DiócesisHomilías

Ciento cincuenta Aniversario de la presencia de las Religiosas de la Asunción en Málaga (Catedral-Málaga)

Publicado: 10/03/2014: 12412

CIENTO CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA PRESENCIA
DE LAS RELIGIOSAS DE LA ASUNCIÓN EN MÁLAGA
(Catedral-Málaga, 10 marzo 2014)

Lecturas: Is 62, 2b-4; Sal 88, 2-3; 6-8; 1 Co 3, 7-11; Jn 15, 9-17.

 

Recibir un nombre nuevo significa ser renovado.

1. El profeta Isaías, refiriéndose a Jerusalén, dice: «Te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor» (Is 62, 2).

En el bautismo Dios nos regala una vida nueva; nos convierte en criaturas nuevas. La finalidad última que concede a la nueva creatura es convertirse en corona y diadema, es decir, en lo más hermoso que adorna a los reyes. Dice Isaías: «Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios» (Is 62, 3). Eso es en lo que deseamos que el Señor nos convierta a todos. Quien ha sido convertido en criatura nueva es considerado como “predilecto”, “amado”, como desposado con el Señor: «Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo» (Is 62, 4).

2. En vuestra congregación religiosa, queridas hermanas de la Asunción, habéis recibido una misión nueva. La consagración bautismal, que hemos recibido, nos ha convertido en diadema real, en Iglesia, esposa de Cristo. A vosotras, por la consagración especial, se os añade esta otra misión: Trabajar en el campo de la educación, impregnadas de vida contemplativa. Esas son las dos dimensiones propias de vuestra Congregación. En esa misión os toca acercarse a las personas desde la mirada de Dios; y contemplar a Dios para ayudar a los hombres. Vuestra tarea tiene una dimensión esponsal, como cristianas y como consagradas. Todos hemos de ser fieles a la misión que el Señor nos confía. Hoy queremos especialmente dar gracias a Dios por las Religiosas de la Asunción en este 150 Aniversario de su venida a Málaga, como primera comunidad en España.

2. "Colaborar en la obra de Dios".

3. En segundo lugar, las lecturas de hoy nos invitan a colaborar en la obra de Dios. En la tarea que Dios nos encomienda somos sus colaboradores: hacemos el trabajo que nos pide realizar en su campo, podando, regando, limpiando, cavando. Pero es Dios quien hace crecer su obra: «De modo que, ni el que planta es nada, ni tampoco el que riega; sino Dios, que hace crecer» (1 Co 3, 7). «Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificio de Dios» (1 Co 3, 9). En vuestra historia de ciento cincuenta años habéis estado colaborando con Dios desde vuestra vocación y misión. El pasado día 8 de marzo hicisteis la Inauguración de la celebración de este Aniversario de la presencia de las Religiosas de la Asunción en España, y más concretamente en Málaga, siendo la comunidad de Málaga la primera en España.

4. Desde el inicio de vuestra fundación se ha ido realizando la palabra de Madre María Eugenia, dirigida a la que fue su mano derecha, la Madre Thérèse Emmanuel: “Somos pioneras, tenemos que sentir el peso de la tierra y labrar el surco”. Y de ahí habéis tomado el lema de vuestro año centenario. Vuestra fundadora, santa María Eugenia, sembró las primeras semillas que dieron sus frutos en sazón; detrás han venido más trabajadoras del campo del Señor, que han continuado sembrando semillas de evangelización, de educación integral, de proyectos educativos, de ayuda a necesitados. La divina Providencia se sirvió del sacerdote carmelita francés, P. Marie Bernard, que se encontraba en Málaga, en 1864, por razones de salud; son las cosas de Dios. Habiendo conocido a la fundadora de vuestra reciente congregación, pensó que su presencia en Málaga podría hacer un gran bien, sobre todo para la educación de niñas. Venidas desde Francia, las primeras hermanas inician el nuevo curso escolar 1865-1866. Hoy damos gracias a Dios por estos ciento cincuenta años de trabajo evangelizador y de presencia benefactora para la ciudad de Málaga. Las pioneras vinieron a un país extranjero con intención de aportar, de formar, de educar a niñas; y Málaga las acogió con cariño, con afecto y empezó entonces a colaborar y a haber una simbiosis, una complementariedad.

3. "Construir sobre el único cimiento, Jesucristo".

5. Otro aspecto de las lecturas de hoy, además de colaborar en la obra de Dios, es la invitación a construir sobre el único cimiento que es Jesucristo. San Pablo nos ha dicho: «Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3, 10). ¿Por qué pensáis que la obra de la Asunción lleva 150 años en Málaga? Porque es una obra de Dios, que es quien hace crecer. Unos siegan, otros plantan, otros podan…, pero es Dios quien da el crecimiento. Y no se pueden poner otros fundamentos. No se puede asentar una educación integral con visión cristiana en ideologías de moda, porque eso destruye a la persona. No se puede asentar la educación, como pretenden grupos de distinto tipo, en la “ideología de género”, (cf. Conferencia Episcopal Española, La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, Madrid, 26 de abril de 2012), ni en ciertas teorías pedagógicas que pasan de moda.

