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Ordenación de diáconos (Catedral-Málaga)

Ordenación de ocho diáconos en la Catedral de Málaga // E. LLAMAS
Publicado: 22/10/2022: 3685

Homilía pronunciada por Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga el 22 de octubre de 2022 en la que ordenó a ocho nuevos diáconos.

ORDENACIÓN DE DIÁCONOS

(Catedral-Málaga, 22 octubre 2022)

Lecturas: Ef 4, 7-16; Sal 121, 1-5; Lc 10, 1-9.

1.- El apóstol Pablo nos ha recordado que Dios da a cada uno la gracia según el don de Cristo (cf. Ef 4, 7) y le confía una misión: «Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores» (Ef 4, 11).

Por el bautismo hemos sido hechos hijos adoptivos de Dios y miembros de la única Iglesia de Cristo; y todos hemos recibido una misión con la gracia correspondiente para llevarla a cabo.

A vosotros, queridos candidatos al orden del Diaconado, el Señor os confía hoy la tarea primordial de predicar el Evangelio; es decir, de anunciar a Jesucristo, muerto por amor a los hombres y resucitado por la fuerza de Dios; os encarga distribuir el pan de la Palabra y de la Eucaristía, y servir con fidelidad y humildad a la Iglesia ayudando a los presbíteros y al obispo.

2.- La tarea confiada tiene una finalidad propia, como dice san Pablo: «El perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef 4, 12).

La santidad del pueblo de Dios es el principal objetivo, porque Él «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2, 4).

Esta voluntad salvífica universal de Dios se concreta en la obra de redención humana, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la antigua Alianza, y que Cristo realizó en plenitud por el misterio pascual de su muerte y resurrección.

Esta misión debe llevarse a cabo «hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud» (Ef 4, 13).

Damos gracias a Dios porque os ha llamado y agradecemos vuestra disponibilidad para realizar tal alto encargo. También quiero agradecer la disponibilidad de vuestras esposas y familias de los diáconos permanentes, que os han de apoyar en esta nueva tarea que se os encomienda.

3.-  En vuestra misión encontraréis dificultades y obstáculos, como dice san Pablo, y debéis evitar ser «sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, en la falacia de los hombres, que con astucia conduce al error» (Ef 4, 14).

Ciertamente, queridos fieles, vivimos en una época llena de vientos y de olas, que pretenden hacer zozobrar la nave de la Iglesia, imponiendo las opiniones como verdades e induciendo al error. Por eso se os pide que «realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo» (Ef 4, 15).

Solo Jesucristo es el único Mediador y Salvador del mundo; hacia su encuentro debéis llevar a los hombres, facilitando el camino de acceso a Dios, como nos exhortaba el papa Benedicto XVI (cf. Verbum Domini, 2).

4.- En el Evangelio Jesús nos ha recordado que «la mies es abundante y los obreros pocos» (Lc 10, 2). Y nos ha animado a pedir «al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10, 2).

Debemos pedirle al Señor que nos conceda pastores según su corazón, que nos guíen, nos cuiden y nos alimenten. Por eso le pedimos hoy que os conceda un corazón al estilo del Buen Pastor, que os modele a su imagen dispuestos a salir por los caminos del mundo para proclamar a todos a Cristo, que es Camino, Verdad y Vida (cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 82). Y lo pedimos la intercesión de san Juan Pablo II, cuya fiesta litúrgica celebramos hoy; él nos ha repetido muchas veces lo de ser pastores según el corazón de Cristo.

Poneos en camino para ir adonde Él os envíe y no donde vosotros queráis hacer el servicio, sabiendo que seréis «como corderos en medio de lobos» (Lc 10, 3) y que ofreceréis su Paz en su nombre (cf. Lc 10, 5-6).

Queridos Álvaro, Dionisio, Juan, Pedro, Carlos, Jesús, Juan y Antonio, acoged con gratitud la misión del servicio diaconal y desempeñadlo con humildad y fidelidad. Esta asamblea cristiana es lo que hoy pide por vosotros.

5.- En este domingo celebramos el Domingo Mundial de las Misiones con el lema “Seréis mis testigos”. La Iglesia es misionera por naturaleza y evangelizar es su tarea primordial.

Este año se conmemora el 400 aniversario de la Congregación de Propaganda Fide, llamada hoy “Evangelización de los Pueblos”, que atiende sobre todo la misión “ad gentes” de anunciar a Cristo donde aún no se le conoce. Pero nuestra sociedad también necesita ser evangelizada; en nuestra diócesis de Málaga hay gente que no conoce a Cristo, o ha oído hablar de él e incluso fue bautizado, pero no vive la fe. 

Antes de subir al cielo Jesús dejó a sus discípulos un mandato que es una llamada esencial para todos los cristianos: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra» (Hch 1, 8).

¡Seréis mis testigos! Eso es lo que el Señor nos dice hoy a todos y cada uno de nosotros; pero de modo especial a quienes vais a ser ordenados diáconos. ¡Seréis mis testigos!

El ámbito de la predicación debe llegar hasta los confines de la tierra, expresando así el carácter universal de la misión de los discípulos. El papa Francisco nos dice: “No son enviados a hacer proselitismo, sino a anunciar; el cristiano no hace proselitismo. Los Hechos de los Apóstoles nos narran este movimiento misionero, que nos da una hermosa imagen de la Iglesia ‘en salida’ para cumplir su vocación de testimoniar a Cristo Señor, guiada por la Providencia divina mediante las concretas circunstancias de la vida” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2022. Roma, 6.01.2022).

6.- Cristo es el primer enviado y misionero del Padre (cf. Jn 20, 21); es su testigo fiel (cf. Ap 1, 5). Del mismo modo cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo; y esta tarea se realiza en comunión eclesial (cf. Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 60); no se hace en solitario, porque es la Iglesia quien evangeliza; o mejor, somos los miembros de la Iglesia quienes tenemos la misión de evangelizar, como comunidad de creyentes en plena comunión con la cabeza.

Y el objeto del anuncio no son cosas ni contenidos fundamentalmente, sino la persona de Jesucristo, muerto y resucitado. Y este anuncio debe ir unido al ejemplo de vida cristiana. No se puede anunciar solo con la palabra; Cristo llevó a cabo la salvación con obras y palabras (gestis verbisque) y lo mismo nos pide a nosotros: anunciar con hechos y palabras. El papa Francisco nos dice que estos dos aspectos son “dos pulmones con los que debe respirar toda comunidad para ser misionera” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2022. Roma, 6.01.2022).

Queridos fieles todos y estimados candidatos al diaconado, el Señor nos apremia a ser sus testigos valientes con la fuerza del Espíritu Santo.

Pedimos a Virgen de la Victoria, nuestra Patrona, que sostenga con su maternal cuidado todas las misiones, os acompañe a los diáconos en esta nueva tarea que hoy os confía la Iglesia y nos ayude a todos a vivir con gozo ser discípulos misioneros. Amén.

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