DiócesisHomilías Visita pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen (Montecorto) Publicado: 04/05/2013: 602 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen (Montecorto) celebrada el 4 de mayo de 2013. VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN (Montecorto, 4 mayo 2013) Lecturas: Hch 15,1-2.22-29; Sal 66,2-8; Ap 21,10-14.22-23; Jn 14,23-29. 1.- Un fraternal saludo a D. José, el párroco. Me acompaña D. José-Luis que es el Arcipreste de Ronda y de la Serranía y también párroco de San Cristóbal. Y ya sabéis que estamos construyendo un templo nuevo en esa misma parroquia que está en la zona llamada San Rafael. Él es el párroco de esa parroquia. Un saludo a toda la comunidad cristiana de Montecorto, que ya nos hemos encontrado al inicio de esta mañana rezando juntos para empezar la Visita Pastoral y después en el encuentro que hemos tenido antes de la Eucaristía. La Visita Pastoral es un momento de gracia, es un encuentro especial con el Señor y también un encuentro con el Obispo, al que ha puesto el Señor como cabeza de la Diócesis, no por méritos de ninguna clase, sino como un servicio, como una tarea. 2.- Los sacerdotes sabemos que nuestro ministerio nos sobrepasa. Podemos decirle a una persona cuando se arrodilla y pide perdón: “Yo te perdono en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Y así sus pecados le son perdonados. Nosotros, los sacerdotes, tenemos que pedir también perdón ante otro sacerdote para que nos perdone los pecados; pues, es un servicio para los demás, no es para uno mismo. Aunque nos santifiquemos, naturalmente, presidiendo la Eucaristía, celebrando los sacramentos y evangelizando como cualquiera de vosotros. Pero la vida cristiana se hace entre todos. El Espíritu Santo es el que coordina, el que inicia nuestra fe, el que potencia, el que nos da su fuerza, el que nos da la vida, la luz. Nosotros somos receptores de esa bondad de Dios. En la comunidad cristiana cada uno tiene una misión que realizar. El párroco preside todo: la Eucaristía, las decisiones, los encuentros, la liturgia, las reuniones… Pero son los fieles los que tienen que vivir y tomar su corresponsabilidad. El párroco solo no puede llevar tres parroquias, como lleva D. José. No puede él estar dando catequesis en las tres parroquias al mismo tiempo. Por eso, es importante que los laicos toméis responsabilidad y toméis conciencia de la tarea que nos toca hacer a todos. 3.- Como hemos dicho antes, en el momento de diálogo antes de la Eucaristía, los padres en primer lugar en su familia son los primeros educadores de la fe de sus hijos, los que tienen que anunciar el evangelio, hablarles a sus hijos de Dios, de la fe, de los sacramentos, de la Iglesia, de la vida moral. Si ellos no lo hacen tendrá que ser la comunidad cristiana quien lo haga. Y tendrán que ser otros cristianos quienes se encarguen de educar en la fe a los hijos de las familias que no son creyentes o practicantes. Eso es responsabilidad de toda la comunidad cristiana. Os animo a que toméis en serio el tema de la educación en la fe de vuestras generaciones jóvenes. Estoy convencido de que la fe es un proceso y en la época de la juventud puede que haya más alejamiento de la Iglesia. Digamos que es una etapa crítica, dentro de la normalidad, y a mi modo de ver es porque no se entiende qué es la fe. 4.- Cuando a una persona, sea niño, joven o adulto hay algo que da sentido a su vida, hay algo que le ayuda a ser feliz no lo abandona. ¿Vosotros no buscáis la felicidad? A ver, ¿quién de vosotros no busca ser feliz? Todos buscamos ser felices. Pero, ¿dónde buscamos la felicidad, donde se encuentra o a veces donde no se encuentra? La vida de fe, la vida cristiana puede ayudarnos muchísimo a ser más felices, falta que lo descubramos. Es como un pozo, como un manantial de agua al que uno acude cuando tiene sed para reponer fuerzas, para refrescarse, para saciar ese anhelo que tiene. Eso es el cristianismo, eso es la fe, eso es el amor a Dios. Os invito a que redescubramos con gozo y con alegría lo que significa ser cristiano. Y si lo viviéramos con todas las consecuencias seríamos mejores testigos de esa fe en nuestra sociedad. 5.- Hemos escuchado en el texto del Libro de los Hechos una primera reunión o concilio que hace la Iglesia de Jerusalén y se plantearon qué tenían que hacer para los que se convertían a la nueva fe. La mayoría de ellos eran judíos, y empezaba a haber otros, que eran griegos, pertenecientes a otra cultura, a otra lengua, a otra religión. Pero la pregunta es: los primeros cristianos cuando venían otros de fuera a querer ser cristianos y bautizarse ¿qué tenían que pedirles? Después del concilio, después de las discusiones, al final, el apóstol Santiago resume y les dice que no tienen que pedirles más de lo que les pide el Espíritu Santo; pero sí hay que pedirles, al menos, lo que pide el Espíritu (cf. Hch 15, 28). No se puede aceptar a alguien que tenga como Dios los dioses falsos que no son Jesucristo: «absteneos de la carne sacrificada a los ídolos» (cf. Hch15, 29). Uno no puede ser cristiano y adorar al Dios de Jesucristo y simultáneamente adorar a otros dioses, se llamen como se llamen. Si uno adora al dios poderoso “dinero”, o adora al dios “fama”, o adora al dios “poder”, o adora al dios “sexo”, o adora al dios… pone todas sus fuerzas en eso, no puede adorar al Dios de Jesucristo. 