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Visita pastoral a la parroquia del Buen Pastor (Málaga)

Publicado: 02/06/2012: 1831

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Visita pastoral a la parroquia del Buen Pastor (Málaga) celebrada el 2 de junio de 2012.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DEL BUEN PASTOR

(Málaga, 2 junio 2012)

Lecturas: Dt 4, 32-34. 39-40; Sal 32; Rm 8, 14-17; Mt 28, 16-20.

(Ciclo B)

1.- La fiesta de hoy proclama la fe en la verdadera y eterna Divinidad. Dios se reveló antiguamente a su pueblo como el único Dios viviente y liberador, cercano y fuente de felicidad.

Como el libro del Deuteronomio: «Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro» (Dt 4, 39).

            El ser humano ha ido conociendo a Dios cada vez mejor, partiendo de la revelación natural; y sobre todo gracias a la revelación sobrenatural, por medio de Jesucristo, el Hijo eterno de Dios.

Ese progreso que hace la humanidad también podemos decirlo de nuestras personas. Nosotros conocemos al Dios verdadero, al Dios de Jesucristo; pero en nosotros también cabe un proceso de profundización y de purificación hasta llegar a la fe de que ese Dios es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y eso es lo que celebramos hoy el misterio de la Santísima Trinidad.

Por tanto, el Dios de Jesucristo no es ese Dios de otras religiones. Nosotros no profesamos un Dios cualquieras, sino al único Dios que ha sido revelado de forma concreta, plena en Jesucristo. Él es la Palabra reveladora, la que nos ha dicho cómo es Dios. Por eso, hoy hacemos profesión de nuestra fe profesando que Dios es Padre, que Dios es Hijo y que Dios es Espíritu Santo. Ésta es la fiesta de la Santísima Trinidad. No lo entenderemos y no os rompáis la cabeza por entenderlo; el misterio se vive, pero no se entiende.

¿Queréis que ponga otro ejemplo de misterio que no hay que entenderlo sino vivirlo? El misterio del amor. Dios es amor, Dios es un misterio; pero el amor también es un misterio. ¿Queréis entender por qué somos amados por Dios? ¿Queréis encontrar las razones por las que nos ama nuestra madre? Los enamorados, ¿queréis encontrar las razones por las que el otro te ama y por qué tú le amas? A lo mejor no encontráis razones; sin embargo, lo vivís. El misterio se vive, no es necesario racionalizarlo; hemos de dejarnos llevar por ese amor de Dios. Dejémonos disfrutar por el amor de Dios, por ese Dios que es Trino: el amor paternal del Padre, el amor filial de Jesús y el amor espiritual del Espíritu Santo.

2.- Queridos jóvenes que hoy vais a recibir la confirmación, recibiréis el don del Espíritu Santo, el don del Espíritu de Jesucristo. Vais a quedar inhabitados de forma más plena por el Espíritu Santo; en definitiva, por Dios.

Y ¿qué hace el Espíritu Santo en nosotros? «Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Rm 8, 14). Nosotros hemos sido bautizados por el Espíritu de Dios, por el bautismo hemos sido hechos hijos de Dios. ¿Qué va a ocurrir en la confirmación? Se va a reafirmar y confirmar la gracia bautismal. Hoy vosotros vais a quedar confirmados como hijos de Dios; sois hijos de Dios por el don del bautismo y por el don del Espíritu Santo.

Todos los que hemos sido bautizados y confirmados hemos recibido –dice san Pablo– un espíritu «no de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!» (Rm 8, 15).

Ese Dios que decíamos de la creación manifestado como Dios Trino, ese Dios nos ama tanto que nos ha hecho sus hijos. Ser hijo de Dios no es cualquier cosa; es un regalo, es una gracia, una gracia exigente que nos compromete a vivir como hijos, y no de cualquier manera. El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios

¿Cómo expresamos que somos hijos de Dios? ¿Cómo podemos manifestar y dar testimonio de que Dios nos ha adoptado como hijos? En primer lugar, dándole gracias; pero también dando testimonio de ese amor, diciéndole a nuestros paisanos que Dios nos ama, que Cristo ha dado la vida por nosotros y que el Espíritu nos transforma.

3.- Hoy estamos celebrando la Visita pastoral a la parroquia del Buen Pastor. Es una Visita muy especial por la presencia del Obispo en esta comunidad parroquial. He estado desde esta mañana saludando y visitando enfermos en sus domicilios, reuniéndome con los distintos grupos, dialogando sobre cómo debe ser nuestra tarea como cristianos, cómo tendríamos que potenciar más la comunidad cristiana del Buen Pastor.

Quiero felicitaros porque sois presencia viva del Dios creador, del Dios amor en medio de esta barriada. ¡Gracias a vuestra presencia en esta sociedad, concretamente en esta zona de Málaga. La presencia de una comunidad cristiana en una algo fecundo, bueno y da buenos frutos. Por tanto, os solicito y, al mismo tiempo, quiero animaros a que la presencia sea más significativa aún, más profunda, más sincera, más auténtica.

Le pedimos al Señor que nos regale su Espíritu para ser verdaderos testigos, para poner un poco de luz en este mundo, donde hay tanta oscuridad; un poco de amor en este mundo, donde hay tanto egoísmo; un poco de paz, donde hay tantas tensiones y rencillas; un poco de verdad, donde hay tanta mentira; un poco de libertad, donde hay tantas cadenas que nos atan. «Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!» (Rm 8, 15).

¿Cuáles son las características del Reino de Dios? Es un Reino de amor, de paz, de justicia, de verdad, de libertad. A eso estamos llamados, a implantar el Reino de Dios Trino entre los hombres. Eso es la Iglesia, eso sois vosotros, eso es la comunidad parroquial del Buen Pastor.

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19),

4.- Gracias al Espíritu Santo se renovará hoy esta comunidad con los jóvenes que van a recibir el don del Espíritu. Pero también se renueva por la Visita pastoral del Obispo. Os animo a que viváis con gran alegría el ser cristiano, el ser hijo de Dios y el formar una comunidad parroquial.

«El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios» (Rm 8, 16). El testimonio no puede ser solo individual; el testimonio debe ser comunitario y eclesial. Por eso celebramos eclesialmente, como estamos celebrando ahora, como comunidad no como individuos solos.

En este domingo de la Santísima Trinidad la Iglesia celebra la Jornada de aquellas personas que en los monasterios se dedican a rezar por todos: las monjas y los monjes; me refiero solo a aquellos que viven en monasterios, a los de vida de clausura.

Está bien que hoy nos acordemos de rezar por ellos y agradecer que gastan su vida sin salir del convento rezando por nosotros, alabando a Dios. En agradecimiento pedimos hoy por ellos al Señor, que los mantenga en la fidelidad y en el carisma que les regaló.

Pedimos a la Virgen María que nos ayude a vivir con alegría nuestra fe y a dar testimonio de ella. Amén.

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