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La importancia de nombrar a las mujeres

Publicado: 07/03/2017: 17215

FIRMAS. Susana Guerrero, doctora en Filología Hispánica. Profesora de la Universidad de Málaga.

Artículo ante la celebración, el 8 de marzo, del Día Internacional de la Mujer

El cristianismo tiene su razón de ser en el poder de la palabra. A Dios le bastó nombrar cada elemento de la creación para que cada realidad existiera. Jesucristo es el Verbo hecho carne. A través de la Escritura, vemos cómo la palabra es creadora, salvadora y sanadora: «Palabras suaves, panal de miel: dulces al alma, saludables al cuerpo» (Proverbios 16:24).

Nombrar a las cosas y a las personas es darle existencia. Históricamente, las mujeres hemos vivido en el anonimato y el lenguaje ha dado cuenta de esta situación de desigualdad, unas veces por exclusión u omisión; otras, por subordinación o denigración. Sin embargo, el papa Francisco, a quien le gusta describir la dimensión femenina de la Iglesia, como seno acogedor que genera y regenera la vida, tiene siempre presente a las mujeres en su discurso, reclamando para ellas un papel visible y activo, que no confunda el «servicio» con la «servidumbre» y, sobre todo, dignificando su ser: «La mujer es la armonía, es la poesía, es la belleza. Sin ella, el mundo no sería así de hermoso, no sería armónico. Me gusta pensar que Dios creó a la mujer para que todos nosotros tuviéramos una madre» (Papa Francisco, 9-2-17).

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