NoticiaCáritas Despojémonos de todo tipo de mantos y títulos Hogar Pozo Dulce. C. MONSERRATE Publicado: 30/03/2015: 14789 En la celebración del Día del Amor Fraterno, la liturgia del Jueves Santo, con el rito del lavatorio de los pies, nos recuerda que no hay amor, si no somos capaces de abajarnos y despojarnos de todo tipo de mantos y de títulos para ponernos a los pies del otro, como lo hizo Jesús. Basta solo con estar atentos para encontrar a nuestro alrededor múltiples formas de seguir su ejemplo. Esto es lo que ocurre cada día en el Hogar Pozo Dulce, el centro de acogida de Cáritas Diocesana para personas sin hogar. Allí, los voluntarios, trabajadores e Hijas de la Caridad, con su entrega diaria a los últimos de esta sociedad, nos hacen rememorar el gesto de humildad de Jesús en el lavatorio. Todos ellos, conscientes de que no puede haber amor sin servicio, cuando llegan al centro, se despojan de su manto y se disponen a servir a quienes menos tienen. En su empeño por procurar el bienestar de los acogidos, tratan de promover su recuperación integral y mejorar su calidad de vida, atendiendo no solo sus necesidades físicas, sino también las morales y espirituales. Para esto, se realizan talleres, terapias psicológicas o actividades socioculturales. Además, esta tarea de acompañamiento se extiende más allá de las paredes del centro, a quienes continúan viviendo en la calle o malviven en lugares que carecen de las condiciones mínimas de habitabilidad. A menudo, el grave deterioro físico y psíquico que padecen estas personas dificulta el proceso de recuperación personal y, sobre todo, merma la disponibilidad para acceder a los recursos existentes. La clave para que estas personas puedan salir de su situación y tomar las riendas de su vida es que durante todo este proceso se sientan verdaderamente queridas, tratadas con respeto y dignidad, y miembros de una gran familia que las valora y comprende. En su mensaje para la Cuaresma de este año, el papa Francisco ponía de manifiesto su deseo de que «los lugares en los que se manifiesta la Iglesia lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia». Desde luego, el Hogar Pozo Dulce puede ser considerado una de estas islas, gracias a todas las personas que hacen posible que los más necesitados de nuestra ciudad cuenten con un verdadero hogar donde el gran privilegio es poder servirles y ver en ellos el rostro de Cristo.