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Ardales: Iglesia rupestre de las Mesas de Villaverde

Publicado: 04/07/2012: 12698

•   Situada cerca de Ardales es conocida popularmente como «Iglesia de Bobastro»

Este yacimiento, cercano a la localidad de Ardales, es mucho más amplio y está mejor conservado que la Basílica paleocristiana de Vega del Mar, situada en San Pedro de Alcántara. Aún así, es una auténtica pena su estado de conservación, hasta el punto de que es ugar de esparcimiento para muchos lugareños.

La segunda mitad del siglo IX fue especialmente complicada para el emirato cordobés. En efecto, se encontraba en una fase de reajuste entre los diferentes grupos sociales que lo formaban, ya que árabes, islamistas procedentes del norte de África, judíos, hispanos convertidos al Islám -muladíes- e hispanos que se habían mantenido en el cristianismo -mozárabes-, pugnaban por ocupar su espacio en una sociedad en desarrollo y todo ello en un momento en que la autoridad no estaba totalmente asentada. A todos estos problemas que podríamos considerar como de índole social, hay que añadir una situación política muy poco favorable, ya que mientras el gobierno cordobés tenía que reprimir los intentos de independencia de algunos de sus enclaves fundamentales como Mérida, Toledo, Zaragoza e incluso Sevilla, en Oviedo gobernaba Alfonso III el Magno, uno de los reyes más importantes de la monarquía asturiana que, aprovechando la debilidad andaluza, estaba extendiendo sus dominios hasta el río Duero. A todo ello se añadía el hecho de que en Francia estaba en pleno apogeo el imperio carolingio, que también presionaba los territorios del emirato, liberando gran parte de la Marca Hispánica y de los Pirineos.

Dentro de ese complicado entorno, en el año 880 aparece la figura de un muladí llamado Omar - ó Umar - ibn Hafsún, un magnífico estratega militar, parece ser que descendiente de una importante familia goda y cuyo abuelo se había convertido al islamismo, que después de una serie de incidentes que le convierten en un fugitivo reúne una partida de bereberes, muladíes y mozárabes descontentos con la aristocracia árabe que controlaba el poder y se alza en armas, junto con sus hijos y otros familiares, contra el emirato desde un castillo inaccesible que las crónicas llaman Bobastro ó Bobaxter en su versión en latín.

La rebelión, que duró casi cincuenta años, durante el gobierno de cuatro emires cordobeses - Abd-al-Rahmán II, al-Mundhir, Abd Allah y Abd-al-Rahmán III - y que, a lo largo de una complicada serie de batallas, avances, retrocesos y acuerdos con el poder, incumplidos todos por alguna de las partes,  llegó a ocupar una gran parte de Andalucía, desde Estepa y Écija hasta Priego de Córdoba y algunas plazas cercanas a Jaén, incluyendo también la mayor parte de las provincias de Málaga y Granada.

Pero a pesar de la gran importancia que adquirió gracias a su capacidad militar, desde el punto de vista político obtuvo mucho peores resultados. Primero intentó conseguir sin éxito el apoyo de algunos de los gobernantes del norte de África y de las coras de Al Andalus que tenían malas relaciones con el emirato, como las de Badajoz y Zaragoza. Pero, en vista del escaso apoyo que podía recibir del entorno islámico, en el año 899 se convirtió al cristianismo, suponemos que con el objetivo de recibir ayuda por parte de Alfonso III, lo que tampoco consiguió. Esta decisión, que fue el principio de su fin, ya que desde entonces dejó de contar entre sus filas con gran parte de los bereberes y muladíes que se mantuvieron fieles al Islam, le llevó a crear un obispado cristiano en Bobastro y a construir una basílica, el único edificio mozárabe que se conserva en Al Andalus y, como veremos, de unas características excepcionales.

A partir de ese momento y, sobre todo desde la subida al poder de Abd-al-Rahmán III en el año 912, el territorio de Bobastro fue perdiendo gran parte de las fortalezas conquistadas y su situación era casi desesperada a la muerte de Omar ibn Hafsún en el año 917, siendo enterrado posiblemente en la cripta que se estaba construyendo debajo de la basílica de Bobastro. No obstante sus hijos mantuvieron la rebelión hasta el 28 de enero del año 928, en que el menor, Hafsún, rinde la fortaleza después de seis meses de sitio. Cuentan las crónicas árabes que Abd-al-Rahmán III hizo desenterrar su cadáver para exponerlo al público en Córdoba.  