6.- ¿Qué hace falta para convertirse? Adorar al Dios de Jesucristo, ponerlo como el centro de nuestra vida; que Cristo sea realmente el centro de nuestras vidas y que no estemos todo el día con la boca abierta intentando buscar una felicidad que no encontramos fuera. Podemos encontrarla dentro, en Jesús. Esta es la primera condición. Y después, también es necesario apartarse de las modas que van en contra de la fe (cf. Hch15, 29b). Aquí el texto del Libro de los Hechos habla de uniones ilegítimas, podíamos decir lo mismo hoy. Uno no puede vivir la fe cristiana siguiendo las modas tal cuales están en la calle. Un cristiano no puede apoyar hoy el que se mate a un niño inocente en el seno de la madre, aunque la ley no lo castigue; son dos cosas distintas. Un cristiano no puede estar a favor del aborto, aunque la ley no castigue esa acción. O a favor de los múltiples divorcios y de unos casamientos sin fin, sin parar, cuando Jesucristo nos dice que el matrimonio es indisoluble, único y exclusivo (cf. Mt 19, 1-12). Uno no puede jugar a dos cartas. ¿Cómo haríamos hoy la misma pregunta que se hicieron los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén? El que quiera entrar en la vida de fe de la Iglesia, ¿a qué tiene que renunciar? A lo que está en contra de la fe de la Iglesia, nada más, no hace falta más. Esto no es una invención humana, sino que es una doctrina, una revelación que Cristo nos ha dado. Eso sería vivir dentro de la fe de la Iglesia, en esa imagen tan preciosa de la Apocalipsis que habla de la Ciudad Santa, de la Jerusalén celeste que mantiene su signo aquí en la Jerusalén de la tierra, lo que es la Iglesia (cf. Ap 21,10-14). 7.- El Evangelio nos dice dos cosas importantes: Cristo ama a su Padre y le obedece. Y Jesús dice: «El que me ama guardará mi palabra» (Jn 14, 23b). Si Cristo ama al Padre y le obedece, el ejemplo para nosotros es que si yo digo que amo a Dios debo ser también consecuente y obedecerle, como hace Jesucristo. Por lo tanto, los mandamientos son normativa positiva para mí. Obedecer a Dios es expresión del amor que yo le tengo. Continúa diciendo Jesús que al que le ama y guarda sus mandatos «mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14, 23c). Es decir, el cristiano que ama a Dios y le obedece cumpliendo los mandamientos, después Dios inhabitará en él, Dios estará con él, Dios iluminará su vida, Dios llenará su corazón. A eso os invito queridos hermanos. 8.- En este fin de semana, como costumbre vuestra, a primeros de mayo, soléis hacer la romería. El pueblo estero está ya en ascuas, en buen ánimo de vivir esa costumbre hermosa que tenéis a la que le dais también un sentido religioso. Me habéis dicho que os acompaña la Virgen, la imagen de la Inmaculada, en plan de romero, de camino, como peregrinos de esta vida. Me alegro, os felicito que participéis de esa romería, pero dándole un sentido cristiano. Las cosas de la vida podemos iluminarlas con la luz de la fe. La romería tiene el sentido de fraternidad, de compartir, de estar juntos, de vivir la vida, de disfrutar, de ser feliz. ¡Disfrutad, sed felices! Decidles a los demás que ser cristiano no es ser triste, gozad del canto, de la naturaleza, de la compañía, de la familia, de la amistad, de la buena comida, gozadlo. Eso es bueno. ¡Me duele tanto cuando oigo a los no cristianos cuando nos acusan de que todo es malo! ¡Si es que no es así! Las cosas buenas que ha creado Dios son buenas. Otra cosa es el que abusa. Decidme, ¿el vino es bueno? (Respuesta de los feligreses: “¡sí!”). El bueno es bueno y beber vino es bueno, lo que no es bueno es emborracharse. Gocemos de las cosas buenas con medida. Disfrutad y vivid como hijos de Dios, como hay que vivirlo, como hay que disfrutarlo. 9.- El Señor nos ha dicho que somos sal y luz de la tierra. A ver, las mujeres: ¿en la comida ponéis un puñado de sal al cocinar la comida o una pizca de sal? (Respuesta de las mujeres: “una pizca”). Una pizca, un poquito. Los cristianos siendo poquitos y con un gesto pequeño damos sabor a la vida. Os pido que le deis sabor cristiano a la vida, porque con una pizca es suficiente, cambia el sabor de la comida. Si echáis mucha sal no se puede comer. Sed sal de la sociedad en ese sentido, con una pizca, un gesto, una palabra, una sonrisa, un acto de amor, eso le da sal, le da sabor a la vida. Pues, vamos a vivir así y a demostrar a todos los habitantes y paisanos nuestros de Montecorto que podemos poner sal y luz, y sabemos vivir con alegría. Si mucha de la gente que se dice no cristiana supiera la verdad de lo que es ser cristiano, digo que se pegarían tortas por entrar en la Iglesia. Tenemos que demostrarle que nuestra fe vale la pena vivirla. Todo esto se lo vamos a pedir a la Virgen, a vuestra Patrona, a la Virgen del Carmen. El Carmen, el Carmelo es una imagen preciosa. El Carmen es un jardín, ¿conocéis los cármenes de Córdoba o de Granada? La Virgen del Carmen es un jardín precioso donde se puede disfrutar en él. Pues, que la Virgen del Carmen nos ayude en él a saber disfrutar del jardín de la Iglesia. Eso es lo que pido para todos vosotros. Que así sea. Más artículos de: Homilías Visita pastoral a la parroquia de Santiago (Montejaque)Clausura del 60 aniversario de la Fundación Victoria y del Primer Centenario de la Obra Educativa de la Diócesis (Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir