Para Santiago Vela, presidente en Málaga de la Asociación Profesional de Profesores de Religión en Centro Estatales (APPRECE), “la prueba de que las clases de Religión son queridas y apreciadas es que el profesor no descansa ni en los intercambios, ni en los recreos, ni en las horas libres, pues los alumnos suelen buscarte en esos momentos. Los mismos alumnos se quejan de que una o dos horas semanales dan para muy poco”.

El hecho de que la asignatura de Religión sea optativa es ciertamente una garantía de libertad religiosa en nuestro país.Asimismo, es un excelente baremo para conocer el interés religioso de los españoles, que demuestra, año tras año que, a pesar del imparable proceso de secularización, son una mayoría los ciudadanos que quieren para sus hijos o para sí mismos una educación religiosa.

Y es que la educación integral de la persona requiere, además de una serie de conocimientos históricos, artísticos y científicos, la dimensión espiritual.

Para el profesor de Religión Santiago Vela, “una de las metas de la asignatura es hacer ver a los jóvenes que la dimensión humana no se limita a lo químico, a lo físico o a lo profesional; sino que hay una dimensión mucho más grande y que ahí está la Religión, la religación del hombre con sus hermanos y con un Dios, que los ha llamado a crecer como personas. No obstante, no se debe confundir la clase de Religión con la catequesis, que se imparte en las parroquias.

Al alumno le damos la información y la cultura que necesita para conocer las respuestas sobre el sentido de la vida así como la capacidad para interpretar los signos que impregnan nuestra cultura y la posibilidad de conocer y reflexionar sobre temas éticos, donde el cristianismo tiene una oferta de valores importantísima.

Es tan bello el saber que se imparte en clase de Religión, que sería una pobreza intelectual y cultural prescindir de ella”.