NoticiaLiturgia Palabra de Dios: Evangelio y lecturas del 31 de julio Foto de Maria Orlova Publicado: 01/04/2024: 133272 Lee la Palabra de Dios que la liturgia nos ofrece el 31 de julio. Primera lectura Lectura del profeta Jeremías 15,10.16-21: ¡Ay de mí, madre mía, me has engendrado para discutir y pleitear por todo el país! Ni presté ni me han prestado, en cambio, todos me maldicen. Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón, y tu nombre era invocado sobre mí, Señor Dios del universo. No me junté con la gente amiga de la juerga y el disfrute; me forzaste a vivir en soledad, pues me habías llenado de tu ira. ¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga, enconada e incurable mi herida? Te has vuelto para mí arroyo engañoso de aguas inconstantes. Entonces respondió el Señor: «Si vuelves, te dejaré volver, y así estarás a mi servicio; si separas la escoria del metal, yo hablaré por tu boca. Ellos volverán a ti, pero tú no vuelvas a ellos. Haré de ti frente al pueblo muralla de bronce inexpugnable: lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte —oráculo del Señor—. Te libraré de manos de los malvados, te rescataré del puño de los violentos». Salmo de hoy Salmo 58,2-18 R/. Dios es mi refugio en el peligro Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. R/. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. R/. Por ti velo, fortaleza mía, que mi alcázar es Dios. Que tu favor se me adelante, Dios mío, y me haga ver la derrota de mi enemigo. R/. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana proclamaré tu misericordia, porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. R/. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, oh, Dios, eres mi alcázar, Dios mío, misericordia mía. R/. Evangelio del día Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-46 En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».