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Epifanía del Señor (Catedral-Málaga)

Publicado: 06/01/2023: 6640

Homilía del Sr. Obispo de Málaga en Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga con motivo de la fiesta de la Epifanía del Señor el 6 de enero de 2023

EPIFANÍA DEL SEÑOR

(Catedral-Málaga, 6 enero 2023)

Lecturas: Is 60, 1-6; Sal 71, 1-2.7-8.10-13; Ef 3, 2-3.5-6; Mt 2, 1-12.

Acercarse al Misterio

1.- El texto del profeta Isaías, proclamado hoy, es un oráculo sobre el futuro escatológico de Jerusalén, que se convertirá en centro espiritual del mundo, a donde acudirán todos los gentiles buscando la salvación: «Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora» (Is 60, 3).

Jerusalén será iluminada por Dios y se llenará de gloria: «¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!» (Is 60, 1).

Aunque todos los demás pueblos de la tierra estén cubiertos de tiniebla, sobre Jerusalén nacerá el sol radiante: «Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor y su gloria se verá sobre ti» (Is 60, 2); porque Cristo, Luz de las gentes, ha manifestado gloria en Jerusalén y desde allí irradia a todo el mundo y ha llegado hasta nosotros.

2.- Toda raza, pueblo y nación está llamada a participar de la Luz de Dios, manifestada en Cristo Jesús. 

El texto de la carta a los Efesios expresa claramente el significado de la fiesta de Epifanía: también los paganos son herederos de la salvación que trae Cristo. San Pablo explica que «también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio» (Ef 3, 6).

Entre los llamados gentiles nos encontramos nosotros, que hemos recibido la fe del Evangelio por la predicación de los apóstoles (cf. Ef 3, 5) y de los discípulos del Señor.

Epifanía es la manifestación de Cristo a todos los pueblos, judíos y gentiles. Damos gracias a Dios por habernos hecho partícipes de la salvación que Jesucristo ha traído al mundo. Es día de acción de gracias al Señor porque la luz de Cristo ha llegado hasta nosotros.

3.- Los Magos eran hombres sabios y astrólogos. Siguiendo una estrella buscan la Luz; es decir buscan a Dios. Así nos lo narra el evangelio de Mateo: «Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (Mt 2, 2). La adoración solo se hace a Dios. 

La estrella les indica el camino del Misterio, en busca de Dios. Ellos representan a los gentiles de buena voluntad que buscan a Dios, lo encuentran y lo adoran. Los Magos nos indican el camino que debemos recorrer en nuestra vida: buscar a Dios, encontrarlo y adorarlo. No nos despistemos con otras luces que no son las que nos guían hasta Cristo.

4.- La estrella es signo de la gracia del Espíritu Santo, que atrae a los magos y los guía por el camino para introducirles en el misterio. Guiados por el Espíritu reconocen que Dios se manifiesta en la humildad y en el amor; de ese modo se acercan al Misterio de Dios, cuyo descubrimiento se hace en lo humilde, lo sencillo, lo pobre, lo humano. 

Como dice el papa Francisco: “Los Magos son modelos de conversión a la verdadera fe, porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder” (Homilía en la Epifanía del Señor, Vaticano, 6.01.2015). Dios no se encuentra en lo deslumbrante ni en el poderío terrenal; Dios se encuentra en la obediencia, en la sencillez, en la humildad.

Los Magos nos enseñan dónde encontrar a Dios, porque Jesús está en todas las realidades humanas, en los hermanos más pequeños, en los débiles, en los enfermos, en los ancianos, en los que sufren (cf. Mt 25, 40.45), en los no-nacidos, en los más necesitados. 

“El pesebre nos presenta un camino distinto al que anhela la mentalidad mundana. Es el camino del anonadamiento de Dios, de esa humildad del amor de Dios que se abaja, se anonada, de su gloria escondida en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, en el hermano y en la hermana que sufren” (Papa Francisco, Ibid.). Constatamos que los criterios de Dios son bien distintos a los de los hombres.

5.- Los Magos, después de oír al rey Herodes, se pusieron en camino y, volvieron a contemplar, llenos de alegría, la estrella que les había guiado hasta Jerusalén; y les acompañó hasta donde estaba el Niño (cf. Mt 2, 9). 

Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra (cf. Mt 2, 11). La fiesta de Epifanía nos invita a ofrecer nuestro oro, incienso y mirra cayendo de rodillas para adorar al Niño-Dios, nacido en Belén; reconociéndole como Rey y Señor nuestro; como Dios, fundamento de la vida humana; y como hombre, encarnado en el seno de María Virgen, que nos trae la salvación. 

Los Magos fueron capaces de encontrar al Niño-Dios mediante la “señal” humilde y sencilla: «Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12); un ser humano y débil, que necesita cuidados, cariño y amor. Y no es eso a lo que nos invita hoy nuestra sociedad; pero, como hemos dicho, los criterios de Dios son distintos a los de los hombres; y ser cristiano es ir contra-corriente, como han dicho los últimos papas.  

Epifanía es la revelación del misterio divino a todas las gentes; es la fiesta del regalo de la fe: don recibido que tenemos que agradecer y compartir; por eso, esta fiesta es misionera. Hoy celebramos el Día del Catequista Nativo. Los creyentes tenemos el compromiso bautismal de compartir nuestra fe con los que no creen; ser misioneros en nuestro ambiente. La Eucaristía es momento privilegiado para adorar a Jesús, agradecer el don de la fe y comprometernos a compartirlo.

6.- Pidamos al Señor que nos conceda recorrer el camino de conversión que hicieron los Magos. Necesitamos seguir la estrella que nos lleva a contemplar el Misterio del Niño-Dios nacido en Belén. Y si se oscurece nuestra estrella en medio de los engaños y tentaciones del mundo, en medio de las luces banales, que podamos verla de nuevo con humildad y confianza.

Tengamos valor, queridos hermanos, de liberarnos de nuestras vanas ilusiones, nuestras presunciones, nuestras falsas luces, para buscar la verdadera presencia de Dios-amor. 

Pedimos a la Virgen María, la Madre de Jesucristo, que nos muestre a su Hijo; que sepamos encontrarlo en cualquier rostro humano, sobre todo en los pobres y necesitados; que sepamos encontrarlo también en liturgia, en la vida sacramental, en los signos eficaces de gracia, que son encuentros con Cristo; que busquemos a Dios en la humildad de la fe; que nos acerquemos al Misterio de Dios; y que seamos introducidos en su Luz misteriosa. Amén.

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