Ante la gravedad de la situación en la frontera entre los estados del Líbano e Israel, y l a extrema crueldad de las imágenes que nos llegan, os invito a todos a secundar el llamamiento del Santo Padre, para que se detengan las todas las armas y hablen la razón y la justicia.

Quienes creemos en Dios, conocemos la eficacia misteriosa de la oración y su fuerza para movilizar las conciencias. Por eso, dispongo que todos los sacerdotes introduzcan en las preces de la misa diaria una más por la paz en Oriente Medio y que se fomenten en nuestras comunidades cristianas encuentros de oración y de ayuno por la paz.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga