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La Catedral marenga

Publicado: 16/06/2023: 7604

Carmen

Cada año, cuando llega el 16 de julio, son muchos los pueblos de la Diócesis de Málaga que procesionan a la Virgen del Carmen, una imagen muy presente en el primer templo de la capital. Este domingo las campanas de la Catedral tocan la salve marinera en honor de la Virgen del Carmen.

Como explica Alberto Palomo, divulgador del patrimonio histórico de Málaga y auxiliar del Archivo Histórico de la Catedral, «una ciudad como Málaga abierta al mar, mucho más en el pasado cuando el comercio del puerto y la pesca eran fundamentales, no podía ser menos que un bastión de devoción a Nuestra Señora del Carmen. Desde tiempos tempranos, con la fundación en 1584 del convento de los carmelitas en el barrio marinero del Perchel, el fervor de los malagueños por la Virgen marenga ha sido una constante que, ha tenido y tiene su reflejo en la Catedral».

Incluso una de las campanas de la torre, con más de quinientos kilos, «fue bautizada como Santa María del Carmen y donada en 1868 por el marqués de Valle Umbroso, cuya esposa e hija ostentaban ese nombre y particular devoción». Sin abandonar el campanario, el conjunto de pequeñas campanas que forman el carrillón, toca la salve marinera en honor de la Virgen cada 16 de julio.

En cuanto a su representación iconográfica, la Señora del Carmelo cuenta en la Catedral con un altar propio, situado, como explica Palomo, «justamente enfrentado al de san Nicolás de Bari, protector de las gentes del mar, que alcanzó tal patronazgo a cuenta de varios milagros obrados en navegantes y cuyos relatos se contaban en todos los puertos de la Europa medieval». El altar cuenta con un lienzo de la pintora local Rafaela Roose Ordoñez (1825-1897), que junto a su esposo Manuel Sánchez de Quirós Hinojosa, fueron grandes bienhechores de la iglesia mayor malacitana, y a la que, como asegura este estudioso, «regaló algunas de sus obras pictóricas, de cierta calidad.

El lienzo tiene como protagonista a Nuestra Señora del Carmen y lo donó en 1861, según consta en las actas capitulares. Se trata de una composición que la muestra con el Niño en brazos y acompañada de san José, en el momento que hace entrega del escapulario a los reformadores de la Orden de los carmelitas descalzos, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. También aparece como fedatario de cuanto acontece un anciano fraile con un cirio encendido que, quizás, quepa identificar como san Simón Stock», general de la Orden Carmelita, al que, según la tradición, hace casi ocho siglos se le apareció la Virgen del Carmen, rodeada de ángeles y le entregó su escapulario diciéndole: “Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará”. Desde entonces, son muchos los marineros de todas partes del mundo que se ponen bajo el amparo de María en su advocación de Stella Maris (Estrella de los Mares), entre ellos, los de Málaga.

Curiosamente, en el muro lateral junto a este altar hay colocada otra pintura de trazo minucioso, igualmente con la representación de Nuestra Señora del Carmen, que procede de la donación testamentaria de Silvia Ortega Casado, en 2005. Su reducido tamaño y la altura en la que se sitúa dificulta su correcta contemplación.

Según recogen los libros capitulares de la Catedral, la ciudad de Málaga experimentó un terremoto el 16 de julio de 1767 y estos mismos escritos, recuerda Alberto Palomo, «atribuyen a la intercesión de la Virgen del Carmen el que la ciudad no sufriera ningún daño».

Además, el documento más antiguo expedido por la Hermandad de Carmen del Perchel en la capital hace alusión a este episodio y, en él, solicitan «‘sacar en procesión a la nominada imagen con el rosario y comunidad; como se ejecutó en la epidemia que padeció esta ciudad en el año de 1741’. Una procesión que da fe de la antigüedad del fervor suscitado por la Virgen del Carmen en Málaga, y que sigue plenamente vigente en nuestros días».

Basta con acercarse a la Catedral cada domingo posterior a su festividad, (aunque este año adelantará un día su salida procesional debido a la coincidencia con las elecciones generales) ya que, desde su coronación canónica en 2005, las puertas del primer templo se abren de par en par para «recibir y honrar a nuestra Señora y a su Hijo».

Tras esta visita, asegura Palomo, la imagen realiza su «tradicional recorrido por la bahía para bendecir sus aguas y a todos los que la surcan, tal y como cantaba a primeros del siglo XVI, fray Cristóbal de Castillejo:

“Clara estrella de la mar,

dichosa puerta del cielo,

Madre de nuestro consuelo,

Virgen nacida sin par,

sed, pues nuestra abogada.

Más por gracia singular

con las rodillas por el suelo,

pedimos vuestro consuelo

mientras estamos en la mar”»

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Beatriz Lafuente

Licenciada en Periodismo e Historia. Casada desde 2011, es madre de un hijo.

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