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Semblanza de Emiliano Fortea Martínez

Publicado: 12/02/2004: 5664

 

Ayer comentábamos en un grupo el precioso entramado que tiene la exhortación apostólica La Iglesia en Europa: se van haciendo los distintos capítulos al hilo del Apocalipsis. Y casi al comienzo se nos dice cómo este libro final de la Biblia trata de alentar a los creyentes haciéndoles ver que, más allá de toda apariencia de persecución, tribulación y desconcierto, hay algo esencial: que la victoria de Cristo ya se ha realizado y es definitiva. El mismo Cristo nos dice: no temas, soy yo, el Primero y el Último, el que vive por los siglos de los siglos (Ap 1,17s).

Bien, pues esta victoria definitiva de Cristo se ha realizado ya en este hermano nuestro, Emiliano Fortea Martínez, un hombre sencillo y humilde, del que muchos sabrán muy poco: siempre procuró pasar de la manera más desapercibida.

Don Emiliano nació el 8 de febrero de 1926 (muere, por tanto con 78 años y 3 días), en un pueblo de Guadalajara, del término de Molina de Aragón, Herrería del Rey. En su familia era el menor de 11 hermanos.

El 22 de diciembre de 1950 fue ordenado sacerdote, perteneciendo a la Orden de Franciscanos Capu-chinos. Prestó su servicio a la gente en aquellos años jóvenes suyos por diversos lugares: Masanagré (Valencia), Orihuela (Alicante) Totana (Murcia). Luego marchó a misiones, a la selva colombiana, donde estuvo largos años.

Enfermo de tuberculosis tuvo que volver a España. Se incorporó al clero diocesano, en la diócesis de Cuenca. Siendo, además, entre los años 68 al 71, Director Espiritual de la Vene-rable Orden Tercera de San Francisco.

Un hermano suyo y la esposa de éste, Florentino e Isabel, vivían en Málaga, y entre ellos y la amistad que les unía con el entonces Párroco de los Santos Mártires, Dn. Rafael Jiménez Cárdenas, le invitaron a venir a esta ciudad. Así, en 1971 (13-octubre), comenzó a ser Vicario Parroquial de los Santos Mártires, hasta 1990; al mismo tiempo, en esos años 71 al 90 fue Capellán de la Adoración Nocturna Femenina de Málaga. El curso 90-91 fue Párroco de San Felipe y El Buen Pastor. Para volver de nuevo el 10 de septiembre de 1991 a ser Vicario Parroquial en los Santos Mártires, parroquia donde, hasta hace unas semanas, ofrecía su vida, ya cansada, junto a la Eucaristía que celebraba en el altar.

Dos golpes han sido muy duros para él en éste último tiempo: la muerte, no hace todavía dos meses, de D. Antonio Ruiz Pérez, párroco de Los Mártires, con quien tanto y tan profundamente compartió; y la muerte de su hermana Satur, hace 15 días.

Su enfermedad llegó primero como parkinson, hace unos seis años, y le fue disminuyendo sus posibilidades de trabajo, nunca su ánimo y su entrega: hasta hace unos días sus sobrinas tenían que pelear con él para que no hiciera más de lo que le era posible. Muy cansado, despacio, agotándose... pero hasta el final yendo a la parroquia a atender a la gente, a celebrar la Eucaristía, a acoger y charlar con las parejas de novios. Últimamente, un tumor, en muy pocos días, ha sido quien se lo ha llevado a vivir para siempre con el Señor.

Muy querido Dn. Emiliano en Los Mártires por sus largos años, su generosidad constante y su servicio callado y sencillo.

Sí, hombre sencillo, humilde, que huía del boato y de las compensaciones y alabanzas. Servicial al máximo. Según sus compañeros más cercanos, la sencillez franciscana lo definía: sin apetencias de subir nunca, le costaba más trabajo mandar que obedecer. Hombre que nunca tuvo dificultad para estar en segundo plano.

Por ello, y por tantas cosas, muy estimado en su familia, en la Parroquia, en la Residencia Sacerdotal... donde quiera que fue conocido.

Su vida está ya en manos del Señor, que sabe bendecirnos y acogernos. El recuerdo agradecido, el cariño y su enseñanza continúan entre nosotros. Aprendamos siempre del her-mano que, como tantos otros hermanos, entrega su vida sirviendo a los demás.

Antonio Aguilera Cabello

Autor: diocesismalaga.es

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