NoticiaColaboración ¡Qué buena escuela! Publicado: 28/01/2014: 8451 En la década de los cincuenta, del siglo pasado, nuestra Diócesis se empeñó en una bella labor pastoral: erradicar del campo malagueño, habitado por unas 200.000 personas, el analfabetismo. La Diócesis, con don Ángel Herrera a la cabeza, creó un magisterio y se edificaron más de 200 escuelas-capilla. El Seminario hizo suyo este empeño y sus seminaristas teólogos, en grupos de a cuatro, pasaban el mes de agosto en aquellas escuelas iniciándose como misioneros rurales. D. Antonio López, don Antonio Cañada, don Manuel Pineda y todos los superiores del Seminario se multiplicaron para que los seminaristas no se quedaran sin misa los domingos. Para quienes tuvimos la suerte de vivir aquella experiencia, fue una gracia: ¡nos enseñaron tanto! Los campesinos se reunían alrededor de la escuela y, allí, cantaban, bailaban y nos escuchaban. Alfonso Arjona aún recuerda la tarde que los hombres y mujeres, tras la charla de los seminaristas, cantaban y bailaban por verdiales. Y la expectación que creó un joven al dirigir su letra a una muchacha embarazada, solicitándole el baile. Ella respondió al envite cantando: «Me lo pides por favor, como si fuera una extraña, sabiendo que llevo yo, sangre tuya en mis entrañas y pronto se verá la flor». Autor: Lorenzo Orellana, párroco de San Gabriel