BOBASTRO

No se conservan noticias exactas sobre la situación de aquella fortaleza de Bobastro, aunque se sabe que Omar nació en el entorno de Ronda, posiblemente en Parauta y que aún joven huyó a las montañas próximas después de matar a un hombre en una disputa entre vecinos. Fue en 1869 cuando el historiador F. J. Simonet estudió los restos de una importante población, magníficamente fortificada, en las Mesas de Villaverde, paraje de muy difícil acceso sobre el río Guadalhorce, en el término municipal de Álora, considerando desde el primer momento que todas sus características coincidían con las descripciones que sobre Bobastro existen en las crónicas de la época. Casi sesenta años después, en 1927, C. de Mergelina descubrió las ruinas de la que parece que debió ser la basílica episcopal de Bobastro, tallada en una única gran roca de arenisca, lo que suponemos que impidió sus total destrucción después de la toma de la fortaleza por las tropas cordobesas.

Por desgracia, o quizá sería mejor decir por desidia de los sucesivos responsables a lo largo de casi 150 años, de los restos de Bobastro que nos describieron Simonet y Mergelina sólo queda una pobre imagen, conservándose la basílica por su calidad de "indestructible", pero habiendo desaparecido una gran parte del resto de las estructuras que se habían conservado durante casi mil años. Sin embargo, parece que en la actualidad las cosas están cambiando, ya que mientras se han construido accesos y parece que se están instalando paneles informativos, recientemente han aparecido los restos de otro edificio eclesial de tres naves del que no tenemos más noticias por el momento. Todo ello parece indicar un nuevo interés oficial por Bobastro, en la que sigue estando pendiente un completo estudio arqueológico que podría aportar muchos datos de interés sobre la ciudad fortificada y sus habitantes.

ESTRUCTURA

Si en todo el prerrománico español hemos conocido edificios sorprendentes, sin duda la imagen más original que podemos encontrar es la que se produce en la llegada, siguiendo el camino recomendado, a la explanada de la basílica de Bobastro, al bordear una gran mole de piedra arenisca.   En efecto, al rodearla por el oeste, la forma natural de la piedra se va transformado en un conjunto de muros, arcos de herradura y pilastras talladas en la roca, de forma que el gran peñón que vemos desde el sur se convierte en su cara norte en los restos muy definidos de una iglesia de tres naves formando un conjunto monolítico excavado en la roca, sobre la que también se ha tallado un amplio patio en el que se conserva un aljibe y restos de otras edificaciones de servicio.

La basílica, que forma un rectángulo de 16,50 X 10,30m orientado de forma canónica con la cabecera hacia el este, consta de tres naves, algo más ancha la central que las laterales y, manteniendo la misma anchura que las naves, un transepto también triple y tres ábsides, cuadrados los laterales y en forma interior de herradura el central, que sobresale ligeramente del rectángulo general. Los accesos a los ábsides y a los compartimentos del transepto disponían de jambas y canceles de separación de espacios, típicos en la liturgia mozárabe, todo ello tallado en la misma roca. También es interesante destacar que el nivel del suelo de las distintas zonas va descendiendo de este a oeste, 17cm entre el ábside y el transepto y otros 17 entre éste y la nave, posiblemente por motivos litúrgicos. Bajo el suelo de la nave central, en el costado oeste, se encuentra la entrada a una cripta que se estaba horadando debajo de la iglesia.

Analizando su planta, nos encontramos con que corresponde, casi exactamente al mismo modelo, sustituyendo las columnas por pilares monolíticos mucho más fáciles de tallar en la roca, que la de San Miguel de Escalada, con la única diferencia de que en Bobastro los ábsides laterales son rectangulares, como los de San Cebrián de Mazote. Sabemos que estas dos iglesias fueron construidas a principios del siglo X por monjes emigrados de Al Andalus, por lo que si, como parece probable, la basílica de Bobastro fue construida entre la conversión de Omar ibn Hafsún al cristianismo en el año 899 y su muerte en el 917, llegamos a la conclusión de que los mozárabes estaban construyendo a principios del siglo X basílicas de estructura muy semejante tanto en lo más profundo de la serranía de Ronda como en los territorios que estaba reconquistando Alfonso III el Magno al norte del Duero.

Muchas más dudas nos surgen al intentar conocer cuál sería su estructura vertical. En la actualidad se conservan restos de todo el área de la basílica, excepto una pequeña parte del ángulo noroeste, y en ellos la altura de los muros va descendiendo de sur a norte de forma que los dos muros de la nave sur se mantienen  hasta más de 3m de altura, los pilares de la separación entre las naves central y norte son de distinta altura, el mayor de algo más de 2m, y el muro norte exterior es significativamente más bajo. Algo semejante sucede con las zonas del transepto y con los ábsides. Todo parece indicar que la basílica estaba formada por una parte monolítica con una altura que dependía en cada punto de la forma original de la mole de piedra en la que está excavada y que se completaría en altura mediante una construcción exenta de tipo convencional. En ese caso, el resultado final debía haber sido una basílica semejante a Escalada y Mazote, de tres naves, más alta la central que las laterales, separadas por arquerías de herradura sobre pilares y con cubiertas planas en madera, mientras los compartimentos del transepto y los ábsides podrían tener bóvedas de alguno de los tipos habituales en el arte islámico cordobés.

