nos guste o no, una vez en la tierra de los vivos, hemos de pasar necesariamente por la muerte temporal; por ello, habrá que aceptarla como parte de la vida, sin esconderla ni maquillarla.

La fe en la otra vida es la única que puede dar sentido a esta vida, al ser humano y a su historia. La fe nos da felicidad, nos hace crecer, nos enriquece. Y eso debemos enseñarlo a las nuevas generaciones, para que entiendan el significado de esta vida y de la otra.

Por el Salmo dice: «Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante» (Sal 16, 15). Cuando nos durmamos en esta vida y nos despertemos en la otra vida, nos encontraremos delante del Señor cara a cara; porque estar con Dios es la mayor felicidad. Su presencia en este mundo es sacramental, pero nos ayuda también a ser más felices.

3.- Dios de vivos

Dios es el Dios de la vida; no es Dios de muertos.

Se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano» (Lc 20, 28).

Había siete hermanos y fueron casándose sucesivamente con la misma mujer, porque no tenían hijos (cf. Lc 20, 29-31). Los saduceos le preguntaron al Señor: «Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer» (Lc 20, 33).

Jesús les cambia el discurso y les responde: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo» (Lc 20, 34); «pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio» (Lc 20, 35). El matrimonio es solo para esta vida.

Jesús les dice: «No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos» (Lc 20, 38).

4. Dios de la alegría y de la esperanza

En la asamblea que hemos tenido antes de la Misa, alguien ha dicho que la fe le daba esperanza, alegría y libertad.

Dios ha transformado nuestra existencia y ha sembrado en nuestro corazón la semilla de la esperanza y la semilla de la eternidad.

El cristiano dispone de una certeza: Dios ha resucitado a su Hijo Jesús; y todo aquél que se une a Jesucristo por la fe participará de su victoria. La fe en la resurrección es la fuente de la alegría y de la esperanza.

Pidamos al Señor, queridos fieles, vivir con alegría y esperanza en la resurrección. Si se cree en la resurrección las tareas del mundo encuentran un nuevo sentido, porque están encaminadas a hacer presente el Reino de Dios en la tierra. Cuando se cree en la vida, se ama, se lucha, se busca la alegría, se rehúye la mediocridad, se aprecia todo lo que es humano.

5.- La Visita pastoral

La Visita pastoral, tal como hemos comentado en la asamblea precedente, pretende reflexionar cómo vivimos la fe. Debemos revisar, como comunidad parroquial junto con el párroco, cómo podemos celebrar mejor la fe; cómo podemos formarnos mejor; cómo podemos participar mejor en la comunidad; y cómo podemos dar mejor testimonio de la fe en esta sociedad pagana.

Os decía al final de la asamblea que el cristiano es necesario en esta sociedad, porque aporta mucho a ella. Gracias a la presencia de los cristianos, mejora nuestra sociedad. ¡Manteneos firmes, sin desfallecer! ¡Sed buenos testigos! ¡Sed luz en esta sociedad que vive en tinieblas! ¡Sed sal, para dar sabor a esta sociedad!

Lo pedimos por intercesión de la patrona de la parroquia, Nuestra Señera de la Salud. Ella supo ser luz y sal, porque acogió a Jesús en su vida. ¡Que Ella nos enseñe y nos ayude a hacerlo igual! Así sea.

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