6. He repetido muchas veces que la calidad de los colegios regentados por instituciones de la Iglesia, sean congregaciones religiosas, diócesis o instituciones con un Ideario cristiano, viene dada por ese ideario de inspiración cristiana. La calidad no está solo en saber las ciencias que hay que enseñar. Puede haber grandes profesores y buenos pedagogos, que no amen a sus alumnos y que no integren su saber en la sabiduría de Dios. A todos nos toca mirar cómo construimos.  Estoy seguro de que muchos de vosotros estáis vinculados a la obra de las Religiosas de la Asunción como profesores, como antiguos alumnos, como padres de alumnos, bebiendo del mismo estilo educativo. Damos gracias a Dios, por que sois muchas las personas que realizan su misión desde la sabiduría de Dios, poniendo a Jesucristo como cimiento, sobre el cual se puede construir cualquier edificio sólido.  Otros edificios, construidos sobre otras formar de pensar, otras ideologías que no tengan nada que ver con esta visión cristiana, o que incluso vayan contra el hombre, bajo capa de modernas, están más bien destruyendo al hombre; y, por desgracia, lo estamos viendo en nuestros días.  Damos gracias a Dios por vuestra presencia y por ese estilo de educar integralmente desde Jesucristo, desde el cimiento de Cristo. No plantéis ni construyáis fuera de este cimiento: Jesucristo.

4. "Permanecer en el amor de Dios"

7. Otra invitación que nos hacen las lecturas de hoy es la de permanecer en el amor de Dios. No se podría permanecer 150 años sin esta unión con Dios. No solamente construyendo sobre el cimiento –Jesucristo– sino permaneciendo en el amor: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). Y «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). Así nos lo ha demostrado el Señor. Ha dado la vida por nosotros. Y en respuesta al amor misericordioso de Dios habéis entregado vuestra vida; sobre todo vosotras, las religiosas, para ayudar al prójimo.

8. La historia de vuestra congregación está llena de avatares. En las primeras décadas las hermanas van buscando lugares cada vez más adecuados a su misión educativa: cambiando de lugares, barrios, casas… por necesidades apremiantes. También las Religiosas tuvieron que sufrir las consecuencias del terremoto de 1884, que devastó la ciudad de Málaga; y sufrieron la devastación total de su casa en mayo de 1931, al inicio de la Segunda República, cuando Málaga vio quemados, destrozados y destruidos tantos edificios, Iglesias, conventos, monasterios religiosos. Esto no tiene nada que ver con la guerra civil; estamos aún en el año 1931, no en 1936. Era el odio a la fe, una ideología contraria a Dios; tampoco esa ideología puede durar. Algunas alumnas de la Asunción dieron testimonio de la fe con su vida, con el martirio cruento. Finalmente, en octubre de 1940 se puso la primera piedra de lo que será el Colegio actual, Santa Eugenia, en Pedregalejo. En 1965 celebrasteis el primer Centenario. Y en 1972 se fundó la comunidad en la Barriada de El Palo, en servicio a los más pobres; y la comunidad en El Olivar, para atender a personas mayores. Habéis ido ofreciendo vuestra colaboración, desde vuestro carisma fundacional, donde veíais que podíais servir mejor a las necesidades de la ciudad.

9. Vuestra Fundadora, santa María Eugenia de Jesús, decía que «para responder a mi vocación, tengo necesidad de ser soberanamente expansiva, amante y alegre» (Marie-Eugénie de Jésus, Carta, n. 2046, 21 junio 1849). ¡Seguid el ejemplo de vuestra Fundadora, abriendo vuestro corazón a los demás, amando sinceramente a quien Dios ponga a vuestro lado y viviendo con alegría! Sé que habéis unido a vuestra Congregación otra Congregación religiosa y que ahora estáis en diálogo con una segunda Congregación, para unir vuestras fuerzas y vivir el carisma fundacional. Le pedimos al Señor que os ayude en este proceso que estáis viviendo, que ilumine vuestro camino, que inspire a quienes tienen que tomar las decisiones y hacer el discernimiento; y que todo sea para vivir mejor la voluntad del Señor.

10. Málaga, y vuestro Obispo en nombre de los cristianos, os agradece vuestra dedicación y vuestra presencia en esta parte de su viña, que el Señor os ha confiado. Seguid trabajándola con esmero, como ya lo hacéis, y con entrega generosa. Al tiempo que damos gracias a Dios por este 150 Aniversario de vuestra presencia, le pedimos la protección de nuestra Santísima Madre. Hay que mirar hacia la Asunción, porque ella es el modelo de lo que todos estamos llamados a ser. Hay que contemplar a Maria Asunta, porque ya ha obtenido el premio de la vida eterna. ¡Que Ella, coronada de estrellas desde el cielo, junto a su Hijo Jesucristo, nos guíe, nos acompañe e interceda por nosotros! También pedimos la intercesión de Santa María Eugenia de Jesús.

¡Felicidades por este Aniversario! ¡Gracias por vuestra presencia! ¡Que el Señor os siga bendiciendo a vosotras y a todas las personas que trabajan con vosotras, codo a codo, día a día!

Amén.
 

Autor: diocesismalaga.es

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo