NoticiaConoce la Catedral Oposiciones y predicaciones Publicado: 26/09/2022: 6784 Además de los púlpitos de la capilla mayor, en una de las naves de la Catedral se encuentra otro portátil, construido en madera, y que posee como único adorno en sus cinco paneles el jarrón con azucenas que es el emblema de la Catedral. Este mueble cuenta, como toda en esta santa casa, con su pequeña historia, y aún se podría decir que posee carácter de reliquia por partida doble, histórica y religiosa, por haber sido esencial para una formalidad desaparecida y para uso de un beato. Hasta entrados los años sesenta, en nuestra diócesis, las vacantes para canónigos se cubrían a través de unas durísimas oposiciones que tenían lugar durante varios días consecutivos en el trascoro del templo, lo que conllevaba, entre otras pruebas a superar, hacer una exposición en latín desde este sitial y ante el tribunal correspondiente, sobre un tema tomado de las Sagradas Escrituras. El último clérigo que ganó así su canonjía fue don José Conde Garrido, en julio de 1960. El referido púlpito, al ser fácilmente transportable, también era utilizado para otros menesteres, como las predicaciones populares. Las que han pasado a la historia, fueron las celebradas por el capuchino fray Diego José de Cádiz, incansable misionero por toda Andalucía. En Málaga, y concretamente en la Catedral, lo hizo cinco veces para consternación del Cabildo, según quedó recogido en las actas capitulares. El fraile era tan famoso por su vida y florida oratoria que, a su reclamo, una muchedumbre ingente abarrotó las naves del templo, el crucero y aun el altar mayor, de modo “… que impidieron que se cantaran las vísperas y que los señores capitulares entraran y ocuparan sus respectivos asientos en el coro, notándose muchas voces y extraordinario estrépito…”. Y eso, pese a la actuación de los celadores y del personal, que se las vieron y desearon para imponer el orden. En la predicación correspondiente a la Cuaresma de 1793, el caos fue tan mayúsculo que, hasta después de la cinco de la tarde, finalizado el sermón de fray Diego, no pudieron los canónigos comenzar el oficio. Por Alberto Palomo