NoticiaHistoria de la Iglesia Amaos los unos a los otros Viuda tocando el borde del manto Publicado: 23/02/2014: 6835 • Así lo vivían los primeros cristianos Cáritas ha existido siempre, desde los comienzos del cristianismo. El diaconado se instituyó con el fin de prestar asistencia a los pobres y necesitados, como narra el libro de los Hechos de los Apóstoles Actualmente, uno de los organismos más valorados y admirados de la Iglesia Católica es Cáritas. Muchos pueden creer que su actividad y existencia es de nuestros días. Y resulta que Cáritas ha existido siempre, desde los comienzos del cristianismo. El diaconado se instituyó con el fin de prestar asistencia a los pobres y necesitados, como narra el libro de los Hechos de los Apóstoles (c. 6). En los primeros siglos, la caridad fue ejercida de múltiples formas. En primer lugar, la asistencia a los pobres. Para ello, la Iglesia contó con las aportaciones dinerarias o con limosnas en especie; también se recogían prendas de vestir y calzado. Hoy estamos bien informados de lo acaecido en comunidades cristianas como en Roma, Cartago, Alejandría o Antioquía. En Roma, los pobres se llamaban "matricularii", porque estaban anotados en una matrícula o control. En el año 251, la Iglesia romana atendía a mil quinientos matricularii. El responsable último del buen reparto era el obispo. HUÉRFANOS Y VIUDAS Otra forma de la práctica de la caridad era la atención a los huérfanos y las viudas. Los huérfanos y los niños expósitos eran numerosos en la sociedad romana; estaban expuestos a la esclavitud o a la prostitución. Las diferentes comunidades eclesiales, desde el siglo IV, crean asilos y orfanatos para proteger a los niños desvalidos. También eran los obispos los responsables de este ejercicio de caridad, pues debe ser "el padre de aquellos que no tienen padre" (Didascalia XVII). A las niñas se les ayudaba mediante una dote para que pudieran casarse y a los niños se los preparaba para el ejercicio de un trabajo u oficio. Las viudas pobres también eran amparadas en sus necesidades y sobre todo si tenían hijos. En la Roma del papa Cornelio (251-3) se atendía a un número considerable de viudas pobres. Éstas debían ser visitadas bien por las vírgenes o por las viudas ricas. Autor: Santiago Correa, sacerdote