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Aparece un libro de apuntes del beato Juan Duarte

El librito contiene meditaciones diarias del beato Juan Duarte · Autor: A. MORENO
Publicado: 25/07/2016: 13640

Hace tan sólo un par de meses llegó a manos del sacerdote Antonio Eloy Madueño un pequeño y desconocido librito titulado “Apuntes espirituales de meditación y lectura espiritual”. Se trata de un cuaderno de apuntes escrito de puño y letra por Juan Duarte durante su época de seminarista.

Fallecido el beato, está libreta pasó a manos de su hermano José Duarte Martín, que la conservó como un recuerdo familiar durante toda su vida, debido al amor que sentía por su hermano. Antes de morir, se lo dio a su hijo Juan Duarte, que llevaba el mismo nombre que su tío. Y este, lo conservó igualmente como un recuerdo familiar, hasta que por mediación de un conocido, se lo hicieron llegar a Madueño.

Entre las 28 páginas de este cuadernillo manuscrito por Juan Duarte se pueden leer sus meditaciones, como: «No porque caigamos en faltas nos echemos atrás, diciendo que nosotros no podemos salvarnos, pero el Señor se complace y nos perdona por muchas veces que caigamos».

«¡Ya lo estoy viendo... ya lo estoy viendo!»

Juan Duarte Martín fue beatificado el 28 de octubre de 2007 en Roma. Nacido en Yunquera (Málaga), en marzo de 1912, ingresó en el Seminario cuando contaba con 13 años, donde destacó como seminarista ejemplar, inteligente, estudioso, alegre y sencillo. Fue ordenado diácono en la Catedral de Málaga y, un año despues, en 1936 fue detenido en su pueblo natal junto a otros dos compañeros seminaristas. Tras una larga semana de sufrimientos y penalidades, murió en Álora, el 15 de noviembre de 1936. Sus últimas palabras fueron: «Yo os perdono y pido que Dios os perdone... ¡Viva Cristo Rey! ¡Ya lo estoy viendo... ya lo estoy viendo!». Tenía 24 años.

El superior del Seminario de Málaga explica que le dio «mucha alegría poder recibir el testimonio de su experiencia de formación espiritual en sus tiempos de seminario. Son apuntes sencillos pero que contienen el fundamento de su vida espiritual. En el escrito se perciben las inquietudes por llevar a Jesucristo a la gente, especialmente a los niños y el deseo de ser un sacerdote santo, algo muy necesario en los tiempos que vivimos».

Además, afirma Madueño «como Juez de la Causa de los Santos es un documento que viene a corroborar la semilla de santidad que había en el beato Juan Duarte. Y como formador del Seminario, es también un testimonio de la enseñanza que recibió en esta casa y que le fue forjando como un buen discípulo capaz de dar la vida por Cristo y por la Iglesia».

Carmen Duarte, la hermana del beato, carmelita descalza de Ronda, conserva vivos los recuerdos sobre su hermano a pesar de su edad, «Juan era muy bueno, sólo venía a casa en el tiempo de vacaciones, no perdía ocasión de estar en "su seminario". Cuando estaba en el pueblo, daba catequesis a los niños y los tenía locos de contentos porque les cantaba, jugaba con ellos... Cuando las cosas se pusieron más feas, y en 1931 echaron a los seminaristas del Seminario, mi hermano llegó con los pies hinchados de tanto andar por los montes desde la capital. Recuerdo que mi padre salió en su busca, y ya en Pizarra lo encontró. Después de aquello le dijo "Juan, quédate, no vayas, que a ver dónde para esto", pero él no consintió y dijo "yo me voy a mi Seminario". No vivía para otra cosa más que para el Seminario. Moría por él. Cuando se lo llevaron yo estaba en casa de una bordadora, haciéndole un alba para cuando se ordenara. Cuando llegué a mi casa, él ya no estaba, y mi madre lloraba y lloraba.  Al principio no quería ni ver a los que lo martirizaron, pero si él perdonó, yo también».

Pero si hay una persona que tuvo mucho que ver en su beatificación, fue el sacerdote Pedro Sánchez Trujillo, natural de Álora, (localidad en la que asesinaron a Duarte), párroco de la Sagrada Familia, de la capital durante 40 años y delegado de la Causa de los Santos de la Diócesis de Málaga, departamento encargado de asesorar y orientar las demandas de las causas de beatificación y canonización de los mártires del siglo XX.

Tanto Juan Pablo II y como su sucesor Benedicto XVI animaron a las diócesis españolas a que rescatasen del olvido a los numerosos mártires que la terrible persecución contra la Iglesia Católica había producido durante la II República. Luis Fernando García-Mauriño Martínez recordaba tras el fallecimiento de Sánchez Trujillo que este solía decir: “Nuestros mártires murieron perdonando y nosotros los hemos dejado morir en la memoria colectiva, olvidándolos”.

Beatriz Lafuente

Licenciada en Periodismo e Historia. Casada desde 2011, es madre de un hijo.

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