Diócesis

Comentario al Evangelio del IV Domingo de Cuaresma

Publicado: 13/03/2015: 3852

El texto de Juan de este cuarto domingo de Cuaresma nos presenta en qué se manifestó la grandeza del amor de Dios al ser humano. Dios quiere tanto al hombre y a la mujer que envía a su Hijo para que estos tengan vida eterna. ¿Pero qué quiere decir Juan con esta expresión? El evangelista no se refiere a la vida que hay después de la muerte, fuera ya del tiempo, sino a la participación de la vida de Dios ya en esta vida histórica. La presencia de Dios en nuestra existencia no es algo que resta vida al ser humano, como creyeron los filósofos de la sospecha del siglo XIX, no la infantiliza o la sumerge en la pasividad. Su presencia llena nuestra vida de plenitud, la llena de significado y le da otra perspectiva.

¿Pero, qué ha de hacer el ser humano para alcanzar esa vida eterna? Para conseguirla, la praxis judía exigía cumplir una serie de preceptos y normas que estaban perfectamente determinados. Ahora, en esta nueva etapa en que Dios ha enviado a su Hijo, sólo se pide una cosa: creer en Jesús, creer que en Él ha tenido lugar la revelación del Padre, adherirse a su persona y a su Palabra. Esa será la gran decisión que ha de tomar el ser humano, el juicio al que él mismo se ve sometido. Eso conducirá a la luz. El libro del Deuteronomio lo había expresado ya: «Pongo ante ti la vida y la felicidad, la muerte y la desgracia… Elige la Vida» (Dt 30, 15.19).

Mariela Martínez

Religiosa dominica, doctora en Teología

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