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El Carmelo hace presente la fraternidad en un mundo roto

Comunidad de Carmelitas Descalzos de la parroquia de Stella Maris
Publicado: 16/07/2022: 13920

Virgen del Carmen

La imagen de la Virgen del Carmen bendiciendo las aguas de nuestros pueblos y ciudades ha vuelto a ser una realidad este año tras el fin de las restricciones por la pandemia. Una devoción tan popular que, como señala el carmelita descalzo José Manuel Fernández, «llega hasta los lugares en los que no ha habido nunca presencia de nuestra orden». Y es que, desde tiempo inmemorial, la “Estrella de los Mares” ha contado con el cariño del pueblo pues ha visto en ella la figura de la madre que ampara y protege a sus hijos. Ella es «el faro que nos orienta hacia puerto seguro, hacia su hijo Jesucristo», afirma el religioso.

«María es el faro que nos orienta hacia puerto seguro»

La devoción a la Virgen del Carmen hunde sus raíces en la Palestina del siglo XII, cuando un grupo de cruzados se estableció en el Monte Carmelo con el deseo de imitar al profeta Elías. Aquellos primeros ermitaños fueron el germen de los carmelitas que, con su forma de vida, continúan haciendo presente la buena noticia en el mundo

La familia carmelitana cuenta en Málaga con la primera rama, conocida como Carmelitas de la Antigua Observancia. Los varones tienen una comunidad en Antequera, donde regentan el colegio Ntra. Sra. del Carmen, y además hay dos monasterios femeninos de vida contemplativa, uno en Antequera y otro en Cañete la Real. De la rama de los Carmelitas Descalzos, la diócesis cuenta con la comunidad de frailes de la parroquia de Stella Maris, en el centro de la capital, y con cinco monasterios femeninos de vida contemplativa: en Málaga, Torremolinos, Antequera, Ronda y Vélez-Málaga. Además, también hay presencia de la Orden Carmelita Seglar y de otras congregaciones religiosas vinculadas a la familia como las Carmelitas Misioneras, que están en Montemar, donde tienen una residencia de ancianos y una casa de hermanas mayores; y las Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús, que cuentan con una residencia en Churriana y el colegio “Madre Asunción”, en el Limonar.

Asimismo, como recuerda el carmelita descalzo José Manuel Fernández, «no hay que olvidar dentro de la familia al gran número de hermandades del Carmen que hay diseminadas por toda la costa malagueña».

Para este religioso, que es además vicario para la Vida Consagrada, «el Carmelo tiene mucho que aportar al mundo en crisis que nos ha tocado vivir. El mensaje principal, en la línea en la que está insistiendo el Papa, es que la fraternidad es posible y necesaria. Nosotros nos entregamos a Dios, pero lo hacemos en comunidades fraternas. Aquí cada uno tiene sus particularidades, somos diferentes, pero somos capaces de caminar juntos realmente. Por tanto, hacemos presente que, cuando contamos con Dios, cuando lo ponemos a Él en el centro de nuestra vida es posible esa fraternidad de la que nos habla Francisco en Fratelli tutti. No hay que olvidar que ese es el deseo de Jesús cuando reza para que todos seamos uno».

¿Y de dónde el tirón popular de Santa María del Monte Carmelo? Para Fernández, «es clave la devoción al escapulario (piezas de tela del hábito carmelita unidas por cordones que simbolizan el manto de la Virgen bajo el que se ampara quien lo cuelga sobre sus hombros). Esta devoción ha hecho que la gente haya visto siempre a María como alguien muy cercano y la haya invocado en los momentos de dificultad. No es que Jesucristo no sea cercano, sino que María, como figura maternal, tiene un plus. Y es que no hay nada como el cariño de una madre».

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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