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JESÚS BELLIDO. Otra curva que aplanar

Publicado: 20/05/2020: 14881

Jesús Bellido, miembro de Cáritas parroquial de Virgen del Camino, reflexiona sobre la situación de necesidad de muchas familias en esta etapa.

En estos tiempos, cuando la desescalada de las medidas para detener al coronavirus son la realidad del día a día, queda atrás la famosa curva que teníamos que aplanar. Y lo hicimos, vaya si lo hicimos. Gracias al esfuerzo y compromiso de los ciudadanos, pasamos por todas las fases, empezando por el aterrador crecimiento exponencial del número de casos y fallecidos, día tras día. Luego vino el turno de transitar por la terrible meseta, en la que cada jornada las cifras se parecían mucho a las de ayer y anticipaban las de mañana. Y, finalmente, vino el ansiado descenso, renaciendo la esperanza y el optimismo, el deseo de volver a lo más parecido que podamos encontrar de nuestras vidas anteriores.

Pero hay otra realidad, la que estamos viviendo día a día, semana a semana, en nuestras Cáritas. Y es una realidad que también trae una curva en la que nos va mucho como sociedad solidaria el ser capaces de aplanarla. En el eje Y, ese que sube hacia arriba, ponemos el número de familias que atendemos, mirando hacia el cielo, esperando recibir una ayuda que tanto necesitan. El eje X, corre recto hacia el horizonte, representando el tiempo, los días y semanas, que para aquellos cuyos recursos van menguando, son ya demasiados. Ese intento de representación de la realidad que es una gráfica o un modelo matemático, nos señala que estamos en fase de crecimiento exponencial. Azuzadas por ese ERTE que no llega, el trabajo que se ha perdido, la chatarra que no se recoge, el mercadillo que no abre, … hay una riada incontenible de familias que acuden a la parroquia buscando ayuda para sobrevivir, aguantar un día más. De momento, aún no hemos llegado al pico de nuestra curva de la infelicidad y la desesperanza.

Todos nuestros recursos y esfuerzos se concentran ahora en atender lo inmediato, asegurarnos que todas y cada una de las familias que tocan en nuestra puerta, no carezcan de lo esencial para mantener una vida digna. Pero el camino por delante es muy largo.

Somos conscientes de que en algún momento llegaremos al pico, y el número de familias atendidas se estabilizará, incluso empezará a bajar, cuando lleguen los esperados pagos de los ERTE, se asignen las rentas mínimas, se recuperen algunos puestos de trabajo, se imponga la nueva realidad. No obstante, nos preocupa otra ramificación del drama que se puede estar gestando bajo nuestras narices.

El estado de alarma protege el alquiler y los servicios básicos (luz, agua, impuestos, …), pero los recibos no se desvanecen, se van acumulando en cajones, esperando la ocasión propicia para salir a la luz. Será entonces cuando muchas familias que han tenido que priorizar sus recursos para asegurar la alimentación e higiene y estarán viviendo en una economía de supervivencia con las rentas asignadas (o sin ellas), deberán hacer frente a todos estos impagos. Y no queremos olvidarnos de aquellos hogares, en los que la nacionalidad de sus miembros, la falta de un empadronamiento, un documento, incluso de una vivienda digna, puede dejarlos fuera del régimen de ayudas, desamparados por las administraciones.

Es posible que para ese momento los recursos de nuestras Cáritas estén ya muy mermados, por lo que, si se confirma esa segunda ola, puede ser aún más devastadora que la primera. Estamos en las trincheras, en la primera línea, codo a codo con todas y cada una de las familias, las personas, que nos piden ayuda. Pero es una guerra larga, en la que nos toca adelantarnos a los acontecimientos y estar listos para lo que ha de venir. Debemos prepararnos para lo peor y esperar lo mejor. Pero no podremos hacerlos solos, trabajando cada uno por su cuenta y tirando de sus medios. Urge medir las fuerzas propias, unir voluntades y esfuerzos, preparar un plan común de trabajo y rogar por la energía para llevarlo a cabo. Nos lo decía Dario Mollá Llacer hace unos meses, “…si tú los quieres más que yo ¿Qué vas a hacer por ellos? ¿Qué vamos a hacer por ellos? …”

 

Diócesis Málaga

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