Una leyenda con muchas variantes e inventada hacia 1250, que afirma que una mujer gobernó la Iglesia como Papa, durante dos años, siete meses y cuatro días, entre los pontificados de León IV y Benedicto III. La leyenda sostiene que una joven, disfrazada de hombre, se dirigió a Atenas con su amante, hizo grandes progresos en las ciencias y vino a enseñarlas a Roma. Como gozaba de gran fama por su sabiduría, fue elegida Papa. Pero cabalgando un día por Roma, le sobrevino el dolor del parto y en plena calle dio a luz un niño. El público enfurecido la apedreó. En el lugar de su sepultura se inscribieron estas letras: “P. Pat. Pat. P. P. P.”. Esta leyenda, que aparece por primera vez tres siglos después de lo supuestamente ocurrido y creída únicamente hasta el siglo XVI, parece ser una sátira que alude al tiempo en que las mujeres romanas Teodora (esposa de Teofilacto) y sus dos hijas Marozia y Teodora, manejaron a su antojo el nombramiento de cuatro papas en pleno siglo X. Doellinger asegura que hasta el siglo XVI, hubo en Roma una estatua de hábitos talares con un niño a sus pies, dedicada a una divinidad pagana y con la inscripción: “P. Pat. Pat. P. P. P.”. Y el pueblo romano quiso ver en ella una papisa con su niño interpretando la inscripción como “Peter, Pater, Patrum, Papissae Prodere Partum” (“Oh Pedro, Padre de los Padres, asiste al parto de la papisa”). No cabe duda de que la gente de la Edad Media sabía unir la fantasía a la sátira y al buen humor.