Otro tema a considerar sería hasta qué punto estaba avanzada la construcción cuando Bobastro fue conquistada y destruida en parte por las tropas cordobesas. En efecto, mientras por un lado resulta evidente que la cripta no había sido terminada, la estructura actual de la zona mejor conservada, formada por la nave, el transepto y el ábside del costado sur, resulta muy atípica ya que en toda esta área sólo se ha tallado la roca hasta una altura superior en más de 1,5m a la de las otras dos naves y sin ningún acceso desde ellas, aunque dispone de dos grandes ventanas hacia el interior, con forma de arco de herradura prolongado en 1/3 del radio y apoyadas directamente sobre el suelo de la nave elevada. Tampoco disponen de puertas de entrada desde el exterior ni de escaleras de acceso en la roca, lo que nos lleva a pensar en que, o bien estaba dedicada a monjes inclusos, algo no conocido hasta ahora en las iglesias mozárabes o, lo que parece más probable, que en su diseño inicial estuviera previsto seguir horadando, prolongando los arcos en forma de pilares -lo que parece indicar la estructura del arco situado más cerca de la cabecera- hasta rebajar toda la zona sur hasta el mismo nivel que las otras dos naves.

No obstante su aspecto general, así como las noticias que tenemos  de que en su entorno fueron enterrados Omar ibn Hafsún y uno de sus hijos y los restos de construcciones complementarias que se conservan en su gran patio, parecen indicar que, aunque posiblemente no llegara a terminarse tan ingente obra, sí estuvo parcialmente en uso durante algunos años.

En cualquier caso, aunque nunca lleguemos a conocer exactamente su historia y ni siquiera cual fue su estructura completa, desde nuestro punto de vista esta basílica, debido a sus especiales características, nos proporciona una información de gran interés tanto para reconocer sin ninguna duda -a pesar de que algunos autores han planteado otros posibles enclaves- las ruinas de las Mesas de Villaverde como los restos de Bobastro, como para desechar la posibilidad de que se tratara de un cenobio rupestre semejante a otros muchos que aún se conservan en Al Andalus y en el resto de la península. Para no extendernos excesivamente nos limitaremos a enumerar los detalles que nos parecen más relevantes en ese sentido:

El primer tema a destacar es que no se trata de una iglesia rupestre en el sentido tradicional del término, ya que en Bobastro no se intenta, como es lo habitual en los cenobios de este tipo, utilizar un refugio natural como lugar de culto en base a una pequeña adaptación, conservando en su mayor parte su forma original y una discreta apariencia exterior. Bien al contrario, en este caso se trataba de construir un edificio exento tallando una roca, algo realmente atípico, no sólo en España, sino en todo el mundo cristiano.

Por otro lado, un esfuerzo como el que exigía una obra de este tipo no pudo ser abordado por una simple comunidad de monjes, por muy numerosa que fuera, y mucho menos ser desarrollado durante los 17 años que transcurrieron desde la conversión de Omar hasta su muerte. Tampoco parece razonable pensar que Omar ibn Hafsún permitiera comenzar a construir un edificio cristiano de esta categoría en la capital de sus territorios mientras profesaba el islamismo.

Aunque algunos autores afirman que en las Mesas de Villaverde ya existía un cenobio cristiano anterior a la rebelión que tuvo como centro a Bobastro, lo que nos parece posible, nada indica que ya existiera un edificio tan significativo en una época de graves dificultades para los cristianos en Al Andalus, incluso en el caso de que ese cenobio estuviera situado en el mismo lugar en el que posteriormente se excavó la basílica. No obstante, el reciente descubrimiento de otra iglesia en la zona abre nuevas perspectivas a la posibilidad de que estuviera en otra ubicación, dentro de la misma área.

Por último, el esfuerzo hecho para tallar en una única roca un edificio prácticamente indestructible en su mayor parte indica, no sólo la disponibilidad de grandes medios por parte de su promotor, sino el deseo de dejar una obra que pudiera perdurar en el tiempo como el recuerdo de algo que corría el riesgo de ser destruido hasta sus cimientos. Desde ese punto de vista, la basílica de Bobastro parece ser lo único que se conserva de la obra de un personaje desmesurado que a punto estuvo de modificar la historia de Al Andalus y, por lo tanto de toda España a finales del primer milenio.

Entroncada a mitad de camino entre la historia y la leyenda, esta increíble construcción monolítica y todo su entorno siguen esperando en las Mesas de Villaverde un estudio arqueológico en profundidad, mientras ofrece al visitante, tanto por su situación y paisaje como por sus asombrosas características, una sorprendente imagen de nuestra historia a finales del primer milenio.

Aranda Otero y otros

Autor: diocesismalaga.es

Francisco Aranda

Francisco Aranda es sacerdote diocesano, canónigo archivero y profesor del Seminario y del Instituto de Ciencias Religiosas San Pablo.

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