Como señala el periodista Rafael Contreras, la tradición «afirma que los santos Ciriaco y Paula fueron dos jóvenes malagueños pertenecientes a una floreciente comunidad cristiana existente en nuestra ciudad y presidida por el Obispo San Patricio. Apresados en el contexto de la décima persecución del emperador Diocleciano, fueron sometidos a dolorosos tormentos con el propósito de que renunciaran a su fe y adorasen a las divinidades paganas. Como no consiguieron tal propósito, fueron condenados a muerte y lapidados hasta el óbito, atados a sendos árboles. Ocurrió en el margen del río Guadalmedina el día 18 de junio del año 303 de nuestra era, en el lugar que aún hoy conocemos como Paseo de Martiricos. Tras su muerte, cayó un fuerte aguacero que impidió que sus cuerpos fuesen quemados, y sus hermanos cristianos los recogieron y procedieron a su sepultura. Desde entonces han sido venerados en nuestra ciudad por los cristianos».

Los Mártires siguen presentes

Como recuerda Rafael Contreras, la memoria de los santos patronos de Málaga está muy presente aún entre los malagueños. No solo en el escudo de la capital, sino, por ejemplo, en el callejero, donde contamos «con la Plaza de los Mártires Ciriaco y Paula, y la calle Mártires junto al templo parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Muy cerca, además, está la calle Santos, también dedicada a los patronos, recogiendo la tradición que afirmaba que ambos se conocieron en una panadería situada en esa vía, en la que trabajaban. Fuera del centro, tenemos el Paseo de Martiricos, junto al Guadalmedina, que guarda la tradición del lugar del martirio. En Ciudad Jardín nos encontramos con la calle San Ciriaco y la calle Santa Paula y, en la zona Oeste, la Barriada de Santa Paula y sus jardines del mismo nombre. Además, el nombre de Paula es el tercero en la preferencia de los nombres de mujeres, particularmente en nuestra ciudad.