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Efecto Cautivo

Enfermos del Hospital Civil ante la imagen de Jesús Cautivo y Mª Santísima de la Trinidad. FOTO: La Opinión
Publicado: 19/03/2019: 12805

El Dr. José Rosado, acreditado en adicciones, escribe sobre la dimensión espiritual del ser humano, que no puede ser ignorada ni reprimida, y los efectos que provoca la devoción a Nuestro Padre Jesús Cautivo en tantas personas que lo acompañan en su salida procesional.

El ser humano se encuentra estructurado en una realidad celular que, unida a su realidad mental, está diseñado para garantizar una existencia en óptimas condiciones, y para esta meta tiene grabado en el ADN los programas para el mantenimiento, defensa y reparación, necesarios y suficientes. Pero existe otra realidad metapsíquica relacionada con las anteriores, con las que mantiene una intrínseca funcionalidad armónica, que las vivifica y anima. Es también la que completa y ofrece integridad al conjunto, pero con la capacidad de colocar esas dos realidades como en un escenario en que las puede estudiar, valorar y controlar, indicando que, aunque sean propias, se diferencia de ellas. La idea que somos algo más que un cuerpo y una mente está siempre presente: la dimensión espiritual se identifica con esa realidad metapsíquica, y es la que argumenta los fuertes y arraigados deseos, comunes al género humano, de trascendencias y permanencias más allá de los límites biológicos; ofrece respuestas a los interrogantes e inquietudes que nos asaltan, y descubre el significado profundo de la experiencia humana.

Cuando esta dimensión es olvidada, ignorada y reprimida de manera sistemática por diferentes intereses, se provoca una mutilación esencial en la estructura y, herida en su integridad, confunde y desorienta a la persona que le hace perder el sentido de su vida: una sensación de vacío la domina y así es muy complicado vivir.

Ante esta situación, la persona se rebela y, como necesidad existencial, se refugia en las creencias que, señalando una llamada de auxilio a la esperanza, tienen la capacidad de ser un instrumento eficaz para recuperar esa dimensión espiritual que, siempre latente y presente en su hondón, se encuentra esperando la oportunidad de asumir de nuevo su protagonismo y restablecer la integridad perdida.

En Málaga, el Cautivo, en su visita anual y fija al Hospital Civil, en tiempos de Semana Santa, es un selectivo generador de creencias, que es como una conformidad con un algo que nace del interior de la persona y que, desarrollándose a partir de sus propias convicciones, la seduce y cautiva. Lo enfermos ingresados se encuentran esperando su presencia y bendición, y se sorprenden descubriendo en su corazón un singular impulso que les despierta una alegre esperanza que, superando a la razón, hace que la palabra imposible se pierda en su mente y sea sustituida por una verdad inconcusa: el Cautivo viene con un regalo para cada uno…y todo es posible.

Claro que en su recorrido hacia el hospital, las personas que le saludan, aplauden, le vitorean, piropean, le arrojan flores, le acercan a los niños, le cantan saetas, crean un campo emocional en que el cariño y devoción se reflejan en ojos brillantes que denuncian muchas lágrimas contenidas; los sentimientos desbordan los corazones y los deseos más íntimos se transforman en plegarias con la confianza que todas son escuchadas y todas recibirán las respuestas adecuadas: las creencias se transforman en inefables certezas. El consciente y el subconsciente colectivo crea un clima de singulares efectos terapéuticos y así muchas personas son iluminadas en sus sombras, consoladas en sus penas y aliviadas en sus enfermedades.

El Cautivo derrama en sus corazones gracias y bondades que representan el mejor tesoro, pues les fortalece libertades que le hacen desaparecer miedos, temores; infunde alegrías y optimismos y hacen superar esclavitudes; una consolidada confianza le garantiza que el Cautivo “es seguro”. Esta enraizada idea, les hace entender que creer es crear las condiciones favorables para que aquello en lo que se cree se pueda conseguir. Los deseos se hacen realidad mental que siempre precede a la orgánica, y sus vidas adquieren una tonalidad que se manifiesta con un cambio “terapéutico” en pensamiento, palabra y conducta.

Este es el “Efecto Cautivo” : la enfermedad de cualquier tipo, de manera singular, es sublimada y convertida en la oportunidad para que la persona pueda tomar conciencia de su dimensión espiritual y de su filiación divina, y que la identifica como única, original, irrepetible, autónoma, y con voluntad libre para conseguir la plenitud de su naturaleza que le solicita trascendencias e inmortalidades que es el objetivo para la que fue creada, y que se harán realidad definitiva cuando se encuentre con el origen y meta de su existencia.

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José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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