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Eucaristía con la participación de los seminaristas (Seminario-Málaga)

Publicado: 14/09/2016: 4473

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía con la participación de los seminaristas (Seminario-Málaga) celebrada el 14 de septiembre de 2016.

EUCARISTÍA CON LA PARTICIPACIÓN

DE LOS SEMINARISTAS

(Seminario-Málaga, 14 septiembre 2016)

Lecturas: Nm 21,4b-9; Sal 77,1-2.34-38; Jn 3, 13-17.

1.- Hoy es una fiesta hermosa, aunque hable de dolor y de cruz. Es la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, cuando nuestro mundo rehúye la cruz. Sin embargo, esta celebración es muy acertada porque es el lugar donde Cristo recibe la gloria, donde es exaltado, donde aparece su gloria, su poder y todo lo que significa la salvación.

Además, es una fiesta entrañable porque en mi pueblo natal la gran fiesta, –que no se celebra hoy, día 14 de septiembre, sino en verano porque va más gente coincidiendo con las fiestas patronales–, se celebra bajo el título del Cristo de la Salud, al que se le tiene una grandísima veneración. Para mí es una fiesta muy entrañable desde niño.

2.- En la lectura del libro de los Números hemos escuchado que el pueblo de Israel salió de Egipto y «el pueblo se cansó de caminar» (Nm 21, 4). La fatiga, el calor, las incomodidades… hacen que el pueblo de Israel se canse y no quiera proseguir la marcha.

Probablemente también nosotros tenemos a veces la tentación de no seguir caminando la ruta que Dios nos ha marcado. Nuestro camino es un itinerario de larga duración; esto es una carrera de fondo, no es una carrera de cien metros lisos, dura toda la vida. Hay que mantener un ritmo diario, teniendo en cuenta que nos ocupará hasta la muerte. No se trata de una simple carrera corta. El pueblo estuvo cuarenta años; el tiempo medio del ministerio sacerdotal podemos cifrarlo entre los cincuenta-sesenta años.

Referido a los sacerdotes y a los que os formáis para serlo, hay que pensar que hay que mantener el tipo hasta entonces. Algunos se cansan a los pocos años de empezar. Quiero que os preparéis para ejercer el ministerio durante toda la vida. Por tanto, es una carrera de fondo, seria, que requiere entrenamiento. Ahora es cuando os toca prepararos y entrenar para ese trabajo, para ese ministerio. No queméis etapas.

3.- Queridos Superiores, –el Señor nos ha regalado un equipo nuevo de Superiores–, no hay que quemar etapas. Se madura al ritmo que cada uno tiene que madurar, pero no se puede ser ahora lo que quiero ser; y no se puede hacer ahora lo que me corresponde hacer después. Como entonces, tampoco deberé hacer lo que me corresponde hacer ahora. Eso es cambiar los papeles.

Hay seminaristas que le entra la «pastolaritis», y como toda «itis» es inflamación. La «pastoralitis»: querer ser cura antes de serlo. Y después, cuando llevan un año o dos de trabajo pastoral están ya hartos. Es preferible que las ganas os duren toda la vida.

4.- Otra característica del pueblo en el camino del desierto es que habló contra Dios y contra Moisés. No sólo estaba cansado del camino, sino que habla contra Dios: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia» (Nm 21, 5). El pueblo se queja por las condiciones de vida que lleva.

¡Atención a las quejas por nuestras circunstancias vitales, por los obstáculos que hay que superar, por los estudios, por los destinos pastorales, por los planes personales!

Es el Señor quien nos lleva y quien nos pone esas cosas para nuestro ejercicio y maduración. Hay que saber encajar las pruebas que el Señor nos pone y no es fácil. Hay pruebas de muchos tipos: de estudios, de relaciones personales, de bloqueos, de obstáculos, de avisos de los Superiores, de decisiones… Hay que prepararse desde este inicio de curso para todo eso que puede llegar.

