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Rito de elección de los catecúmenos (Catedral-Málaga)

Rito de elección de catecúmenos en la Catedral de Málaga // B. SÁNCHEZ
Publicado: 26/02/2023: 5283

Eucaristía de Mons. Jesús Catalá en el rito de elección de los catecúmenos celebrado en la Catedral de Málaga el 26 de febrero de 2023

RITO DE ELECCIÓN DE LOS CATECÚMENOS

(Catedral-Málaga, 26 febrero 2023)

Lecturas: Gn 2, 7-9; 3,1-7; Sal 50, 3-6.12-14.17; Rm 5, 12-19; Mt 4, 1-11.

(Domingo Cuaresma I-A)

1.- Según el relato de la creación, Dios creó al ser humano (varón y mujer) a imagen y semejanza suya, haciéndole partícipe de su vida divina (Gn 1, 26). Después «el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado» (Gn 2, 8).

Allí podían comer de todo, menos del árbol prohibido (cf. Gn 3, 3). Pero el tentador, en forma de serpiente, provocó a Eva para que comiera de ese árbol, engañándole y mintiéndole: «No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal» (Gn 3, 4-5).

Entonces la mujer tomó del fruto del árbol prohibido, comió y se lo ofreció a su esposo, que también comió (cf. Gn 3, 6). En ese momento ambos se percataron de su fragilidad y de su pecado (cf. Gn 3,7).

La tentación consiste en querer ser como Dios, ser dueño de mí mismo, de mi vida y del mundo; la tentación es querer ser lo que no somos. El ser humano es siempre tentado diabólicamente con mentira y engaño, para querer ser como Dios.

En esa tentación cayeron nuestros primeros padres, caemos nosotros y cae nuestra sociedad. El hombre pretende endiosarse; pero, cuanto más se endiosa, más se precipita en el abismo, más bajo cae.

2.- El Señor Jesús ayunó durante cuarenta días y también fue tentado por el diablo en el desierto. El evangelio de Mateo, que hemos escuchado, pone de manifiesto la fidelidad de la oración del “shema”, que los judíos rezan todos los días: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (cf. Dt 6, 4-5). Sólo hay un Dios a quien hay que adorar y amar con todas las fuerzas. Lo que vaya contra eso, va en contra nuestra.

El fiel creyente tiene que mantenerse coherente y firme en su relación con Dios, aceptándolo como tal; es decir, como Señor de su vida y de su historia. Queridos catecúmenos, si habéis venido aquí, después de un proceso, es porque habéis tenido un encuentro con el Señor Jesús, cada cual a su manera. Jesucristo os ha cautivado; habéis percibido que Cristo os ama, porque ha dado su vida por nosotros hasta la muerte en cruz.

Habéis sido llamados a vivir el amor de Cristo en un encuentro con él; aunque ese encuentro no os va a eximir de la tentación de querer ser como dioses. El pecado de nuestros primeros padres fue una “desobediencia”; la tentación fundamental fue no obedecer lo que habían escuchado. Nuestra tentación consiste en no escuchar a Dios, o no obedecer lo que escuchamos.

Adán y Eva no obedecieron, pero Cristo obedeció a la voluntad de su Padre, porque le escuchaba todos los días para conocer su voluntad.

Se debe luchar contra lo que le deshumaniza en razón de una falsa divinización, porque ésta es pecado cuando proviene de nosotros mismos que no aceptamos nuestra realidad humana.

3.- El evangelista presenta en su narración tres pruebas, como número simbólico, que se refieren la oración a Dios. En primer lugar, la tentación de convertir las piedras en pan (cf. Mt 4, 3); en segundo lugar, poner a Dios a prueba inútilmente: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo» (Mt 4, 6); y, en tercer lugar, mostrándole los reinos del mundo y pidiéndole que le adore (cf. Mt 4, 8-9), ofreciéndole honores, poderes y glorias mundanos.

Jesús vence al diablo con tres respuestas acertadas y coherentes. La primera: «Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4). Endiosar las necesidades materiales (comer, tener) es un grave pecado.

La segunda respuesta de Jesús: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios» (Mt 4, 7). Dios no puede ser utilizado banalmente para obtener nuestros caprichos. A veces da la impresión de que queremos utilizar a Dios como un siervo nuestro y le pedimos que satisfaga nuestros deseos y nuestra voluntad.

La tercera respuesta: «Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto» (Mt 4, 10), no aceptando los reinos que le pone a sus pies, porque los poderes y honores de este mundo no dan la felicidad. Ésta consiste en obedecer al Padre, aunque eso lleve a la muerte en cruz.

Queridos catecúmenos, ¿estáis dispuestos a ofreceros a Dios como Cristo se ofreció? Si no estáis dispuestos a seguir a Cristo, es mejor que lo penséis antes de bautizaros.

4.- Nuestros primeros padres, Adán y Eva, no supieron dar esta respuesta al tentador en el paraíso; y la humanidad sucumbió al pecado.

En cambio, las respuestas de Jesús son un ejemplo para la comunidad creyente y para cada uno de nosotros, porque Él con su rechazo, se muestra como Mesías, que hace posible un nuevo pueblo que responde y camina hacia Dios. La fidelidad de Jesús a Dios a lo largo de su vida, lo harán más humano y más cercano a nosotros. Cristo ha sido capaz; con él también somos capaces nosotros.

El Hijo de Dios encarnado no pretende usar en beneficio propio su poder, ni su divinidad. Sin embargo, muchos hombres a lo largo de la historia han querido ser adorados como dioses, aunque nunca llegaron a serlo; y esa actitud les alejó de los hombres. Cuando alguien se erige como dios y quiere dominar a los demás, al final se revuelven contra él.

Todos somos tentados por el diablo de maneras diversas, para satisfacer nuestras necesidades, para hacer crecer nuestro orgullo, para alimentar nuestras ansias de poder o de fama, o para ponernos en el lugar de Dios, que no nos corresponde. 

San Agustín nos recuerda: “En Cristo estabas siendo tentado tú, porque Cristo tenía de ti la carne, y de él procedía para ti la salvación; de ti procedía la muerte para él, y de él para ti la vida; de ti para él los ultrajes, y de él para ti los honores; en definitiva, de ti para él la tentación, y de él para ti la victoria. Si hemos sido tentados en él, también en él vencemos al diablo” (Comentario al Salmo 60, 3).

5.- En este primer domingo de Cuaresma celebramos el rito de la «elección» o «inscripción del nombre» de los catecúmenos, a quienes hemos recibido en la puerta del templo al comenzar la celebración (cf. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, 133-142).

Queridos catecúmenos, habéis sido llamados por el Señor a la vida nueva que os proporcionará el bautismo, por el que os convertiréis en hijos adoptivos de Dios y miembros de la Iglesia.

El Señor quiere hacer una alianza de amor con vosotros, una historia de amor y de misericordia y espera vuestra respuesta. Él es siempre fiel a su palabra; a vosotros os toca corresponder libremente a su amor. ¿Queréis continuar vuestra historia de amor con él? ¿Queréis corresponder a su amor? La Iglesia os acompaña con su oración y con las personas que ha puesto a vuestro servicio: los padrinos, los garantes de la fe y los sacerdotes.

Os auguramos un buen camino cuaresmal, un buen camino bautismal. Toda la Iglesia reza diariamente por vosotros; no estáis solos; y Cristo está con vosotros.

Pedimos al Espíritu Santo, que empujó a Jesús al desierto, donde fue tentado, que os acompañe en vuestro proceso personal de conversión y en el camino cuaresmal hacia la Pascua.

Y que la Santísima Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, os cuide con su amor maternal. Amén.

 

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