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Hispania cristiana: de los arrianos al esplendor de la iglesia visigótica

Publicado: 12/06/2014: 4655

Los vándalos nunca llegaron a convertirse, se dedicaron al pillaje, arruinando los templos; después de corretear el centro y el sur español, marcharon a África (429).

 Los alanos, pocos en número, se centraron en la Lusitania y por contacto con los visigodos se convirtieron al arrianismo. Estas invasiones dieron lugar a que parte del clero hispánico, junto con algunos obispos, huyeran a África, pero la mayoría del clero se mantuvo firme, como atestigua san Agustín. Con Ataúlfo (410) entran los visigodos en España. Eran arrianos. Su sucesor Walia funda el reino visigodo de España y sur de las Galias. En un principio fueron condescendientes con los católicos hispanorromanos. Pero en los reinados de Teodorico (453- 465) y de su hermano Eurico (465-484), muchos obispos católicos fueron desterrados. En los reinados siguientes, se abrió un período de tolerancia, gracias a lo cual pudo celebrarse el Concilio II de Toledo (527).

Con Leovigildo, la Hispania cristiana entra en crisis. Con el deseo de conseguir la unidad nacional, el monarca impuso la unidad religiosa de base arriana. La persecución fue incruenta, muchos obispos, entre ellos el obispo de Mérida, Massona, célebre por su erudición y santidad, fueron desterrados de sus diócesis. Pero lo más grave fue la ejecución de su hijo Hermenegildo, católico, jefe de la Bética y que se sublevó contra el padre. Fue vencido por el ejército del rey. Tuvo que rendirse; fue enviado preso a Valencia, luego a Tarragona, donde fue decapitado por negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano. Este hecho hizo cambiar la actitud de Leovigildo contra los católicos y, antes de morir, aconsejó a su hijo Recaredo a que abrazara el catolicismo. Y así lo hizo en el 586. En ese mismo año, Recaredo convocó una reunión con los obispos arrianos, exhortándolos a la conversión a la fe católica. Prácticamente todos los obispos arrianos siguieron el consejo del rey. A los católicos se le devolvieron todos los bienes confiscados. Los obispos desterrados regresaron a sus diócesis. Años después, con la celebración del III Concilio de Toledo (589) comenzó el esplendor de la iglesia visigótica española.

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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