Basta darse un paseo en las calles de Málaga para darse cuenta de muchas cosas. Muchas de ellas invisibilizadas si caminamos absortos con el teléfono. Sin ir muy lejos, la permanente labor de limpieza que se realiza las mañanas de los fines de semana en los aledaños del Teatro Cervantes limpiando envases y restos de pizza; o el baldeo temprano de las calles de la ciudad. Gracias a la labor de la limpieza, Málaga amanece lavadita, con nueva cara, para disfrutar de un nuevo día. Por cierto, no estaría de más, crecer en educación cívica y ser más limpios. 

Basta darse un paseo por calles y plazas levantadas de la ciudad para darse cuenta del trabajo que allí se realiza. Trabajos anónimos de diferentes sectores que facilitan que podamos disfrutar en unos meses de espacios por los que transitarán a lo largo de los próximo años millares de personas. Incluidas procesiones y cabalgatas.

Basta darse temprano una vuelta por las calles de Málaga para cruzarte con facilidad con repartidores que reponen bebidas y comidas o con empleados que entran pronto en los bares para que todo esté listo y así podamos disfrutar, malagueños y visitantes, de momentos de asueto o diversión.

Basta sentarse un momento en una cafetería para descubrir yendo o viniendo a personas con el uniforme de limpiadoras. Por cierto, pocos limpiadores. ¡Qué necesaria es su labor y qué poco agradecida salarialmente hablando! Su limpieza en oficinas, edificios, teatros o viviendas de alquiler facilita la vida, la hace más fácil.

Basta pararse, contemplar y mirar para descubrir y agradecer la labor anónima de vecinos y vecinas que nos ayudan, con su trabajo, a vivir mejor. Vaya desde estas líneas mi más sincero agradecimiento a su labor y puesta en valor de la dignidad de su trabajo.