Emilio, ¿qué te pasó por la cabeza cuando recibiste este nombramiento a una responsabilidad nacional?

Sinceramente, me sorprendió mucho porque ha sido un proceso de selección en el que había varios candidatos de toda España, gente fantástica y muy valiosa. Que al final me hayan elegido a mí, lo recibo con mucha humildad, agradecimiento y alegría, pero con mucha sorpresa también. A la vez, también con mucha ilusión, porque me da la oportunidad de seguir alentando todo el trabajo que se viene haciendo para motivar, ayudar y acompañar a todos los laicos de parroquia. 

Eso se nota, Emilio, porque cuando hablas de tu nueva tarea se te iluminan los ojos. Dejas tierra, familia, amigos, parroquia, ¿es complicado? 

Si te dijera que no, te engañaría, Encarni. Pero esta respuesta no la doy de forma aislada en mi vida, sino que nace en un ambiente, en el entorno de la parroquia (yo soy de la parroquia de la Amargura), en la diócesis de Málaga… si tú ves que en todos estos ambientes donde te mueves la gente se toma en serio el Evangelio y quieren responder al seguimiento de Jesús con generosidad, no puedes quedarte sin responder también generosamente porque la generosidad genera también generosidad y la vocación de servicio a la que estamos llamados, nos impulsa a ser generosos y a dar una respuesta generosa también. Y además, no me voy sólo, viene mi esposa conmigo, Mónica. Este es un proyecto de nuestro matrimonio, no es un proyecto mío. 

¿Cuál será tu cometido en Madrid?

La Acción Católica tiene una vocación de apoyar la tarea común que hay en la Iglesia. Un ejemplo, aquí en Málaga, Acción Católica organiza los campamentos para niños y jóvenes como una propuesta de servicio para toda la diócesis, en la que pueden participar todos los grupos de cualquier parroquia. A eso me refiero cuando hablo de la vocación de apoyar lo común. En este sentido, tendré tres tareas: acompañar a los grupos de adultos, alentándolos, apoyándolos, motivándolos, para que vivan su fe cada día con más intensidad; en segundo lugar, impulsar, acompañar y apoyar todas las iniciativas que las comisiones episcopales de la Conferencia Episcopal Española tengan, es decir, sumarnos a todas ellas; y, en tercer lugar, estar atento y disponible para ayudar a las diócesis que tengan menos recursos y medios para que el laicado siga creciendo.

Emilio, ¿qué le pides a tu diócesis? ¿Qué podemos hacer por ti en este tiempo que estés en Madrid?

Si me permites, para responderte a esto, propongo una mirada a la historia reciente de nuestra iglesia de Málaga. Empezamos con san Manuel González, en el que hemos tenido un obispo apasionado por Jesucristo, presente en la Eucaristía, que se queda en el Sagrario y al que nos podemos acercar. Si seguimos mirando, nos encontramos con don Ángel Herrera, en su tiempo, Málaga era la segunda provincia en analfabetismo de España, sólo teníamos a Jaén por detrás, y don Ángel impulsó el trabajo, tanto en curas como en laicos, buscando el bien común de nuestra sociedad e inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia. Nos fijamos también en D. Ramón Buxarrais, en los encuentros de Pueblo de Dios, en los que nos recordaba la igual dignidad de todos los laicos, de todo el Pueblo de Dios, que nace del bautismo, fue un impulso el que dio en los años 70. Y llegamos a D. Antonio Dorado: qué corazón, qué hombre más amable y cariñoso, en su época se pusieron en marcha proyectos diocesanos, que eran proyectos de comunión y nos impulsó a que estuviéramos todos unidos, unos a otros. Y llegamos a hoy, con D. Jesús, nuestro obispo actual, cuando vemos que en todas las parroquias de la diócesis hay Cáritas y en todas se cuida que la comunidad tome conciencia de que tenemos que ser el rostro misericordioso de Dios, especialmente para los más pobres. Viendo toda nuestra historia, yo creo que tenemos que sentirnos muy agradecidos de formar parte de esta Iglesia, de formar parte de nuestras parroquias, y de la misma forma que han sido generosos todos los que nos han precedido, debemos ser generosos y responder al Señor con igual fidelidad y cariño, como han respondido todos los que nos han precedido.