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Un 0’8% del IRPF lograría la autofinanciación de la Iglesia

Publicado: 07/05/2006: 369

•   Actualmente, marcando la casilla de la Iglesia, aportamos sólo un 0’5%

Como todos los años, las cruces de mayo vienen acompañadas de otra cruz, la que los ciudadanos tenemos la oportunidad de marcar en nuestra declaración de la renta.

Es una de las pocas veces que nos dejan elegir sobre el destino de nuestros impuestos, aunque sea sólo un 0’52% del total de nuestra contribución, una cifra que se está renegociando actualmente con el gobierno. Con el actual porcentaje, para que la Iglesia lograra la autofinanciación, ya propugnada en los acuerdos Iglesia-Estado de 1979, sería necesario que todos los contribuyentes marcaran la casilla de la Iglesia. Por ese motivo, mientras se logra llegar a un acuerdo, la Iglesia necesita de nuestro apoyo.

En este artículo, Manuel Burgos, miembro del Consejo de Asuntos Económicos de la diócesis y asesor fiscal, nos explica los entresijos del IRPF; y tres malagueños nos cuentan por qué ponen la cruz en sus declaraciones.

En los acuerdos Iglesia-Estado, firmados en 1979, se propugnaba ya la autofinanciación de la Iglesia en España. Sin embargo, la actual aportación tributaria, decidida unilateralmente por el gobierno, no es suficiente y, por ese motivo, nuestro apoyo es más necesario. Manuel Burgos nos ayuda en las siguientes líneas a entender la contribución al sostenimiento económico de la Iglesia católica en nuestro país, que tiene su razón de ser en que la Iglesia es una entidad de cuya labor se beneficia la sociedad entera y a la que, como ciudadanos, podemos apoyar de una forma muy sencilla por medio de nuestros impuestos.

–¿En qué consiste la aportación del IRPF a la financiación de la Iglesia católica? ¿Cuánto proviene de los ciudadanos y cuánto del Estado?

–Los fieles, católicos o no (pues hay muchos que sin profesar su fe saben del buen uso que hace la Iglesia del dinero), aportan alrededor del 70% y el Estado el 30% restante.

Ese 30% es un dinero que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, igual que se apoya económicamente el cine, los sindicatos o los partidos políticos.

– Al trabajar en una asesoría, tendrás la oportunidad de observar de primera mano la aceptación que este tema tiene en la gente. ¿Existe conciencia de la necesidad de ayudar a la Iglesia? ¿Solicita la gente que se ponga la “crucecita”?

– No existe mucha conciencia, quizás porque no sabemos trasmitir la labor callada que realiza la Iglesia en tantos sitios donde el Estado no llega. Es muy importante que, igual que preparamos la documentación para hacer la declaración, no olvidemos indicar que se ponga la cruz para la Iglesia.

–¿Se le ofrece realmente al contribuyente la oportunidad de elegir o se le “incita” a marcar la casilla de “otros fines sociales”, como han denunciado algunos medios de comunicación?

– Desgraciadamente “se cierra el cielo para que no sea anunciada la Buena Noticia de Jesús Resucitado”. Es cierto que muchos programas informáticos vienen predefinidos con la otra opción, lo que lleva a hacer un pequeño trabajo extra de cambio de casilla. No obstante, podemos y debemos decidir sobre el destino de nuestro dinero, tanto en el borrador que nos envía Hacienda como ante el asesor que nos realice la declaración, lo que no significa que paguemos más.

–Tú también eres miembro del CAE (el Consejo de Asuntos Económicos de la diócesis). ¿A qué se dedica el dinero la Iglesia Católica?

–Mi colaboración con el CAE consiste en devolver a la Iglesia lo mucho que recibo de ella. El dinero se dirige, en un 50 por ciento, a la construcción de nuevos templos y a la rehabilitación de los ya existentes; un 24 por ciento, a pagar a sus trabajadores, curas y seglares, que dedican su vida a anunciar el mensaje de Cristo en las parroquias, en las delegaciones, en los secretariados, etc; el 10 por ciento a colaborar con la comunidad nacional y ayudar a las parroquias más pobres y el restante 13 por ciento a otras necesidades.

–¿Qué razones darías tú para animarse a poner la cruz?

– La razón que doy es imaginar qué ocurriría si la Iglesia, además de realizar su función espiritual, no actuase con los pobres, en las escuelas, en la acción social. La Iglesia necesita nuestro apoyo, no sólo en la declaración, sino con un compromiso fijo que le permita seguir trabajando por el Evangelio.

Autor: Revista Diócesis

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