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50 aniversario de consagración religiosa de Hna. Encarnación Romero, superiora de la comunidad religiosa de Mercedarias de la Caridad (Residencia Sacerdotal-Málaga)

Publicado: 29/04/2013: 663

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el 50 aniversario de consagración religiosa de Hna. Encarnita Romero, religiosa de las Mercedarias de la Caridad (Residencia Sacerdotal-Málaga) celebrado el 29 de abril de 2013.

50 ANIVERSARIO DE CONSAGRACIÓN RELIGIOSA

DE HNA. ENCARNACIÓN ROMERO,

SUPERIORA DE LA COMUNIDAD RELIGIOSA DE LAS MERCEDARIAS DE LA CARIDAD

(Residencia Sacerdotal– Málaga, 29 abril 2013)

 

Lecturas: 1 Jn 1, 5-10; 2, 1-2; Sal 102, 2-9.13-14.17-18; Mt 11, 25-30.

1.- En la primera lectura de hoy se nos invita a ponernos realmente ante el Padre, ante Dios. A veces podemos tener la tentación de querer presentar una figura más hermosa ante los demás de lo que somos, puede que caigamos en esa tentación. Pero, en la Primera Carta de Juan se nos habla de un realismo muy claro y muy básico. Y se plantea que, si alguien dice que está en la luz, pero no vive como hijo de la luz se equivoca; incluso más, miente. Si alguien dice que no ha pecado, miente.

Por tanto, en esta fiesta, en esta celebración eucarística el colocarnos delante de Dios tal y como somos, como creaturas, con nuestras limitaciones, con los dones que nos ha dado el Señor, pero que son dones suyos, no son tanto producto de nuestra capacidad y de nuestro esfuerzo, es un regalo de Dios. Es bueno que nos resituemos como creaturas ante Dios y seamos realistas. A Él no podemos engañarle. Puestos ante Él, la luz de su Palabra, la luz de su Espíritu ilumina todos los rincones que pueden quedar un poco oscuros o con sombras de nuestra vida y de nuestra realidad.

El texto nos invita a presentarnos ante Dios con un gran realismo, con una gran humildad y sencillez, sin tapujos, sin encubrimientos, sin disfrazar, sin desfigurar la realidad. Ante Dios somos hijos suyos, que nos ha adoptado, pero con una carga y un lastre de pecado, de egoísmo. Hemos desfigurado la figura que se nos regaló en el bautismo, la figura de Cristo. Asociados a Jesús, esa marca indeleble que nos dejó el bautismo como hijos de Dios la hemos emborronado muchas veces, la hemos desfigurado, y siendo realista hemos de aceptar que es así.

2.- En nuestros años, para muchos ya largos, de ministerio sacerdotal, en los cincuenta años de consagración de la Madre Encarnita hay muchas luces, hay muchas cosas buenas y hay limitaciones, lógicamente. Podremos disfrazarlos ante los demás, pero ante Dios no se puede disfrazar.

Por tanto, siendo realistas, agradecemos a Dios todo lo que Él nos ha regalado, todo lo que le ha regalado a Encarnita en estos cincuenta años de consagración al Señor, y lo que hacemos es darle gracias por todo. Pues también hemos de darle gracias del perdón que nos otorga cuando no sabemos actuar bien o cuando no hemos querido actuar bien, o cuando queriendo no hemos podido.

También es de agradecer la comprensión, la acogida, el perdón, el afecto que Dios nos tiene a pesar de nuestras debilidades y de nuestros fallos. Por tanto, un primer punto de realismo. Ante Dios no se pude disfrazar nada. Realismo y también acción de gracias. Tampoco hay que apesadumbrarse porque no hemos realizado siempre lo que el Señor nos pedía, hemos de confiar siempre en su misericordia.

3.- En un segundo punto, dentro de esta acción de gracias al Señor por la consagración de nuestra hermana, lo tenemos, como hemos escuchado antes en la semblanza espiritual, dentro de una Congregación fundada por el Padre Zegrí; y, por tanto, desde un carisma de caridad que tiene la Congregación. Mercedarias de la Caridad con un talante, con un estilo como dice el Padre fundador de enjugar todas las lágrimas, apoyar al que está necesitado, limpiar el rostro de quien necesita esa ayuda, acoger con un corazón paternal y maternal al que está necesitado. Es decir, allá donde haya necesidad, dolor, sufrimiento, limitaciones una hermana Mercedaria de la Caridad tiene un puesto, un lugar.

