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Jornada Pro Orantibus (Málaga)

· Autor: S. FENOSA
Publicado: 07/06/2020: 9797

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el Domingo de la Santísima Trinidad, jornada "pro orantibus", en Málaga.

JORNADA “PRO ORANTIBUS”

(Málaga, 7 junio 2020)

 

Lecturas: Ex 34, 4b-6.8-9; Sal: Dn 3, 52-56; 2 Co 13, 11-13; Jn 3, 16-18.

 

1.- La Iglesia celebra hoy el misterio de la Santísima Trinidad, que es el más grande y central de la doctrina revelada. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los "misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015) (…) Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo” (Catecismo Iglesia Católica, 237).

Solo Dios puede darnos a conocer su misterio revelándose Él mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se trata del Misterio insondable, que nos lleva a tres actitudes: adorar, agradecer y amar. No será posible entender este misterio en la vida terrena; sólo lo comprenderemos en el cielo.

El misterio de la Trinidad desafía todas las religiones y filosofías. Mientras algunas religiones conciben a Dios como un todo impersonal, rozando a veces en el panteísmo, el cristianismo presenta a un Dios personal, capaz de conocer y amar a sus creaturas. Como dice el evangelista Juan: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).

 

2.- La Iglesia en España celebra en este domingo la Jornada por la vida contemplativa, conocida como Jornada Pro orantibus. Aunque estemos inmersos y afectados en la pandemia del «coronavirus» y sus dramáticas consecuencias, somos invitados a celebrar con gozo esta fiesta a la Santa Trinidad, dándole gracias por la vocación consagrada contemplativa.

Hoy damos gracias a Dios por el gran regalo de la vida contemplativa, por su oración constante, por su alabanza y adoración a Dios, porque con su vida nos recuerda siempre que Dios es el “Absoluto” y no existe nada más importante y central en la vida. Agradecemos a Dios esta forma de consagración que necesita la Iglesia y reiteramos nuestra estima y nuestro compromiso para conocer mejor la vocación contemplativa.

Al mismo tiempo, rezamos por todos los hermanos nuestros que viven, oran, trabajan, contemplan y realizan su misión en los muchos monasterios esparcidos por la geografía española. Los monjes y monjas, al igual que la vida eremítica ofrecen su vida en alabanza continua a la Santa Trinidad y su oración de intercesión por la comunidad cristiana y el mundo entero.

 

3.- Los obispos españoles han propuesto como lema en este año para la presente jornada: «Con María en el corazón de la Iglesia», que recoge el tema marco sobre la vida consagrada de este año (María y la Iglesia) y completa el lema de la Jornada del 2 de febrero (La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente).

María es modelo de esperanza para todos los consagrados, que están cercanos a tantas realidades de nuestro mundo marcadas por el sufrimiento y la enfermedad.

La Virgen María es signo elocuente y modelo especial para la vida consagrada contemplativa, que está llamada a vibrar con el corazón del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia.

El lugar de la vida consagrada contemplativa coincide con el lugar de María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, que constituye el corazón del cuerpo místico de Cristo, donde se recoge y se expande la sangre que vivifica a todos los hombres con la fuerza del amor divino.

 

4.- De la mano de María agradecemos la historia de todos los consagrados a la vida de contemplación, que es al mismo tiempo una vida oculta y fecunda para el mundo y nos muestra la luz de Dios.

Con María la vida consagrada contemplativa custodia la realidad central de la fe, que es el amor de Cristo. Con Ella en Belén las personas consagradas contemplativas mantienen viva la fe y la esperanza en el Hijo de Dios, que nació para salvación de todos.

La vida consagrada contemplativa con María alienta sin descanso la gran esperanza de la Iglesia, que es la misericordia del Padre. Con Ella al pie de la cruz los contemplativos animan a la perseverancia de quien se sabe acogido por las entrañas compasivas de Dios Padre.

La vida consagrada contemplativa, con María, irradia al mundo la alegría de vivir según el Evangelio, según la gracia del Espíritu. Con Ella en las bodas de Caná las personas consagradas contemplativas contagian el gozo que solo conoce quien ha probado el vino mejor del Espíritu Santo, como un anticipo del gran banquete del Reino (cf. Comisión episcopal para la Vida consagrada, Presentación de la Jornada, 2020).

Pedimos a la Virgen María, mujer orante, contemplativa y misionera, que acompañe nuestro caminar y sostenga a todos los contemplativos en su misión eclesial, viviendo al amor del Padre, acogiendo la gracia de Jesucristo y gozando de la comunión del Espíritu Santo. Amén.

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