NoticiaEl santo de la semana San Jerónimo: puso la Biblia en el centro de su vida San Jerónimo, padre y doctor de la Iglesia Publicado: 30/09/2020: 14612 En las narraciones de las vidas de los santos es muy difícil encontrar sus pecados. Parecería a los hagiógrafos que hablar de sus debilidades humanas menoscabaría su testimonio cuando en realidad lo estaría haciendo más creíble y, por lo tanto, más digno de admiración y de imitación. Su fiesta es el 30 de septiembre. La Palabra de Dios fue su vida y Dios consiguió que su vida fuera Palabra de Dios. En el caso de san Jerónimo, la presentación que hace de él Benedicto XVI comienza destacando su “conocido carácter difícil y fogoso que le dio la naturaleza”. ¿No es estupendo saber que uno de los santos más admirables de la historia del cristianismo, Padre y doctor de la Iglesia, era un borde, un “esaborío” como diríamos por estos lares? Y, sin embargo, por encima de sus pecados, sobreabundó la gracia consiguiendo transformar a este hombre de naturaleza pecadora tendente a la ira y a la cólera, en un dócil discípulo de Cristo que empeñó toda su larga vida en dar a conocer las escrituras. Nacido en Estridón (Croacia) el año 347, conocía a la perfección el latín pues era su lengua nativa y estudió el griego y el hebreo. El Papa san Dámaso, conociendo su fama de asceta y su competencia de estudioso, lo tomó como secretario y consejero y lo alentó a emprender una nueva traducción latina de los textos bíblicos. Apoyado después por otros colaboradores, concibió la “Vulgata”, el texto “oficial” de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el concilio de Trento. Hasta su muerte, con casi 80 años, se dedicó a estudiar la Biblia, a comentarla y a refutar las tesis de los herejes. La Palabra de Dios fue su vida y Dios consiguió que su vida fuera Palabra de Dios. «Ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo» Es una de las frases icónicas de san Jerónimo. Y es que, ¿cómo puede un cristiano llamarse tal sin beber cada día de la fuente de la que mana su alimento espiritual? Por eso la Biblia debe ser la fiel compañera del creyente. Lo anima en la aflicción, lo sostiene en la prueba, lo orienta en la oscuridad... Hoy en día existen multitud de recursos para leer a diario la Palabra de Dios: ediciones de bolsillo, aplicaciones para móviles, etc.; pero también la Iglesia nos anima a sumergirnos en el estudio de las mismas para lo que pone instrumentos a nuestra disposición. La oferta de los Centros Teológicos Diocesanos está ahí, esperándonos. Los hay para todos los niveles y posibilidades. Solo hay que entrar en ceset.edu.es e informarse. La puerta está ahora abierta. Cristo nos espera en las Sagradas Escrituras, no lo ignoremos.