Todos los sacramentos, como los ministerios eclesiales y obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua (cf. PO 5).

La Eucaristía sí es primera comunión cuando en ella se recibe por primera vez a Jesucristo “el pan de vida”, aunque para muchos “niños y jóvenes” viene a ser primera y última ya que “su fin era hacer la primera comunión” sin llegar a descubrir que lo importante es seguir a Jesucristo viviendo en comunión con Él, comulgar a Cristo en cada Eucaristía y crecer nuestra unión con Él, parecernos cada día más a Él mientras caminamos hacia la casa del Padre.

La Eucaristía se puede recibir cualquier día del año sin esperar al mes de mayo, pues lo importante es saber lo que se va a celebrar, sentir la necesidad de comulgar a Cristo, solo o en grupo, de forma sencilla, sentirse parte de una comunidad parroquial.
Así cumplimos el mandato de Jesús a sus apóstoles: «Haced esto en memoria mía hasta que vuelva» (1 Co 11, 26).