Ya está fijada la fecha: 20 de diciembre. Ese día, los españoles están convocados a las urnas para votar. Con el real decreto de convocatoria de las elecciones generales, firmado por el rey Felipe VI se oficializa la fecha de las elecciones para elegir el gobierno que regirá los destinos de España durante los próximos años. Más allá de quien salga y de la política de pactos a la que previsiblemente puedan verse abocados los candidatos a tenor de las encuestas, el ejercicio de la política no puede olvidar que hay unas reglas éticas que son anteriores y superiores a la vida política, y que la democracia se debilita cuando se ignoran. La reciente crisis ha mostrado la inadecuación de soluciones pragmáticas a corto plazo relativas a complejos problemas sociales y éticos. La dimensión ética de la política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno puede permitirse ignorar. En este sentido, el criterio último y la motivación para el trabajo político no deben ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia, y crear así las condiciones básicas para la paz. El éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del mismo.