Y vosotras lo ejercéis en distintos ambientes y también en esta casa que todos os agradecemos, porque es un regalo del Señor teneros a vosotros cercanas, enjugando con paños de lágrimas los momentos más tristes y dolorosos de los sacerdotes y eso es de agradecer. La presencia de tantos sacerdotes hoy en esta celebración lo expresa y manifiesta con cariño.

Por tanto, además de dar gracias a Dios por la presencia de vuestra Congregación, por la presencia de las hermanas y hoy de un modo especial de la Hermana Encarnita, queremos agradecer personalmente y esos cincuenta años de servicio a la Iglesia.

4.- Hoy celebra la Iglesia la fiesta de Santa Catalina de Siena, una mujer que ha vivido en una época muy distinta a la nuestra, en Italia, en un momento en el que papado venía siendo muy criticado, como si se intentara que desapareciera la figura paternal del papa. Y Catalina de Siena puja para que sea respetada la figura papal y trabaja en ese sentido, para que recupere lo que es más esencial, a parte de las connotaciones históricas de las que podía hablarnos muy bien D. Rafael, como historiador, hay una actitud de amor a la Iglesia. De amor al Pastor universal, de amor a los pastores.

Y eso, a veces, falta hoy, incluso entre cristianos. Me atrevo a decir que incluso entre sacerdotes. Amor a la Iglesia a la que pertenecemos. Cuando escucho a un fiel o un cura que dice: “¡Es que la jerarquía!” ¡Cómo si tú no fueras jerarquía! Eres tan jerarquía como el obispo. ¡Cómo si tú no fueras Iglesia! Si eres Iglesia por el bautismo. Eso por desgracia ocurre en nuestro tiempo.

Tener una santa, Catalina, quien, desde su lugar natal, desde Siena y desde Italia demuestra su amor a la Iglesia es para nosotros un modelo, un acicate de conducta. Pido al Señor en esta Eucaristía por cada uno de nosotros, por cada uno de los sacerdotes, por cada una de las hermanas, por Encarnita de modo especial, para que seamos cristianos que amen a la Iglesia, que amen al Papa, que amen a los pastores, que amen a todos los fieles. Eso es un síntoma de sintonía, delicadeza, de amor y de servicio.

5.- En la oración que hemos rezado al inicio hay dos puntos de la vida de Catalina, que recoge la oración, que son la contemplación de la pasión de Cristo y el servicio a la Iglesia. ¡Cómo están unidos, estos dos puntos, a vuestra tarea de Mercedarias de la Caridad! Porque desde la pasión de Cristo, desde la contemplación de Cristo sufriente se puede entender el dolor de los cristos sufrientes, de los enfermos, de los sacerdotes, de los ancianos, de los niños.

Se puede captar mejor lo que significa el dolor humano contemplándolo desde el dolor divino, desde la pasión de Cristo. Y eso es una característica en la fiesta hoy de Santa Catalina, contemplación de la pasión de Cristo, contemplando la pasión de los cristos, de los hombres de Dios.

6.- Y el segundo punto: el servicio a la Iglesia. Así lo hemos pedido en la colecta de la fiesta de hoy. Que nos ayude el ejemplo de Catalina en esas dos cosas: saber contemplar a Cristo y amarlo; y, por tanto, amarlo en los hermanos, en los cristos sufrientes; y amor y servicio a la Iglesia donde estemos, donde nos toque.

Ya hemos escuchado por los distintos lugares y comunidades por los que ha pasado Encarnita, ahora están entre nosotros en Málaga. ¡Dios provee! No importa tanto el lugar, como los sacerdotes, presbíteros que habéis servido cada uno en muchos lugares y en muchos cargos, no importa tanto eso, sino la actitud vital.

7.- Quiero terminar con un último punto del Evangelio que es una acción de gracias: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla» (Mt 11, 25). El Señor nos revela su amor y sus cosas a quienes están en actitud de humildad y sencillez como la Virgen María. A los orgullosos, con ellos no quiere saber nada. Pero si tenemos un corazón humilde, sencillo, acogedor, realista, sin pretender ponernos moños ante el Señor: “Ésta es mi vida, Señor, tú la conoces mejor que yo”. El Señor se revela a los sencillos de corazón, el Señor se revela a los humildes, pero no lo hace a los orgullosos y a los sabios. Se reveló a María de Nazaret, a la humilde esclava del Señor y puede seguir revelándose a cada uno de nosotros.

Pues, que en esta fiesta de acción de gracias a Dios por estos cincuenta años de Madre Encarnación, en su consagración dentro de la familia de las Mercedarias de la Caridad, queremos agradecerle a Dios ese don de su consagración y pedirle por cada uno de nosotros, para que nos ayude a vivir en este estilo que la fiesta de hoy, de Santa Catalina, el Señor nos ofrece. Que así sea.

 

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