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Llevar la fe a la carretera ahorrará vidas y puntos

Publicado: 26/06/2006: 1493

•   El domingo 2 de julio es la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico

El primer domingo de julio la Iglesia celebra la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico.

Cuando empiezan las vacaciones veraniegas, se nos recuerda que la fe se manifiesta en todas las situaciones de la vida del cristiano, también cuando se pone detrás de un volante o cruza a pie la calzada.

La Dirección General de Tráfico también ha puesto en marcha este fin de semana el denominado “Permiso por puntos”, un sistema que busca llamar la atención de los conductores a través de la amenaza con la retirada del carné de conducir. Un sistema que ya ha demostrado su eficacia en países de nuestro entorno. La Iglesia nos invita a algo mucho más profundo y serio. Llama a la responsabilidad a través del amor al prójimo.

Porque conducir responsablemente nos hará evitar accidentes, no perder puntos en la tierra y ganar muchos puntos en el cielo.

Daniel de Oliva es comercial de una empresa malagueña de suministros. Su trabajo consiste en visitar a clientes de toda la provincia y de algunas provincias cercanas. Casi 9 horas diarias recorriendo cientos de kilómetros le han hecho conocer muy bien el comportamiento de los conductores de nuestro país. La jornada de Daniel comienza en torno a las 8 de la mañana. A esa hora monta a sus dos hijos mayores en la furgoneta para acercarlos al colegio y continuar su ruta. “Lo primero que hacemos los niños y yo nada más entrar en el coche es rezar. En vez de poner la radio o ir mirando a las musarañas, vamos rezando y dándole gracias a Dios por el nuevo día que comenzamos”.

Ya en ruta, Daniel reconoce que “muchas veces el estrés te hace olvidarte de que eres cristiano. En los atascos, por ejemplo, te sueles alterar mucho porque la gente se pone muy agresiva y el primer impulso es el de acordarte de la familia de más de uno. En esos momentos, intento tranquilizarme rezando el Rosario. María me ayuda mucho y rezar me devuelve la paz. Sin duda, María es mi mejor copiloto”.

La cortesía en la conducción es la forma de entender la caridad cristiana al volante. “Dejar adelantar al que viene con prisa o ceder el paso al que se incorpora a la autovía, son formas sencillas de llevar el Evangelio a la conducción. Los coches son como un parapeto tras el que nos escondemos para comportarnos como no nos comportaríamos andando por la calle. Si en una acera estrecha nos encontramos con una persona mayor caminando despacio en nuestro mismo sentido, no le decimos ‘¡Quítese de en medio!’. Lo normal es que reduzcamos nuestro paso más rápido y que esperemos tranquilamente a que la acera se ensanche para poder pasar. Sin embargo, dentro del coche, sólo vemos a alguien que intenta fastidiarnos, y eso no es así. Es normal que una persona mayor o un conductor principiante vayan más despacio, y tenemos no sólo que entenderlo y respetarlo, sino que agradecerlo, porque si fueran a más velocidad correría peligro nuestra seguridad y la de todos”.

La velocidad es, de hecho, para todos los conductores, el peor enemigo de la seguridad.Daniel se queja de que los fabricantes de coches hagan vehículos cada vez más rápidos y potentes. “Hay veces que no te das ni cuenta y te has pasado el límite en 20 o 30 kilómetros hora”. El descanso también es fundamental a la hora de evitar malos ratos en la carretera. Daniel lo sabe por propia experiencia. “En mi primer año conduciendo, viajando de Málaga a Ronda a las 5 de la tarde, después de comer, y con el sol de cara, me encontré de repente en el carril contrario. ¡Me había quedado dormido! El susto fue tan grande que, desde entonces, si veo que el sueño me puede poner en situación de peligro para mí o para el resto de conductores, me paro en la primera gasolinera y echo una siesta. Más vale llegar un poco tarde que no llegar nunca”

Autor: Revista Diócesis

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