Tras la Eucaristía, D. Jesús Catalá presidió un breve homenaje en el lugar en el que están enterrados los hermanos maristas que dieron su vida en Málaga durante la persecución religiosa. Como señaló en la homilía: «La lápida conmemorativa, que bendeciremos al final de la Misa, es muestra de gratitud por la misión que los Hermanos Maristas mártires desarrollaron en nuestra ciudad y por su vida entregada en oblación al Señor».

El texto glosa la vida y martirio de los seis religiosos homenajeados: «Todos ellos habían dejado sus familias de origen para dedicarse a la misión que Dios les confiaba en la congregación religiosa. Procedentes de diversos lugares, como hemos visto, tuvieron en común tres cosas: la misión educativa desde la consagración religiosa; el lugar de trabajo de dicha misión: Málaga; y el final de su vida, ofrecido como holocausto a Dios».

Tomando como base el Evangelio del ciego de Jericó, Mons. Catalá destacó la labor educativa de estos mártires: «Siguiendo este ejemplo los Hermanos Maristas ayudaron a muchos ciegos en la fe, en la esperanza y en el amor, a acercarse a Jesús para encontrarse con él y seguirle; los Hermanos les animaron y les acompañaron para que tuvieran un encuentro directo y personal con Jesús y muchos descubrieron la luz de Cristo y la fe. Y también acompañaron a mucha gente ignorante y sin instrucción a ver las cosas desde una nueva luz. La educación integral también forma parte de la iluminación que ofrece el Evangelio».

Texto íntegro de la homilía.