Otro motivo de desagrado para el pueblo de Israel fueron las serpientes venenosas, que los mordían y murieron muchos (cf. Nm 21, 6). Se trata de los males espirituales que hacen estrago en nuestro corazón: tentaciones, pecados, egoísmos, mirarnos a nosotros, alejarnos de Dios, prescindir de los demás, vivir con aparente autonomía…

Esas tres características debemos de aplicárnosla ya desde el inicio de este nuevo curso académico. Esa va a ser la base y la tarea fundamental vuestra: el estudio.

5.- En esta nueva situación del pueblo que se cansa, que protesta y que sucumbe a las circunstancias vitales, aparece la imagen de la serpiente que hace referencia como antitipo a Cristo en la cruz, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

La curación de todos los males es el Señor Jesús, a quien hay que contemplar (cf. Nm 21, 8-9), amar, conocer e imitar, y no hay otro. No hay otra forma de encontrar la salvación, de ser sanados sino es mirando a Cristo. Eso lo tenéis que hacer personalmente para ser salvados por Él.

Y eso tendréis que enseñarlo a los fieles que se os confíen en su momento. Pero es básico la contemplación de Cristo en la Cruz y Cristo Resucitado.

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna» (Jn 3,14-15). Si queremos la felicidad, la vida eterna y la salvación no hay otro camino, Cristo es el único camino. Hay que creer en Él, hay que contemplarlo, hay que mirarlo, hay que imitarlo, hay que conocerlos, hay que tener los mismos sentimientos, como dice Pablo (cf. Flp 2, 5)

«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). Eso es lo más importante de nuestra vida, lo básico y fundamental de nuestra espiritualidad.

6.- En este nuevo inicio del curso que comenzamos hay que reseñar que ha habido una renovación del equipo de formadores y que podéis contemplar aquí. Pero a quién hay que imitar es a Jesús, ellos os podrán ayudar en el camino.

El Señor nos ha regalado esta renovación en la que nos pide que poco a poco todos vayamos esforzándonos más, madurando mejor y haciendo que el Seminario sea una comunidad de vida, de fe, de convivencia, de trabajo. Y que se os acostumbre a la vida de trabajo posterior, trabajo en equipo, trabajo de fraternidad entre hermanos, a saber, convivir, a saber soportarse.

7.- Una vez fuimos de ejercicios espirituales a una comunidad religiosa, donde había tres frailes. Cuando se presentaron llegó el Superior y dijo: «Me llamo “Fulano”». Y llegó el segundo fraile y se presentó diciendo: «Yo soy la penitencia de este hermano». Somos la penitencia del que vive a nuestro lado. Pero como las piedras del río que van rozándose unas con otras, al final quedan romas, lisas, hermosas, sin cantos puntiagudos que hagan daño al que está al lado.

Importancia de la vida espiritual, como eje portante de la vida de todo consagrado, de todo cristiano y de todo seminarista. La vida en el Espíritu de Cristo es lo más importante. Después quedan otras dimensiones necesarias de formación, de crecimiento, de madurez humana, de… muchas cosas. Pero el eje es mi relación, nuestra relación con Cristo.

Es necesario realizar bien y en profundidad el estudio de la teología. Os voy a pedir como tarea fundamental que estudiéis. No quiero que hagáis muchas actividades fuera, sino que os dediquéis a estudiar en serio, no para aprobar exámenes, sino para conocer y amar más a Cristo, a la Trinidad y a la Iglesia. Estos son los objetivos vuestros de estos años en el Seminario.

Esto lo desarrollaré otro día que venga a estar con vosotros en plan de diálogo, no en una homilía. Por tanto, ya hablaremos de todo esto y los Superiores os irán indicando por dónde deben ir los tiros a partir de este curso.

Terminamos pidiéndole a la Santísima Virgen María, la Madre de Cristo y nuestra Madre, la que nos ha regalo como Madre nuestra, que esté siempre a nuestro lado, cuidándonos con solicitud maternal. Ella ya realiza esto, Ella no se va de nuestro lado, en todo caso somos nosotros los que nos ahuyentamos y nos separamos de su lado. Ella no nos deja de su mano, somos nosotros los que nos soltamos a veces. Pues que no nos soltemos nunca de Ella. Amén.

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