NoticiaHistoria de la Iglesia La cultura en la España visigoda (II) Publicado: 17/09/2014: 4676 Muy celebrado por sus escritos es san Ildefonso de Toledo (600- 665), de familia noble. Ingresó en el monasterio de Agali (cerca de Toledo). Elegido abad, estuvo presente en los concilios VIII y IX de Toledo, firmando sus actas. Elegido obispo en el año 657. Su obra fundamental “De virginitate Sanctae Mariae” constituye un excelente tratado sobre la Madre de Dios. Escribe también sobre el bautismo, obra de gran interés para la historia de la celebración del bautismo en España. Es san Ildefonso el primer mariólogo español. Es necesario recordar la figura de san Leandro de Sevilla (540-600), nacido en Cartagena: gran amigo del papa Gregorio Magno. Más que por sus escritos destaca por sus hechos. Fue el alma del Concilio III de Toledo. Escribe una obra dedicada a su hermana Florentina “De institutione virginum” y otra “Contra los arrianos”. Su estilo literario es superior al de su hermano Isidoro; destaca por su finura y elegancia. Podríamos citar hasta treinta ilustres escritores de la Iglesia visigótica. Terminamos recordando al más grande de todos: san Isidoro de Sevilla (560-636). Original pensador y sintetizador. Presidió el Concilio IV de Toledo. Fue un gran pastor en su diócesis, lo que no le quitó tiempo para dedicarse al estudio y a la composición de sus numerosos escritos. No es un creador de ideas originales, pero dada su erudición, fue un gran compilador y transmisor del saber de la antigüedad. Reunió una magnífica biblioteca e impulsó las escuelas episcopales, que junto a las parroquiales y monásticas, hicieron posible la formación cultural y teológica de muchos obispos, abades, clérigos y laicos. Su obra más conocida y difundida fue “Las etimologías”, dedicada al rey Sisebuto. Con san Isidoro se cierra el ciclo de los Padres de la Iglesia en el Occidente cristiano. La cultura visigótica e isidoriana perdurará en España durante siglos (hasta la época de Alfonso X el Sabio) y la aportación de la misma a Europa será un claro precedente del posterior Renacimiento Carolingio (siglo IX).