Publicado: 02/09/2014: 3072

Vuelve septiembre. Con sus ajetreos. Y sus hábitos. Aunque el hábito no siempre sea sinónimo de virtud conviene alimentarlo. Para crecer y madurar. Los seres humanos somos animales que necesitamos cierto orden. También en cuestiones de amistad.

Ésta como otras realidades necesita ser alimentada.  Conjugándola con altas dosis de libertad.  Septiembre es un mes para reencontrarse.  Con compañeros de trabajo y gentes de todo tipo en cualquier lugar: colegio, bar, peluquería, parroquias… Volvemos a las rutinas.  Y a los hábitos.  Favoreciendo concretas maneras de vivir que a su vez  alimentan la amistad.  

Sobre cómo debe ser una amistad se han escrito ríos de tinta.  Se ha puesto demasiado blanco sobre negro. Aunque explicarla suponga tan solo indicar y contemplar el vuelo de un ave. Recio y libre a la vez.  Quien de verdad ama deja en libertad.  Quien de verdad es amigo de alguien ofrece su vuelo libre y recio para acompañarte en la travesía de la vida.  Casi sin preguntas, ni respuestas. Evitando a toda costa preguntas incómodas.  Ya saldrán cuando tengan que salir.  Ofreciendo certero consejo sin más trascendencia que la que deja una sentencia corta e iluminadora.  Posibilitando en libertad el encuentro bañado por la ternura, el cariño y la complicidad. 

La amistad entiende que el amigo estará cuando se le requiera.  Y si no está se comprende; no siempre andamos a la altura de las demandas particulares.  Jesús de Nazaret afirmó que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos.  Una vida que se comparte en alta fidelidad. Y que regala una conversación a corazón descubierto, sin juicio ni escrúpulo; un sorbo de vida que se vive como único en compañía de quien es amigo. Un amigo que desde la prudencia y sin tiempo sabe asumir que eres como eres.  Y  te quiere como eres. No por lo que tienes. Aunque comparta lo que tienes con sonrisa franca y abierta. A tiempo y a destiempo.  Oportuna o inoportunamente.  A riesgo de equivocarse.  De errar; aunque recuerda que cuando las cosas se hacen con el corazón siempre habrá una oportunidad al perdón en esto que algunos llaman amistad.

Los amigos de verdad son aquellos que escuchan.  Y de los que aprendes. No te importa perderte si te pierdes en sus caminos para luego volver a la senda que nunca debiste abandonar.   Septiembre es un buen mes para ver cómo andan los amigos.

Accede a la reflexión diaria del autor en Palabras para la vida, un programa de Canal Sur Radio

 


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