NoticiaEntrevistas Pepita Ramírez: «En Cáritas se piensa, ante todo, en los demás» Pepita Ramírez Publicado: 16/05/2017: 18253 Pepita Ramírez (Málaga, 1930) ha sido voluntaria de Cáritas Diocesana durante 30 años, después de otros 12 años como voluntaria en la Cáritas de la parroquia de San Felipe Neri. Hace unos meses, le organizaron un homenaje sorpresa en el que participaron sus dos hijos y sus nietos. «El voluntariado en Cáritas me ha dado mucha fuerza, me he sentido muy acogida, nunca he estado sola. Aquí he compartido mi vida con grandes personas» ¿Cómo recuerda su llegada a Cáritas Diocesana, hace 30 años? Había estado durante 12 años en la de la parroquia de San Felipe Neri, cuando el párroco era D. Isidro Rubiales. En Cáritas Diocesana me recibió D. Francisco Rubio Sopesén, que era entonces el sacerdote a cargo. Lo recuerdo como una experiencia preciosa. Comencé en los archivos. Entonces no eran las cosas como ahora, que se hace todo con el ordenador, sino que todo se hacía a mano. Me encargaba de tener preparados los expedientes de las personas que iban a venir al día siguiente y, cuando acababan de atenderlas, me llevaba de nuevo los expedientes y los archivaba... era muy distinto. ¿Cómo se ha sentido en Cáritas Diocesana? Muy acogida. Es cierto que yo he dado todo lo que he podido, pero más he recibido. Es más, todos han sido muy buenos conmigo. A mi marido lo he tenido 10 años con alzheimer y en ese tiempo se han volcado conmigo, desde los responsables: Gabriel Leal, Patricio Fuentes y Francisco Sánchez, hasta todos los voluntarios y trabajadores con los que he estado. Para mí, son como mi familia. En 30 años, habrá visto muchas situaciones complicadas. La verdad es que sí. No se me olvida que, en una ocasión, me enviaron a un edificio del centro de la ciudad, hace ya muchos años, con un dinero. Cuando llegué me encontré un deshaucio, iban a echar a una familia. Cuando llegué estaban ya los del Juzgado y la Policía, pero todo se paró porque llevaba el dinero necesario. Son situaciones que no se olvidan. ¿Hay que tener algo especial para ser parte de Cáritas Diocesana? Yo creo que sí, que hay que pensar en los demás ante todo. Es una alegría muy grande la que se siente cuando se puede hacer algo por alguien que lo necesita. La acogida es básica en Cáritas, es lo más importante. Yo creo que todo el que trabaja allí lo hace por ayudar a los demás, es el mayor beneficio que recibes. Te cuento una cosa curiosa que me ocurrió. Un día me caí en la calle, me acompañaba mi hija, que acudió rápido a atenderme, y también se acercó una chica que recogió mi bolso y mi paraguas del suelo. Mi hija le dio las gracias y ella le respondió que más tenía ella que agradecerme, pues se acordaba de mí de una vez que le compramos, desde Cáritas, un carrito de supermercado con alimentos, pues se encontraban en una situación muy precaria. Son cosas que se te clavan en el alma. ¿Qué significó para usted el homenaje que le organizaron desde Cáritas? Fue toda una sorpresa. Los responsables de Cáritas se pusieron de acuerdo con mis hijos y mis nietos y todos nos encontramos en la residencia Buen Samaritano. ¡Lloré lo más grande! Son muchos años de recuerdos, de personas muy queridas, con las que he vivido buenos y malos momentos, siempre llenos de esperanza. ¿Qué le agradece a Cáritas? Que me ha dado mucha fuerza y me he sentido muy acogida, nunca he estado sola. Además, también me he sentido muy útil, lo mismo me encomendaban ir a pagar a un banco, que se dejaban querer mientras les preparaba el desayuno para que ellos pudieran seguir su trabajo. He conocido las primeras piedras de muchos de los centros de Cáritas como el Buen Samaritano, Pozo Dulce o Calor y café. He compartido mi vida con grandes personas.